| 23 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Las 4 leyes que protegen la salud sin necesidad de eternizar el autoritarismo

¿Salud o economía? Para el autor es un falso dilema: no hay por qué elegir, se pueden proteger las dos. Eso le lleva a pensar que el plan del Gobierno es otro. Y muy inquietante.

| Fernando de Rosa Opinión

 

 

La frase de George Orwell "en tiempos de engaños universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario", refleja claramente la nueva normalidad que nos viene anunciando Pedro Sánchez y que Pablo Casado le lanzó como un dardo en el Congreso de los Diputados en la sesión última sobre un nuevo estado de alarma.

A la vista de esta cita, es necesario denunciar que la nueva “era orweliana” tiene que ser desmontada democráticamente sin poner en peligro la lucha contra la crisis sanitaria. Por un lado, al abstenerse en la votación sobre la prórroga del estado de alarma, el Partido Popular ha sido leal con los españoles evitando que el caos socialista provocara mayores daños a la sociedad, puesto que el andamiaje normativo tramposo no puede ser desmontado de forma abrupta sino que tienen de margen estos próximos 15 días.

Esa es la razón de la abstención en la votación de una nueva prórroga. Se trata de una tarjeta amarilla como fase previa a la tarjeta roja de expulsión del terreno de juego.

En lo referente al ejercicio de los derechos fundamentales, es necesario que cuanto antes volvamos a una normalidad, pero no a la "nueva normalidad" a la que nos quiere llevar el Gobierno. No podemos estar en situación de anormalidad constitucional por más tiempo.

De hecho, el artículo 116.3 de la Constitución, contempla que un estado de excepción no pueda durar más de 60 días. Es absurdo, que este estado de excepción encubierto en el que nos ha metido el Gobierno, pueda prolongarse más allá del plazo máximo previsto constitucionalmente. Es necesario recuperar, con las garantías sanitarias necesarias, el disfrute de los derechos y libertades. Por eso no se apoyó la nueva prórroga y se votará no, si se produce una nueva petición.

 

La abstención del Partido Popular ha sido una decisión pensada, estudiada, analizando los pros y contra ante esta situación que estamos viviendo por culpa de la pandemia del Covid-19, y sobre todo, analizando el art. 116 de la CE que permite una situación de excepción constitucional con un margen de 60 días.

Los dos meses que ya llevamos confinados deben ser para todo demócrata, el límite para restringir derechos y libertades. Por lo tanto, todo partido que apoye una nueva prórroga de forma expresa se estará poniendo en estado de excepcionalidad -democráticamente hablando- y deberá explicarlo de forma nítida, porque será muy difícil de entender por los ciudadanos. No valdrán estrategias para resucitar electoralmente porque la verdad les tumbará.

En tres ocasiones el Partido Popular ha apoyado el estado de alarma porque estaba dentro de ese límite de sesenta días que la Constitución establece de forma indirecta en el art 116. El objetivo era salvar vidas y ser responsables y leales con España.

 

 

Sin embargo, el Gobierno ha hecho un uso abusivo y arbitrario de las extraordinarias facultades que se le dieron con la declaración del estado de alarma. Para la cuestión sanitaria, había que arrimar el hombro, a pesar de los insultos de la dóberman socialista, porque así estamos al lado de los españoles.

Sin embargo, durante ese tiempo, el Gobierno ha ninguneado a la oposición y a las Comunidades Autónomas, ha cometido error tras y error, y con un orgullo insultante, ha dicho que de nada tienen que arrepentirse. Pero lo peor es que el estado de alarma ha sido utilizado para limitar numerosos derechos fundamentales, con un claro “tic” autoritario.

Dispone ahora de 15 días para replantear su hoja de ruta en la lucha contra la pandemia. Y en esa hoja de ruta no deben tener cabida las actuaciones altivas y unilaterales. Durante este tiempo el Gobierno debe poner en orden la normativa para que podamos realizar una desescalada en condiciones.

Los ciudadanos tienen que saber que sí hay Plan B. Hay cobertura normativa que nos permitiría hacer frente a esta realidad sin estar en estado de alarma. Dentro de ese marco normativo, el Gobierno deberá seguir velando por la protección del derecho a la salud de todos, y además, reactivar la economía, si no, los estragos en paro y destrucción de empresas van a ser absolutamente insoportables.

¿Asaltar los cielos?

Hay múltiples leyes en nuestro ordenamiento jurídico que pueden utilizarse para volver a la normalidad democrática: Ley de Salud Pública, de Protección Civil, Ley de Seguridad Nacional, Ley de Seguridad Ciudadana, entre otras.

Por eso no es cierto lo dicho por Sánchez de que la alternativa al estado de alarma es el caos, porque es desconocer nuestro ordenamiento jurídico, y solo nos hace pensar que el caos es él mismo. Cualquier partido político que colabore en esta falsedad actúa por simple estrategia electoral: unos para no morir, otros para obtener ventajas y otros para cambiar la sociedad e intentar “asaltar los cielos".