| 20 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Luis Eduardo Aute
Luis Eduardo Aute

Al alba, Luis Eduardo Aute se nos fue al alba

Se fue con las palomas de escarcha, donde el mar no es azul, donde las nubes callan palabras, el cielo no dice nada y el sol es un sol transparente como su corazón. 

| Milagros Martín-Lunas Opinión

 

 

Ha muerto Luis Eduardo Aute. En plena pandemia del Covid-19, el cantante marchó rumbo a Albanta, donde el fin no es el fin, donde la infancia es eterna y no existen hombres que mandan. 

Si te dijera, amor mío, /que temo a  la madrugada, / no sé qué estrellas son estas / que hieren como amenazas, / ni sé qué sangra la luna / al filo de su guadaña. / Presiento que tras la noche / vendrá la noche más larga, / quiero que no me abandones / amor mío al alba. 

Quedamos huérfanos hoy, tras un largo combate con la parca. Porque a Luis Eduardo Aute el corazón se le rompió hace tiempo, el pasado 8 de agosto de 2016 sufrió un infarto cerebral. La parca jamás avisa.

Él peleó y la mantuvo a raya durante cuatro años más, pero cuando la dama de negro se empeña en llevarte… la batalla está perdida. Lo que ella no sabía es que tenía enfrente un tipo duro, un soldado que lucharía con uñas y dientes. ‘La vida es muy corta para dejar trabajos a medias’, le gritaba el maestro.

Aquel verano del 16, Aute estuvo ingresado en el Hospital Gregorio Marañón viviendo sin vivir, entre la vida y la muerte. Le esperaba un otoño lleno de conciertos en Latinoamérica que nunca vio, sabía que debía celebrar su 50ª aniversario en la música con ‘La Gira Luna’, trabajo donde había resucitado los grande himnos de sus repertorio musicalRosas en el mar’, ‘Al Alba’, ‘A por el mar’, ‘Albanta’ o ‘Pasaba por aquí’…

Una primera victoria

Del primer envite con la guadaña salió triunfante. Tanto que dirigió ‘Aute retrato’, un documental en el que recorría sus 50 años de carrera a través de un grupo de testigos y amigos. Cuatro años más tarde, el segundo asalto se lo embolsó ella. La que siempre vence.

Luis Eduardo Aute deja como herencia, entre otras cosas, 35 trabajos discográficos, 15 poemarios, 10 películas y 30 exposiciones individuales.

Nacido en Manila (Filipinas) en 1943, donde trabajaban sus padres y donde residió hasta los 11 años, nunca quiso ser cantante. Durante su vida pululó por todas las artes, música, cine, poesía, pintura, lo que fuera necesario para sentirse vivo. Se sentía pintor.

 

 

Su única certeza, aquello que soñaba de niño. Hijo único hasta los 15 años, adolescente de pocas palabras y con dificultad para comunicarse, en cuanto podía se encerraba a pintar. Quizá por eso, la luz de Manila aún permanecía impresa en su mirada.

Estudió bachillerato con los hermanos de la Salle en el Colegio Maravillas de Madrid, los mismos con los que ya había estudiado en Filipinas. El abismo que encontró entre la blanca apertura filipina y aquellos curas de eterna sotana negra en una España gris, oscura y triste fue un jarabe amargo que le costó tragar y que decidió su rumbo.

 

 

Mal estudiante, salvo en literatura y dibujo, se matriculó en la Escuela de Aparejadores, pero a los 15 días prefirió volar a Francia, entonces meca de la cultura, la modernidad y, sobre todo, la libertad.

Se empeñó en escribir una canción en homenaje a los fusilamientos de Franco. No pudo. Siempre decía que Al Alba fue una canción escrita al desamor con la que Rosa León se jugó el cuello dedicándosela aquellos que murieron fusilados el 27 de septiembre de 1975. Así se convirtió en el himno que es hoy. Como muchas de las grandes genialidades de la Historia, surgió casi gracias al azar. 

 

Quiero que no me abandones / amor mío, al alba. / Los hijos que no tuvimos / se esconden en las cloacas, / comen las últimas flores, / parece que adivinaran / que el día que se avecina / viene con hambre atrasada. / Presiento que tras la noche / vendrá la noche más larga. 

 

Flirteó con la música por pura curiosidad, tocaba la guitarra, empezó a componer canciones y en noviembre de 1976 grabó su primer disco. No tenía intención de vivir de la música, sólo quería componer. Y pintar, siempre pintar.

José Caballero Bonald fue quien le convenció para que grabara sus temas. Aute aceptó, pero le puso una condición, ni daba conciertos, ni hacia promoción, él quería tener tiempo para poder pintar.

Ya saben lo que pasó, dio conciertos, entrevistas y, con el óxido del tiempo, pudo presumir de haber sobrevivido al tsunami de la industria musical. Siempre libre, siempre fiel a sus principios.

 

 

La vida nos otorga privilegios extraños. A Luis Eduardo Aute vivir de sus canciones le convirtió en un artista autónomo y así pintó siempre lo que le dio la gana, sin preocuparse de la venta.

A Aute le dolía España porque según sus palabras, "un país sin cultura es un país sin alma, no es un país, es un territorio donde deambulan zombis”. Al nuevo Gobierno, ese que no verá jamás, le pedía que fuera consciente del valor de la cultura para un país. "España es Velázquez, Goya, Picasso, Lorca, Cervantes, Machado, a España vienen los turistas a ver el museo del Prado”, confesaba en una de sus últimas entrevistas. 

 

No te destroza, amor mío, / esta silenciosa danza, / maldito baile de muertos, / pólvora de la mañana. / Presiento que tras la noche / vendrá la noche más larga.