| 14 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Sánchez e Iglesias, una copia actualizada de Zapatero y Tsipras

| EDITORIAL Editorial

 

 

La impostada solemnidad con que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sellaron su acuerdo presupuestario es la mejor prueba del auténtico objetivo de la firma, que no es otro que protagonizar el enésimo acto de propaganda hueca entre dos dirigentes que, por distintas razones, necesitan oxígeno político.

En el caso del presidente la razón es obvia: intentar cambiar la agenda instalada en la opinión pública, harta de los escándalos y bochornos protagonizados por distintos ministros y por él mismo. Si en lugar de hablar de dimisiones, tesis y adelantos electorales se empieza a hablar de su política económica, el alivio siquiera temporal se habrá logrado.

Con Sánchez emulando a Zapatero e Iglesias al primer Tsipras, el desastre en España está garantizado

Y en el del líder de Podemos, se trata de ocupar un espacio bajo los focos tras demasiados meses desdibujado, cuando no desaparecido, y de ejercer de vicepresidente sin cartera pero con toda la influencia en La Moncloa.

A ambos, pues, les interesa esa fotografía, especialmente si incorpora unas cuantas dosis de populismo inherentes a su primer gran acto de campaña electoral. Porque de eso se trata, de lanzar a la sociedad el mensaje de que, si se consolida un Gobierno del PSOE y Podemos cuando haya Elecciones, la política económica será expansiva y la supuesta agenda social monopolizará los esfuerzos de ese Ejecutivo de coalición.

Hacer un ensayo con unos presupuestos que difícilmente se aprobarán o, de hacerlo, apenas dará tiempo a aplicar pues en 2019 los españoles pasarán probablemente por las urnas; es una operación de marketing que se aprovecha además de la herencia económica del Gobierno anterior para dimensionar unos presupuestos alocados e insostenibles más allá de un ejercicio.

 

No obstante, por mucho que sea una mera campaña de propaganda, sí refleja las líneas generales de una política económica de síntesis entre el PSOE y Podemos y es un aviso a navegantes de lo que puede ocurrir en España.

Un desastre

Con una deuda del 100% del PIB, el mayor déficit de la UE, un paro elevado, la más que previsible subida de tipos de interés y la previsible congelación de la compra de deuda desde el Banco Central; apostar por aumentar el gasto público y subir los impuestos es una insensatez que aleja a España de los objetivos que Sánchez e Iglesias dicen perseguir.

El cebo de la subida del SMI hasta los 900 euros, un brindis al sol pues el empleo no se crea por decreto, no debe confundir a la opinión pública al respecto de la irresponsable naturaleza del acuerdo entre ambos dirigentes:  intentan lograr mejores resultados hinchando la burbuja de la deuda o incrementando la presión fiscal, lo que puede tener un efecto aparentemente positivo en determinadas capas sociales durante muy poco tiempo pero, a la media y a la larga, hunde económicamente a cualquier país.

Su pacto es un brindis al sol para publicitar su primer acto de campaña electoral, pero sugiere cómo gobernarían juntos

Reducir el gasto público por la parte de la Administración -que no como siempre del usuario- y favorecer el consumo, el ahorro y la inversión con una presión fiscal razonable; son el único camino presentable y la única manera de atacar a la vez la deuda -la contaminación del Estado de Bienestar- sin perjudicar al ciudadano.

Con Sánchez emulando a Zapatero e Iglesias al primer Tsipras, el desastre está garantizado. Aunque mientras, y eso es lo que les mueve, se puedan hacer grandilocuente publicidad, tan aparatosa como inane.