| 21 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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La ciudad no es para mí. Niños bonitos

Le gusta más el Falcon que … Pongan ustedes final a la frase que no quiero líos con el colectivo escolar, ni con el de los pasteleros, ni con los fabricantes de lápices.

| JM Felix Edición Valencia

Es sabido que para referirse al número quince, en cualquier rifa o sorteo, los más castizos optan por “la niña bonita”. También en la ONCE -invento de finales del 38 que arrancó en mayo del 39, apenas terminada la guerra civil- puedes pedir así ese número a los vendedores más maduros (los más jóvenes, además de desconocerlo, cabe que te lo reprochen por sus connotaciones machistas, que así de extremas están algunas cosas).

Los cubanos, siempre con abundancia de recursos lingüísticos y segundas opciones para “resolver”, usan el bíblico siete puesto que “los quince” pueden parecer demasiado evidentes (recuérdese la importancia social de los quince años de una muchachita cubana; también de otros países sudamericanos). Aunque en Cuba las rifas –el popular “numerito”- como casi todo lo que no es obligatorio, están prohibidas y resultan clandestinas a voces.

Un “niño bonito” es otra cosa. Que yo sepa carece de referente digital y su acepción más común es la de “malcriao”. Niño de mamá, pijo, niño rico, ojito derecho … son otros significados comunes.

Los niños bonitos de la política contemporánea -desde Macron a Rivera- andan entretenidos con sus juguetes exclusivos mientras viejos zorros como Xi Jimping, Trump, Putin, Revilla, Ribó … y unos cuantos más, sonríen o se carcajean. (No me consta que el famoso y enérgico saludo del americano al doctor Sánchez en el G20 japonés, fuera una broma sobre el cómodo asiento de su Falcon preferido, ni advertencia por pactar con terroristas como rezan ya tantos memes).

Su fetichismo con el avión presidencial es de libro. Véase el vergonzoso episodio a propósito del AVE granaíno y el abuso demagógico verbal de ecologismo de salón del mandatario español. Le gusta más el Falcon que …

Pongan ustedes final a la frase que no quiero líos con el colectivo escolar, ni con el de los pasteleros, ni con los fabricantes de lápices. Mucho menos con el de los tontos, que en la España de hoy son legión.

Dudo acerca del objeto de deseo del niño bonito de Podemos -eran dos pero ahora uno está en solfa. Pudiera ser la casa de Galapagar o un sillón ministerial … hasta la tan autoproclamada vicepresidencia (elogio incluido del modelo valenciano). Y me cuesta averiguar qué le pone a Pablo Casado, tan prudente en apariencia, cuando me acuerdo también de Garzón siempre entre bambalinas.

Abascal, pese a la cara de chico duro, cumple a mi juicio con los caracteres de pertenencia al grupo. Su último juguete: Zapatero.

Y así nos va.

Que nadie se vaya a ofender, porque yo también he sido joven y ambicioso, y tengo parientes jóvenes y jóvenes amigos que me merecen tanto cariño como respeto. Pero esto no es un casting de modales ni modelos. Esto va de España y del futuro de los españoles. No basta con sortear el presente, ni sirve con sobrevivirlo.

Me preocupa Bachelet -que no es jovencita- en Venezuela. Y sus posibles turbios planes al respecto.