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Fuente: Archivo OTAN
Fuente: Archivo OTAN

Los símbolos de la OTAN

En 1953 la Alianza Atlántica aprobó la brújula -en forma de estrella de cuatro puntas- como su emblema. Antes de esta elección, hubo más símbolos que a punto estuvieron de robarle la gloria

| Juanjo Crespo * Edición Valencia

 

Cuando el 4 de abril de 1949 se firmó el Tratado de Washington que alumbró a la OTAN, “solamente” 12 banderas adornaban la sala. La Alianza Atlántica no tenía un símbolo oficial y aún pasarían varios años antes de que se aprobara.

En 1951 el general Eisenhower, jefe del Mando Aliado en Europa, afirmó en una reunión de la Alianza que –en caso de ataque soviético- “cada país de Europa debía adoptar la defensa de un erizo” para así dificultar el avance enemigo y dar tiempo a la OTAN a reorganizarse y contraatacar.

Aquel símil pronto se hizo famoso y comenzó a utilizarse el erizo como símbolo no oficial de la Alianza. La delegación Atlántica de Dinamarca fue la primera en usarlo. Después se unieron la de Noruega, Alemania, Italia y alguna más.

El erizo de la OTAN aparecía en documentos, sellos, e incluso se extendió el uso de un “erizo emblema” que los militares de la OTAN lucían en sus uniformes. De este modo nació la primera “condecoración” común que adornaba distintas guerreras. El general Eisenhower en persona lució en la solapa la silueta dorada de un erizo.

A pesar de la popularidad de este “logo”, en agosto de 1952 la Alianza decidió crear un grupo de trabajo para definir un símbolo oficial que representara los valores de la OTAN. Este comité estudió varias propuestas de emblemas, y el que más apoyos recibió fue el de un escudo de armas plateado (como símbolo del carácter defensivo de la Alianza), con dos rayas azules (reflejando las dos orillas del Atlántico) y 14 estrellas (representando a los países que formaban la Alianza).

A los 12 países fundadores se acaban de unir Turquía y Grecia, de ahí las 14 estrellas, y de ahí también el motivo por el cual finalmente este símbolo no fue el elegido. A cada ampliación de la OTAN le hubiera tenido que acompañar una estrella más… y a fecha de hoy ya iríamos por 30 estrellas.

Finalmente, el 28 de octubre de 1953 el secretario general anunció lo que sería el nuevo emblema de la OTAN: “una estrella de cuatro puntas que representa la brújula que nos mantiene en el camino correcto: el de la paz”. El fondo azul representa el Océano Atlántico y el círculo simboliza la unidad de los países miembros.

El escudo de la OTAN fue presentado oficialmente el 9 de noviembre de 1953 en la Explanada de los Inválidos de París.

La estrella no mató al erizo de manera inmediata. Aún siguió utilizándose algunos años más -incluso en publicaciones aliadas- hasta finales de los años 80, donde el deshielo del final de la Guerra Fría hicieron que perdiera simbolismo la figura de este animal siempre a la defensiva.

Y aunque ya no ha habido más símbolos oficiales, aún hubo otro “no oficial”. Se trata de un pañuelo de seda que se diseñó para la reunión de la OTAN en diciembre de 1956 y del que sólo se fabricaron 300 ejemplares. En el pañuelo, un globo terráqueo –llevado por dos caballos que representan los dos lados del Atlántico- ocupaba la parte central. Sobre el globo, un reloj de arena que simboliza el paso del tiempo y la voluntad de permanencia de la Alianza.

Las banderas de los países OTAN aparecen en el ecuador del globo, mientras que en las esquinas, los distintos escudos de los Cuarteles Generales adornan el pañuelo. Sí, a mí también me parece demasiado recargado; no caben tantos símbolos en un paño de seda.

Y aquí se acaba la historia; la estrella se consolidó como símbolo de la OTAN, y el 10 de septiembre de 1971 se inauguró en la sede de Bruselas de la Alianza una “rosa de los vientos”, una escultura inspirada en este escudo. La estrella OTAN aparece cortada por dos círculos que representan el viejo continente (Europa) y el nuevo (América). Con el cambio de sede, la escultura se trasladó a la nueva ubicación del Cuartel General –también en Bruselas- el pasado 28 de mayo de 2016.

Los símbolos son importantes. Representan mucho sin una palabra, nos recuerdan lo que fuimos y lo que podemos ser, nos enseñan que hay valores que nos unen y que nos atan, que nos vinculan y nos hacen más fuertes. Una bandera puede sacar lo mejor de nosotros mismos, puede elevarnos al cielo para -desde allí- ver nuestra Historia y el camino al futuro.

Demasiado profundo para un erizo.

 *Experto en Seguridad y Geoestrategia.