| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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De mal en peor

Los populares debieran haber votado no (Arrimadas no tiene rumbo ni arreglo a mi juicio) y despojarse de una vez por todas del temor de que, por coincidencia de voto, se les confunda con Vox

| José María Lozano Edición Valencia

No me consta que la Dirección General de Tráfico esté contemplando la posibilidad de obtener el carnet de conducir aunque se haya suspendido el teórico o el práctico (“tía, es injusto que las más listas lo saquen antes y más barato que las más tontas” pudiera estar pensando la señora ministra de igualdad mientras afila los dientes machistas en la pelea barriobajera con su antigua colega andaluza “la política, tía, no tiene descanso”). Resultaría un peligro evidente contra la seguridad vial.

Mucho más peligroso, para los interesados y para el conjunto de la sociedad, es que se pasen los cursos escolares alegremente se suspenda o no, y se terminen las carreras universitarias de cualquier manera (con becas incluso por debajo del cinco si hiciera falta) en un desprecio absoluto de la excelencia y el esfuerzo académico debido, socavando la autoridad del profesor y tratando al estudiante como a un idiota útil y feliz en un mundo exento de compromiso intelectual y ético.

He vivido esa política educativa en Cuba dónde, puntuando sobre cien, la media obtenida cada curso por un estudiante -desde la primaria a la universidad- se sitúa alrededor del noventa y ocho. El resultado objetivo es imaginable y el rendimiento académico real digno de desprecio. No han sido muy distintos al parecer, sobre todo en los últimos tiempos, los procedimientos venezolanos.

El presidente del gobierno ha encasquetado un tapabocas institucional de seis meses por persona interpuesta con desprecio absoluto de una oposición que no tiene a quien escribir, siquiera tiene quién le escuche.

Se han oído las primeras voces de alarma (vocablo de moda) entre los empresarios españoles al conocer el borrador de presupuestos, anunciado como un detergente por la pareja presidencial, y su corte comunista (gigantismo del aparato dirigente, dispendio subvencional en la compra de voluntades, subida de impuestos, etc.) precio del gasoil arriba o abajo. Aunque mucho me temo que, como ocurrió en Venezuela, el gran capital se acabe acomodando. Por interés o por desidia. Luego será ya muy tarde.

El sobeteo de la justicia y la permanente injerencia del poder ejecutivo sobre el judicial; las curiosas relaciones personales de sus titulares; los mecanismos para la elección, destitución y sustitución de responsables policiales al servicio de la investigación procesal de los jueces y un sinfín de medidas encaminadas al control efectivo de la actividad jurídica raya ya el abandono definitivo de la separación de poderes en nuestro país.

Sobre el desplante del presidente del gobierno al parlamento tras encasquetarle un tapabocas institucional de seis meses por persona interpuesta y el desprecio absoluto de una oposición que no tiene a quien escribir (siquiera tiene quién le escuche), incluida la chulería de su lenguaje gestual habitual para hacerlo patente, ha quedado casi todo dicho.

Los violentos profesionales, en Gamonal, en Bilbao o en Barcelona, con o sin el soporte financiero y logístico de los empresarios separatistas catalanes que se han paseado esta semana por el cuartelillo, afloran “apretando” de nuevo atemorizando al ciudadano y cabreando a policías y fuerzas armadas, buscando la provocación y el drama. 

Tengo para mí que, en esta ocasión como en la anterior, los populares debieran haber votado no (Arrimadas no tiene rumbo ni arreglo a mi juicio) y despojarse de una vez por todas del temor de que, por coincidencia de voto, se les confunda con Vox. No es, en absoluto, de recibo que desaparezca de nuevo el control parlamentario en España. Y está más que demostrado que Sánchez no es de fiar.

Así que vamos de mal en peor.

Los violentos profesionales, en Gamonal, en Bilbao o en Barcelona, con o sin el soporte financiero y logístico de los empresarios separatistas catalanes que se han paseado esta semana por el cuartelillo, afloran “apretando” de nuevo atemorizando al ciudadano y cabreando a policías y fuerzas armadas, buscando la provocación y el drama. Y robando, de paso, comercios destrozados previamente.

Todo es de libro, de manual de subversión en una sociedad dormida y adocenada que busca la calma a cualquier precio, incluido el de la pérdida definitiva de libertades y derechos. Otros, desde Hitler a Stalin, desde Castro a Chávez, ya lo hicieron con éxito para ellos y miseria para sus respectivos pueblos.

No me lo puedo creer -que es la frase más repetida entre los comerciantes, hosteleros y particulares que ya han visto truncadas sus vidas y deshechas sus finanzas- pero lo cierto es, que vamos de mal en peor.