| 26 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Pablo Iglesias, en Moncloa
Pablo Iglesias, en Moncloa

Pablo Iglesias entra en pánico por el desbordamiento de la cloaca de Podemos

El líder del partido está asustado. Los juzgados se le echan encima y las denuncias no son de un cualquiera, sino de alguien que sabe bien cómo funcionaban dentro del partido.

| Javier Rodríguez España

Pablo Iglesias está asustado. Lo disimula en público, pero la procesión va por dentro. "Sabe que tiene problemas", explican a ESdiario fuentes próximas a la cúpula de Podemos. El temor está justificado. Quien ha denunciado su último escándalo sabe de lo que habla: no es un enemigo político, ni un periódico crítico.

Se trata de José Manuel Calvente, el abogado que coordinaba los servicios jurídicos del partido hasta que Dina Bousselham se cruzó en su camino: se negó a participar en el montaje con su tarjeta telefónica, ése que le sirvió a Iglesias para denunciar una "cloaca mediática" mientras, en realidad, él guardaba el contenido del móvil de su amiga; y ahí empezó su tormento.

Fue despedido bajo una grave e infundada acusación de acoso sexual, y la única manera que ha debido encontrar para restituir su honor ha sido empezar a desmontar Podemos por dentro: primero con la famosa tarjeta de Dina, objeto de un siniestro mensaje con el que Iglesias se presentó ante el juez con una denuncia falsa.

Y ahora con el "dinero iraní", detallado por El Mundo tras años de comentarios al respecto. No es una novedad que el régimen de los ayatolás financiara programas de Iglesias en Hispan TV, su altavoz en Occidente, pero sí lo es la cantidad dedicada a ese fin y la posible opacidad contable que lo rodeó, con una cifra espeluznante: 9,3 millones de euros.

 

La denuncia de Calvente es seria: son 45 folios, presentados ante el juzgado de Instrucción número 42 de Madrid el pasado diciembre, en la que detalla el montaje de sociedades e interlocutores que habría canalizado el dineral iraní: un laberinto en el que aparecen la productora de Iglesias, la televisión persa y consultoras y personajes como Neurona y Juan Carlos Monedero, señalados como intermediarios de todo el montaje.

Es el "emperador de la cloaca", como le han bautizado en el Congreso los grupos opositores, conscientes de la endeblez de Iglesias y, por extensión, del Gobierno de Sánchez, que ha dejado de disfrutar de los disgustos de su socio: hasta hace no le venían mal, porque le mantenían controlado; pero la dimensión alcanzada ya no es buena para nadie.

Iglesias tiene miedo porque el denunciante no es alguien que pasaba por allí, sino un abogado de dentro que fue maltratado

La cloaca que empieza a percibirse en Podemos resucita las polémicas germinales en la formación, archivadas en distintos procesos judiciales pero nunca desmentidas del todo: una cosa es que no se pudiera demostrar que el partido se financió ilegalmente para nacer con dinero venezolano y otra, bien distinta, que no esté perfectamente demostrado que sí lo hicieron a título personal o con fundaciones los promotores de la formación.

Y algo así subyace en el "caso iraní", con una pregunta que expresan a este periódico fuentes jurídicas. "¿Dedicó o no el dinero que recaudaba la productora al partido?". De confirmarse, sería una irregularidad. "Pero de no hacerlo, quedaría ya claro que Iglesias sí se ha enriquecido con regímenes que no respetan la libertad", explican.

Dos líneas en el juzgado

Las dos líneas judiciales abiertas contra Podemos, una por Irán y otra por Dina, le acogotan. Ni la campaña contra el Rey, que explica su renovada apuesta por un referéndum republicano, tapa el olor a Caja B y a cloaca que sale ahora de Galapagar y se suma a los problemas de su pareja y ministra de Igualdad, Irene Montero.

"Hace dos meses la quemada era ella por el 8M y la pandemia; ahora el socarrado es él", cuentan desde sectores críticos con Podemos. "Y ya van en el mismo paquete. Si se va uno, se irá otro, la sucesión entre ambos es imposible". Pero mientras, lucharán como gato panza arriba, que nadie espere que se dejen doblar el brazo. El pulso no ha terminado, aunque de momento lo están perdiendo.