| 28 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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El vergonzoso apoyo del PSOE a Podemos para despenalizar las ofensas a España

| EDITORIAL Editorial

 

 

Si prospera la propuesta de Podemos, secundada por un PSOE que hubiera podido bloquearla y no quiso, injuriar al rey, enaltecer el terrorismo y ofender gratuitamente a los sentimientos religiosos o nacionales de una parte de los ciudadanos españoles, dejará de ser punible. O lo que es lo mismo, podrá hacerse sin límites, en una especie de barra libre del mal gusto y la crispación que nada tiene que ver con la libertad de expresión.

Que el PSOE se alíe con Podemos y el separatismo para avalar los insultos a los símbolos nacionales retrata a Sánchez del todo

Que Podemos y los partidos independentistas defiendan esa reforma tiene lógica. El primero lleva meses encabezando una campaña inadmisible contra el Rey, como símbolo del sistema democrático que nos ha dado 40 años de progreso. Y los segundos siempre respaldarán cualquier cosa que debilite y desintegre a España para lograr su objetivo secesionista.

Nada sorprende, pues de todas estas formaciones podrán hacerse infinitas críticas, pero nadie podrá negar que son sinceras y constantes en la proclamación de sus intenciones: no esconden lo que quieren y no reparan en medios para lograrlo, sin ambages ni disimulos.

 

¿Pero qué hace ahí el PSOE? Ésa es la gran pregunta, y todas las respuestas son inquietantes. Para empezar, que haya tolerado que un ataque tan grosero a la Corona y los símbolos nacionales se ampare en la necesidad de frenar un inexistente ataque a la libertad de expresión, es vergonzoso: debilita la estructura misma del Estado y, a la vez, blanquea el exabrupto violento como moneda de cambio y presenta a España como el país liberticida que obviamente no es.

Y para terminar, confirma el sometimiento del partido que gobierna a los socios que le llevaron ahí en sustitución de los votos y las urnas. Si el PSOE de Pedro Sánchez acepta este ataque frontal a los cimientos constitucionales del Estado, está avalando una estrategia a medio y largo plazo en la que esta reforma del Código Penal es simplemente un primer paso.

Un primer paso

Para no insultar al Rey debería servir la educación, el buen gusto y el deseo de sostener la convivencia entre desiguales, desde el civismo y los valores y sin necesidad de leyes de corte penal que lo regulen. Pero si falla esa premisa elemental de las sociedades avanzadas, han de ser los tribunales quienes garanticen esos valores, sin que en ello se menoscabe la libertad de nadie: no existe el derecho a la ofensa, sin más.

Pero que además se alimente con ello la escalada republicana de Podemos, en su versión guerracivilista, y el desafío separatista del nacionalismo catalán; retrata a Sánchez como el presidente que es: un político sin memoria de la obra de su propio partido y dispuesto siempre a lo que haga falta con tal de alcanzar o mantenerse en el poder.