| 23 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El carril bici contamina más

Parece ser que de un tiempo a esta parte se han disparado los índices de contaminación en la ciudad de Valencia, como nunca antes había ocurrido. ¿Es esto casualidad?

| Gerardo Ibáñez Edición Valencia

¿Por qué ahora tenemos mucha más contaminación que antes? Una de las causas importantes se encuentra en el trazado del NUEVO Y FLAMANTE CARRIL BICI, puesto en marcha por nuestro actual alcalde, precisamente con el objetivo de lo contrario…

Pero ¿cómo puede ocurrir esto de la mano de un partido político que pretende proteger y preservar el medio ambiente? ¿He de pensar que es un caso de SIMPLE IGNORANCIA? ¿Es que acaso no tienen los políticos de COMPROMÍS, PODEMOS y/o del PSPV (coalición que gobierna en Valencia) asesores técnicamente formados para entender lo que a continuación voy a relatar, o es simplemente un tema de decisiones basadas en EGO? En cualquier caso, es para mí una obligación explicar a continuación la RELACIÓN ENTRE LA EXISTENCIA DEL NUEVO CARRIL BICI Y LA SUBIDA DRÁSTICA DE LA CONTAMINACIÓN.

Definamos si os parece las decisiones tomadas y el objetivo que se pretendía inicialmente:

Se decide por parte del alcalde de la ciudad (Sr. Ribó) y su concejal de movilidad (Sr. Grezzi) construir y “cablear” gran parte de la ciudad de Valencia con carril bici, con el objetivo principal de fomentar que los ciudadanos utilicen la bicicleta en sus desplazamientos por la ciudad. Con esto se pretende reducir los índices de contaminación debido a la sustitución de turismos por bicicletas. La idea hasta aquí parece lógica e ilusionante, ¿verdad?

Sin embargo, ¿qué es lo que ocurre? Que en realidad estamos consiguiendo el efecto contrario, es decir ¡CONTAMINAMOS MÁS! ¿Cómo puede ser esto posible? A continuación, la explicación exhaustiva de detalle.

Por un lado, no se consigue que aumente significativamente el número de usuarios de bicicletas. ¿Cuál es la razón? Simplemente porque al centro de la ciudad se desplazan los ciudadanos básicamente por dos motivos: por trabajo y para hacer compras.

En cuanto al trabajo, se trata sobre todo de ejecutivos y empleados de oficinas corporativas, bancos, despachos de abogados y tiendas, que trabajan directamente en contacto con el cliente y que por tanto no pueden permitirse el lujo de aparecer en sus empresas vistiendo ropa deportiva y sudando tras un importante trayecto en bicicleta. Por supuesto en sus empresas no disponen de duchas y/o vestuarios para que se puedan “arreglar”, pues el espacio en el centro de la ciudad es muy limitado y se dedica sobre todo “al negocio”. En cuanto a las compras, es físicamente imposible utilizar la bicicleta aunque nos empeñemos, pues cuando vamos al centro a hacer compras pretendemos volver cargados, y la bicicleta no es un medio de locomoción que lo permita.

Esto implica por tanto que el número de turismos que circula por la ciudad prácticamente es el mismo, ya que no tenemos más remedio que seguir yendo en coche la mayor parte de las veces, bien para comprar o bien para reunirnos en las oficinas corporativas, centrales de bancos, despachos de abogados y demás empresas instaladas los que no tenemos más remedio que ir cuando vamos.

Para aclarar esto a quien no lo sepa, me gustaría resaltar que las empresas para las que trabajamos los que vamos a la ciudad por reuniones de trabajo nos exigen sacar el mayor partido a nuestro tiempo haciendo el mayor número de visitas posible en cada desplazamiento, y por tanto no tenemos más remedio que ir en coche. Por otro lado, también me gustaría puntualizar que utilizar la bicicleta en desplazamientos por ciudades grandes como Madrid, Barcelona o Valencia es más complicado que en ciudades más pequeñas como Vitoria, Guadalajara o Murcia, pues los desplazamientos y los tiempos sobre la bicicleta son mucho más largos, y por tanto este hecho provoca que los potenciales usuarios de bicicleta se lo piensen detenidamente antes de usarla y, en la mayor parte de los casos, utilicen el medio de transporte que siempre han usado, bien público o su propio vehículo.

Esto implica que el carril bici lo usan casi únicamente los que viven en el centro de la ciudad (muy poca población en comparación con el total) y los estudiantes que se desplazan desde sus pisos compartidos a la Universidad (ambos en trayectos muy cortos).

Conclusión 1: el nuevo carril bici no incrementa significativamente el número de usuarios de bicicletas ni reduce el número de vehículos que circulan por la ciudad

Expliquemos y razonemos a continuación los resultados obtenidos en cuanto a índices de contaminación, tras la construcción del carril bici:

Al cablear Valencia con carril bici se reduce drásticamente el número de carriles disponibles en muchas de las calles y avenidas principales, calles y avenidas que ya tenían mucho tráfico de por sí. Como hemos comentado anteriormente, por un lado el número de vehículos a motor que circula por el centro de Valencia no se ha reducido, y sin embargo por otro lado sí que se ha reducido el número de carriles al orden de la mitad en la mayor parte de los casos.

¿Qué implica esta reducción de carriles disponibles para el tráfico por la ciudad? Algo que cualquier persona que circule hoy en día con su vehículo o en autobús por Valencia capital puede percibir con el correspondiente sufrimiento: una elevada CONGESTIÓN. Ahora bien, ¿cómo influye este importante incremento de la congestión en la contaminación?

Vamos a continuación a demostrar que LA CONTAMINACIÓN SE INCREMENTA EXPONENCIALMENTE, puesto que es DIRECTAMENTE PROPORCIONAL AL CONSUMO DE COMBUSTIBLE, que se incrementa radicalmente debido sobre todo a tener que circular mucho más lentamente y al incremento en el número de paradas en el mismo recorrido que antes se hacía.

¿Circular más lentamente incrementa la contaminación? ¿Cómo puede ser esto posible si siempre hemos pensado lo contrario? Aquí es cuando hay que saber un poco de ingeniería mecánica, algo que los ingenieros hemos tenido la suerte de estudiar y a través de cuyo conocimiento pretendo llegar al consiguiente razonamiento a continuación.

Al circular más lentamente con un vehículo a motor, como todo conductor sabe no tenemos más remedio que circular en marchas más cortas para así mantener un número de revoluciones relativamente elevado que permita que el coche siga circulando y “no se cale”.

¿Qué ocurre con el consumo de combustible cuando circulamos en marchas más cortas? Que se dispara sobre todo porque tardamos mucho más tiempo en hacer nuestro trayecto y mantenemos el mismo número de revoluciones del motor que si fuéramos en marchas más largas. ¿Dónde entra el conocimiento en Ingeniería Mecánica?

A la hora de saber que el consumo de combustible es proporcional al número de revoluciones por minuto del motor y no a la velocidad del vehículo: así por ejemplo el consumo de combustible recorriendo 30 kilómetros en segunda velocidad yendo a 1800-2000 revoluciones por minuto es el mismo que recorriendo 120 kilómetros en quinta velocidad yendo a las mismas 1800-2000 revoluciones por minuto; la diferencia es que hemos recorrido cuatro veces más distancia en el segundo caso con el mismo consumo, y por tanto si quisiéramos recorrer los 120 kilómetros en segunda velocidad contaminríamos cuatro veces más, pues consumiríamos cuatro veces más combustible.

Pongamos un ejemplo típico de lo actualmente está ocurriendo. Antes de la construcción del carril bici podríamos considerar que circulábamos por la calle Colón a una velocidad media de unos 50 km/h en tercera velocidad, aproximadamente a unas 1800-2000 revoluciones por minuto. Tras la construcción del carril bici y la consiguiente reducción de velocidad de los vehículos, la velocidad media se puede considerar que se ha reducido a unos 30 km/h yendo en segunda velocidad, y por tanto circulando también aproximadamente a las mismas 1800- 2000 revoluciones por minuto.

¿Cuál es el resultado de la comparativa de ambas situaciones? El consumo de combustible por minuto es el mismo en ambos casos –puesto que circulamos a las mismas revoluciones por minuto–, sólo que en la situación actual con carril bici empleamos casi el doble de tiempo a causa de la reducción de velocidad, prácticamente duplicando el consumo de combustible y por tanto prácticamente duplicando la contaminación por esta razón.

Sin embargo no es la reducción de velocidad media la única causa del incremento de contaminación, sino que también hay que considerar una segunda causa que afecta mucho más si cabe. Como consecuencia de la congestión que se produce por la reducción de carriles y la reducción de velocidad media se producen muchas más paradas de los vehículos durante el mismo recorrido, ya que se para más veces en los semáforos y es mucho más complicado salir de las calles y avenidas por riesgo a atropellar ciclistas que circulan por el carril bici en el lateral.

¿Cómo afecta este incremento de las paradas a la contaminación? De dos formas diferentes: la primera porque al parar más veces generamos más contaminación durante el tiempo de parada, ya que el motor sigue en marcha consumiendo combustible sin recorrido alguno; la segunda porque cada vez que paramos hemos de volver a poner el vehículo en movimiento pasando a primera velocidad, que es la más contaminante de todas.

Estas dos formas de contaminación debido al incremento de paradas, junto a la reducción de la velocidad media ya explicada con anterioridad, implica que el consumo de combustible y por tanto la contaminación correspondiente son, en las zonas donde se ha construido carril bici, del orden del triple de la contaminación original.

Conclusión 2: la contaminación que se produce en las zonas donde se ha construido carril bici es del orden del triple de la contaminación que había anteriormente, disparando los índices de contaminación de la ciudad. 

Por otro lado, no sólo se incrementa la contaminación drásticamente tal y como hemos explicado, sino que además afectamos a la eficacia y eficiencia de dos tipos diferentes de operaciones de transporte en la ciudad. La primera relacionada con la distribución de productos en las tiendas del centro de la ciudad: las principales calles donde se ha construido carril bici son calles donde hay tiendas de las principales marcas, que han de reponer los productos comprados a través de vehículos de transporte de mercancías, que actualmente lo tienen mucho más difícil para descargar, tardando mucho más tiempo en llegar y ralentizando al resto de usuarios de la calzada.

La segunda afecta a todos los ciudadanos pues, al ralentizar el tráfico, el servicio público de autobuses se ve afectado en prácticamente todas sus rutas, retrasándolas de forma importante y afectando por tanto a la calidad del servicio, sobre todo en lo que concierne al tiempo de espera en las paradas de autobús, incrementándolo exponencialmente y dejando a la ciudad con un pésimo servicio público de transporte.

Conclusión 3: el nuevo carril bici empeora radicalmente la calidad del servicio público de autobuses incrementando dramáticamente el tiempo de espera de los ciudadanos en las paradas. 

Tras este análisis tan solo me queda concluir que hemos de ser muy conscientes y cuidadosos al tomar decisiones políticas, evaluando detenidamente y desde un punto de vista técnico y objetivo los diferentes escenarios posibles, así como los consiguientes impactos que se producen a posteriori –que en el caso en cuestión han sido medioambientales, sociales y económicos–, de forma que afecten positivamente a todos los ciudadanos y no negativamente a la gran mayoría en favor de unos pocos.

Gerardo Ibáñez, Ingeniero Industrial y Consultor de Empresas