La remontada del Valencia ya es un hecho

Todo éxito lleva aparejados términos como el sufrimiento y la agonía para el Valencia CF en la actual campaña del Centenario. En el duelo que nos ocupa, ni la endeblez defensiva local, ni la pérdida de identidad que no deja de trasladar a su parroquia el cuadro celeste con la ausencia de su referente Iago Aspas parecían - tampoco - hacer presagiar nada positivo para los de Marcelino durante el primer tiempo.

Mucho centrocampismo y sólo timoratos acercamientos. Así podría resumirse, por enésima vez a lo largo de este curso, el bagaje ofensivo che durante los primeros 45 minutos. Soler ponía a prueba los reflejos del meta celtiña Rubén Blanco sobre la media hora en la mejor oportunidad valencianista, al menos, hasta que llegó la habitual y tantas otras veces traumática desconexión. Y esta vez, vendría de la mano de un saque de banda... a favor.

El lío generado por Piccini y Coquelin fue de tales proporciones que únicamente una de las intervenciones del año en los guantes de Neto evitaba el ya casi cantado tanto del marroquí Boufal. Eso sí, quedaba el lanzamiento de esquina, en el cual Paulista y el propio Coquelin daban la espalada a un balón que fue introducido en las mallas valencianistas por el central mexicano Araujo ante la indecisión de Neto en la salida. Faltaban sólo cinco minutos para el intermedio, pero aún dispondría Parejo de un libre directo que Rubén, de forma apurada, mandaba por la línea de fondo.

Tocaba remar, y afortunadamente el Real Club Celta - como viene haciendo en sus últimas confrontaciones - iba a ofrecer todas las facilidades del mundo. Éstas no iba a tardar en manifestarse mediante el reflejo de la intención de su inoperante técnico - al menos hasta el momento, ya que abandonará mucho antes su puesto en el banquillo vigués que su inoperancia - de echar atrás  a sus once hombres. Gayá era el más destacado por parte visitante al profundizar con criterio por el costado zurdo en el marco de un dominio estéril que abarcaría los primeros 25 minutos de la reanudación.

El momento clave había llegado, de hecho, lo hizo instantes antes. El jugador con más frescura del actual Valencia saltó al campo poco antes de, mediante una genialidad propia de crack mundial, bajar al piso un centro del lateral de Pedreguer para alojar su remate, a bote pronto y con el exterior, en el ángulo largo de la red que defendía Rubén a los 71 minutos de juego. Sí, ese no es otro que Ferran Torres: un chaval al que sus dos golazos de la semana colocan ya poco menos que con el cartel de mejor activo valencianista para los próximos años.

El Celta se empequeñecía cada vez un poco más, y Gameiro - también recién entrado - iba a resultar por fin determinante al servir en bandeja de plata a Rodrigo el 1-2 para que el hispano-brasileño tuviera sólo que empujar una triangulación que el propio Ferran había iniciado. Corría el minuto 83, aunque Santi Mina y Garay habían dispuesto previamente de sendas ocasiones para sentenciar a un conjunto local resquebrajado dentro de un contexto de dominio che que demostraba que nadie estaba, como es obvio, conforme con otra igualada más. La respuesta local era inexistente, lo que propició que el discurrir del tiempo nos llevara hasta la pocas veces vista imagen de un Marcelino, abrazado por todos sus hombres, exultante. Como pasa en otras actividades de la vida - generalmente videojuegos-, el crédito ha sido renovado.

- Ficha técnica:

1 - Celta de Vigo: Rubén Blanco; Hugo Mallo, Roncaglia, Araujo, Juncá; Jozabed, Lobotka; Pione Sisto (Hjulsager, m.81), Brais Méndez, Boufal (Emre Mor, m.70); y Maxi Gómez.

2 - Valencia: Neto; Piccini, Garay, Gabriel Paulista, Gayá; Carlos Soler (Ferrán, m.61), Parejo, Coquelin (Wass, m.78), Cheryshev (Gameiro, m.61); Santi Mina y Rodrigo.

Goles: 1-0, m.40: Araujo; 1-1, m.71: Ferrán; 1-2, m.83: Rodrigo