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Y usted, ¿reza?

Cada vez más las personas analizan el problema de Dios desde el psicologismo que todo lo infecta, aunque sea de manera tácita.

| Eduardo Arroyo Opinión

 

El servicio de noticias de la San Diego State University ha publicado el resultado de un curioso estudio realizado en la citada universidad por el profesor de psicología Jean M. Twenge. En el estudio colaboran también Ryne Sherman, de la Florida Atlantic University y Julie J. Exlin y Joshua B. Grubbs, de la Case Western Reserve University. Los investigadores trabajaron sobre 58,893 encuestados, una muestra representativa de los años comprendido entre 1972 y 2014, para determinar que hoy hay cinco veces más estadounidenses que no rezan de los que había a comienzos de los años 80 y el doble de estadounidenses que no cree en Dios (Twenge J.M., Exlin J. J., Grubbs J. B. 2016. Declines in American Adults’ Religious Participation and Beliefs, 1972-2014. Sage Open DOI: 10.1177/2158244016638133).

Según el trabajo, los norteamericanos son hoy menos propensos a participar en servicios religiosos o, simplemente, en creer que la Biblia está inspirada por Dios. La disminución más acusada de creyentes se produce en el intervalo comprendido entre los 18 y los 29 años. Sin embargo, sorprendentemente se ha producido un aumento en el número de personas que creen en la vida ultraterrena. Según el investigador principal Jean M. Twenge, “resulta interesante que menos gente participe en la religión o rece pero que crean en el más allá. Podría ser parte de una forma dominante de mentalidad según la cual puede conseguirse algo a costa de nada”.

La reflexión de Twenge vale la pena de ser comentada porque liga la increencia y la falta de compromiso con una conducta puramente irracional; es decir, con la idea de que la recompensa de la otra vida, vinculada en casi cualquier religión al esfuerzo en ésta, deja de guardar relación con los méritos para enlazar con las propias apetencias personales o, simplemente, con las querencias más primarias del propio ego diminuto.

La idea es: “A mi me gusta pensar que no voy a morir para siempre, por lo que [del hedonismo] de esta vida pasaré directamente al Más Allá”. Esta mentalidad, en ruptura radical con la tradición religiosa ancestral, no es otra cosa que una pura proyección egótica. No es raro porque cada vez más las personas analizan el problema de Dios desde el psicologismo que todo lo infecta, aunque sea de manera tácita: pocos o ninguno dan cuenta de una reflexión en profundidad sobre Dios. De ahí que el filósofo de la Universidad de Notre Dame (Indiana, EEUU), Alvin Platinga, calificara la increencia o el ateísmo como una conducta completamente irracional, que solo es admisible en términos de rechazo hacia la limitación radical en la autonomía del sujeto que la idea de Dios implica, pero no por el hecho de que el ateísmo sea una idea derivada de la información con la que nos provee el mundo que nos rodea.

El último libro de Alister McGrath, "La ciencia desde la fe", de reciente aparición en España, va en este sentido.