| 18 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Iglesias, recientemente en el Congreso
Iglesias, recientemente en el Congreso

Podemos deteriora la democracia

El uso espurio de las instituciones deteriora la democracia, como también la falta de respeto a la separación de poderes. Y eso es lo que hace Podemos con sus mociones de censura inviables.

| ESD Opinión

 

Hoy se vive en el Congreso la segunda parte del mismo acto propagandístico que, con un resultado contraproducente para el promotor, se escenificó la semana pasada en la Asamblea de Madrid con la moción de censura contra Cristina Cifuentes.

Podemos malversa las instituciones al usarlas como un plató de TV ajeno a los procedimientos de la democracia y la separación de poderes

El receptor técnicamente es Mariano Rajoy, pero en realidad el destinatario es el conjunto del PP, a quien se pretende estigmatizar con una causa general que, más allá de la justicia ordinaria,  le inhabilite ante la opinión pública como agente válido de la democracia.

Se trata de trasladar a las instituciones, en definitiva, el mismo juego habitual que Podemos desarrolla en los platós de televisión, con la subsiguiente perversión de la letra y del espíritu que regula la interposición de mociones de este tipo y, aún más, de la propia democracia.

Quien se examina es Iglesias, no Rajoy

Lo primero se logra recurriendo a un mecanismo excepcional que no examina al receptor de la moción, sino al promotor, obligándole a examinarse en la Cámara con un programa de Gobierno detallado y unos apoyos suficientes para prosperar en el intento.

Dos condiciones preceptivas que Podemos incumple a sabiendas, lo que es sí mismo es demostrativo de su intención real, alejada en consecuencia de una normativa que debiera respetar, pues una democracia sin procedimientos simplemente no es democracia.

Y lo segundo, la enmienda a la propia democracia, se perpetra al prolongar un marcaje al Gobierno que pretende expulsar del juego democrático a un rival, sin respeto alguno por la separación de poderes, las garantías judiciales, los votos ciudadanos y, en definitiva, todo lo que distingue a un Estado de Derecho de una república bananera.

Ensayo con Cifuentes

El ensayo contra Cifuentes dejó bien claro ese objetivo cuando Ramón Espinar, secretario general de Podemos en Madrid y avanzadilla de Pablo Iglesias, aclaró que la moción de censura no necesitaba tener apoyos –ni detallar un programa más allá de un ramillete de medidas estrictamente declarativas-, pues su estímulo era básicamente “la decencia”, al parecer representada en exclusiva por su partido y ajena a las mediciones y garantías de una democracia ordinaria.

La previsible abstención de Sánchez le retrata como un ventajista: estigmatizó a la Gestora por hacer lo que ahora él mismo hará

Contra el presidente del Gobierno ocurrirá lo mismo, en este caso con el añadido de señalar y poner en aprietos al ‘nuevo’ PSOE, cuya previsible abstención refleja los serios problemas internos derivados de la confusa y caprichosa gestión de Pedro Sánchez: quien ganó poniendo como único objetivo el desalojo de Rajoy y señalando a sus propios compañeros como único obstáculo para ello, hoy tendrá que ejercer a distancia el mismo papel, exactamente, que encarnaba la Gestora.

Propaganda

Una prueba, elocuente, de que en Sánchez no existen principios, sino intereses, y que los primeros se exhiben o esconden en función exclusivamente del beneficio personal que reporten para alcanzar el objetivo finalista de alcanzar el poder, de momento en el PSOE aunque sea a costa de dividirlo como nunca. 

Las instituciones no están para actos de propaganda, y su preservación es tarea conjunta de todos los que ejercen un cargo en ellas. Podemos, que tiene ya una alta representación en todos los ámbitos de la Administración, intenta mantener un discurso y un comportamiento antisistema desde dentro del sistema que traspasa todos los límites institucionales y se adentra, lamentablemente, en el terreno de la agitación predemocrática.

Ciudadanos sí quiere regenerar; Podemos sólo asaltar los cielos al margen de los votos y de las garantías judiciales

Populismo y nacionalismo de la mano

Lejos de colaborar a superar los problemas que sin duda afectan a cualquier democracia moderna, necesitada siempre de medidas regeneradoras que otros partidos como Ciudadanos sí impulsan; Podemos los magnifica para hacerlos irresolubles y presentar su ascenso –su famoso “asalto a los cielos”- como único remedio, despreciando en ese siniestro viaje los procedimientos ordinarios del Estado de Derecho: las elecciones y los jueces son, desde esa perspectiva, un engorro que separa “al pueblo” de las verdaderas democracia y justicia que obviamente encarnan Iglesias y los suyos.

El uso perverso de las facultades democráticas e institucionales no es nuevo en Podemos, simplemente varía de inspiración para adaptarla a cada momento: una vez comprobado que la crisis económica no provoca el mismo pánico en la ciudadanía, por la evidente mejora pese a las formidables heridas creadas y el abandono de las pymes, se utiliza la corrupción con idéntica impostura.

Falta relato alternativo

Esta combinación de populismo y nacionalismo que sufre España es un enorme problema que no conviene minusvalorar, aunque también debiera ser una oportunidad para aclarar el juego, la actitud y los principios del resto: porque por mucho que separe a PP, PSOE y Ciudadanos en aspectos relevantes de su visión política; lo que les une ante desafíos de esa magnitud está por delante y debe ser ejercido sin titubeos, con claridad y con la certeza de que es lo correcto.

Su falta de discurso al respecto, especialmente en un Gobierno que no parece tener claro que en estos tiempos es tan importante la gestión como el relato político, explica en buena medida que ideas y actitudes tan negativas como las de Iglesias o Puigdemont estén teniendo un recorrido tan inaudito.