| 20 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Sánchez toma decisiones que requieren del apoyo de los ciudadanos en las urnas

El presidente adopta medidas para las que no fue elegido, sustentado en un juego de cambalaches y negándose a preguntar a quienes deben darle el plácet: los ciudadanos en las urnas.

| ESdiario Editorial

 

 

Pese a a decir él mismo que su moción de censura era meramente instrumental y destinada a convocar Elecciones Generales a la mayor brevedad; todo lo que hace, dice, propone o impone Pedro Sánchez es propio de un ganador en los comicios, incluso de manera aplastante, que acaba de iniciar su pletórica legislatura.

El acercamiento de los presos de ETA, las concesiones al nacionalismo catalán, la previsible reforma del sistema educativo, la colonización del Estado en todas sus áreas con afines o el asalto a RTVE son decisiones atípicas de cualquier presidente, pero mucho más de uno que no ha ganado en las urnas y dispone de apenas 84 diputados.

 

Basta recordar cómo se acusaba al PP de poner en marcha el "rodillo parlamentario" cuando adoptaba medidas, de menor calado incluso, respaldadas por su mayoría absoluta; para entender la paradoja de que el mismo partido que entonaba ese lamento se sirve ahora del mismo procedimiento con un matiz nada baladí: carece de esa abrumadora mayoría y, por dos veces en menos de un año, los españoles desecharon a su líder como presidente.

 

 

La explicación que Sánchez le da a todo ello es aún peor que las decisiones en sí mismas, pues tratan de engañar a la sociedad para esconder la contradicción intrínseca entre lo que dijo y lo que hace: según el presidente, su Gobierno y la sociedad "caminan juntos" y los ciudadanos se sienten "al fin" representados.

 

Es una opinión democráticamente inquietante, pues se arroga una autoridad superior a la de las urnas a las que se niega a acudir, sustituidas por sondeos del CIS manipulados que pretenden vender la idea de que, si bien no tuvo el plácet de los electores en su día, ahora dispone de su apoyo mayoritario. Aunque se niegue a comprobarlo de la única manera sensata: permitiéndoles votar.

Lo único cierto es que, bajo ese discurso propagandístico, se esconde un presidente que prefiere pactar con los separatistas y Podemos que consultar a los ciudadanos o entenderse con los dos partidos del centroderecha español. Y que el precio a pagar por esa estrategia incluye concesiones que los españoles no han aprobado y son mera consecuencia de los cambalaches parlamentarios entre los socios de moción de censura. Una lástima.