| 05 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Erasmus: historia de un éxito de la integración europea

En 1987, España envió a 95 estudiantes en el programa Erasmus. En la última edición casi 40.000 jóvenes viajaron por la UE y recibimos 45.800. ¿Cuáles son las claves del éxito?

 

Como resultado de un programa piloto de intercambios estudiantiles llevado a cabo entre 1981-1986, el año siguiente comienza oficialmente el Programa Erasmus tal como lo conocemos en la actualidad. En su primera edición, con 11 países de la entonces Comunidad Económica Europea adheridos al programa, 3.244 estudiantes europeos tuvieron la oportunidad de cursar estudios fuera de sus países de origen. Hoy, ese número anual se ha multiplicado por 100.da

El programa Erasmus original se ha adaptado a los nuevos tiempos y se ha hecho más ambicioso, integrándose desde 2014 en el Erasmus +, junto con otros también relativos al sector de la educación y la formación profesional (Leonardo da Vinci, Comenius, Grundtvig, Erasmus Mundus, Tempus, Alfa, Edulink y otros) y ampliando su alcance al ámbito del deporte.

La UE no sólo ha ido un paso más allá en los objetivos originales del programa Erasmus, sino que también lo ha acompañado de un generoso presupuesto de 14.700 millones de euros para el periodo 2014-2020, un 40% mayor que el del anterior periodo. De éste, aproximadamente un 70% se destinará a las acciones puramente educativas y de formación. Por otro lado, hablamos de un programa que año tras año aumenta su número de beneficiarios (182.697 en 2007, 272. 497 en 2014, en torno a 300.000 actualmente). Desde el comienzo de Erasmus +, el 1 de enero de 2014, dos millones de personas han participado en el programa, número que se espere alcance los cuatro millones hasta su finalización.

Mucho ha llovido desde que en 1987 España enviara a 95 estudiantes al exterior. El curso 2015/2016, España envió entre estudios y prácticas a 39.769 personas, mientras que recibimos 45.813. Italianos, británicos y alemanes ocupan el Top 3 de países que más erasmus nos envía. Por su parte, las universidades de Granada, la Complutense de Madrid y la Universidad de Valencia son las que envían más estudiantes fuera.

¿Cuáles son las claves de su éxito? Estadísticamente se observa que, cinco años depués de su graduación, la tasa de desempleo de los jóvenes que estudiaron o hicieron prácticas en el extranjero es un 23% más bajo que aquellos que no lo hicieron. Es posible que haya que tener en cuenta otras consideraciones socioeconómicas para determinar realmente si esto se debe en realidad a una mejor situación de base de aquellos que tuvieron la oportunidad de disfrutar una beca Erasmus. Sin embargo, las cifras de la UE reflejan que un tercio de los participantes en los programas de movilidad provenían de entornos desfavorecidos y, por otro lado, hay un esfuerzo real en aumentar la asignación económica que cada estudiante recibe en función del coste de vida del país de destino. Sin contar las diferentes ayudas estatales, regionales o de ámbito privado que en cada país miembro se ofrecen.

Pero los beneficios del programa van más allá de los meramente académico y profesional. Las relaciones personales y las redes que se construyen en este periodo son un valioso activo para la integración europea. El Informe Anual sobre Eramus + de 2016 recogía como amplísimos porcentajes de los participantes en el programa manifestaban que éste había incrementado su versatilidad y flexibilidad para adaptarse a situaciones y entornos diferentes; les había dado mayor confianza para afrontar nuevos retos; y les había enseñado a ser más tolerantes.

Esta última es la clave real del éxito: la tolerancia derivada del conocimiento del otro. No hay mejor manera de destruir prejuicios y estereotipos que encontrarse con el otro. Un programa como este, es la mejor herramienta de la que dispone la Unión para luchar contra los populismos. Éstos se aprovechan del desconocimiento del otro, lo cosifican y crean una distancia artificial que facilita el odio. El contacto con el contrario, permite conocerle y entender sus posturas, al tiempo que es posible replantearse las propias y alcanzar un compromiso o simplemente aceptar la diferencia.