| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Los hijos, ministra, no son del Gobierno

La Constitución ya garantiza la preminencia de los valores democráticos en la educación. Pero el Gobierno quiere más y se ha buscado una excusa para reforzar su proyecto ideológico.

| EDITORIAL Editorial

 

 

Nadie discute en España la necesidad de crecer y educarse con valores tan necesarios como la igualdad, la tolerancia y el respeto, que son la base de la convivencia. El triple pilar que sustenta la educación -la familia, la calle y la escuela- se encargan de ello desde la noche de los tiempos; la Constitución lo enmarca y, llegado el caso, hasta el Código Penal lo protege.

Y todo ello se ha hecho desde hace mucho años con un reparto escrupuloso de los roles en el que los padres, los poderes públicos y la sociedad en su conjunto tienen clara su función y se compensan en caso de desajustes o excesos.

Que con ese contexto pretenda ahora el Gobierno convertir la autorización paterna para que los niños participen en determinadas actividades extraescolares en una especie de asalto castrante a los derechos de la infancia y se sienta llamado a defender a los hijos de sus propios padres para garantizarles una formación plena es, simplemente, indecente.

La igualdad según este Gobierno solo es adaptarse a sus prejuicios e intereses ideológicos

No solo porque la Constitución ya señala las líneas rojas de la educación pública y garantiza la neutralidad ideológica de la misma y el derecho familiar a formarse en unos valores morales propios (siempre dentro de los democráticos), sino también por la arrogancia sectaria de creerse llamado a modelar a los niños por encima de la supuesta intransigencia de sus propios padres.

No hay más que escuchar a ministros como Irene Montero y Carmen Calvo o repasar las barbaridades  proferidas por la nueva Directora del Instituto de la Mujer para entender el peligroso concepto de igualdad que tienen e intuir que eso es, sin embargo, lo que les gustaría impartir en los colegios.