| 25 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Carmena, despidiéndose del público congregado en el pleno de investidura del pasado sábado en Cibeles
Carmena, despidiéndose del público congregado en el pleno de investidura del pasado sábado en Cibeles

Carmena quiere ser "doña nadie" tras alimentar como nadie el culto personal

Manuela Carmena se despide con más 'buenismo' y reclamando que la dejen tranquila a partir de ahora, aunque confió el nombre, la cara y la palabra a su marca electoral.

| El Lector Perplejo Opinión

 

Como prometió durante la campaña electoral, Manuela Carmena ha renunciado a su acta de concejal en el primer minuto hábil de la legislatura al perder la vara de la alcaldía de Madrid. Y como era de esperar, la despedida se está desarrollando entre muchas más vaharadas de incienso. Claro que la alcaldesa saliente ha realizado unas breves declaraciones de despedida que desconciertan hasta a este Lector Perplejo.

"Yo ya no soy nadie", ha sido el breve y 'buenista' epitafio que se ha autodedicado la regidora capitalina durante los últimos cuatro años ante la nube de periodistas que le aguardaban tras certificar su renuncia en el registro municipal y antes de pedir que la dejaran tranquila para ver las flores de la balconada de la Casa de la Villa. Genia y figura.

Llama la atención que Camena pida ahora privacidad y anonimato absolutos. Por supuesto se merece todos los respetos. Pero tampoco puede olvidar lo que ha sido, nada menos que la alcaldesa de la ciudad más importante de España y una de las grandes capitales de mundo. Y sobre todo cómo lo ha sido.

En 2015 y contra todo pronóstico se hizo con la alcaldía de Madrid, un triunfo que propios y extraños adjudicaron a su exclusivo carisma. Y aunque en los principios la otrora jueza rechazó con modestia las virtudes que le atribuían; con el tiempo ha ido creyéndose el personaje, hasta el punto de romper con sus 'padrinos' de Podemos, con Pablo Iglesias a la cabeza, y crear su propia marca electoral.

Han sido su nombre, su cara y su palabra los que han copado el cartel de su plataforma política. Y ella ha sido la primera en alimentar tan desmedido culto a la personalidad

Han sido su nombre, su cara y su palabra los que han copado el cartel de su plataforma política. Y ella ha sido la primera en alimentar ese desmedido culto a la personalidad que deja ahora una fractura aún más honda de la que ya era en la izquierda madrileña y quien sabe si una enorme decepción entre sus votantes cuando los actuales gestores municipales revisen su 'exitosa' administración.

En consecuencia, doña Todo va a tener complicado pasar de ser, de la noche a la mañana, doña Nadie.