| 04 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Gregorio Morán y Javier Paniagua en la sede de la Unesco en Valencia
Gregorio Morán y Javier Paniagua en la sede de la Unesco en Valencia

Morán es a Morón como cajonera es a equis

| Vicente Climent Edición Valencia

Contrariamente a mi costumbre, llego a la sala con manifiesta antelación. Habrá como unas cuarenta sillas. Sólo dos están ocupadas. Poco a poco se va completando el aforo en la Unesco valenciana.

Llega un momento en que la organización, es decir, el anfitrión, es decir, José Manuel Gironés, decide ampliar la primera fila con una silla. Luego pone otra detrás. Gironés sale presuroso de la sala. Miro a mi alrededor y pienso que el único en activo debo ser yo. Bueno, no, hay uno sorbiendo un granizado en vaso con cúpula y pajita que seguro que es más joven.

Entra Gironés a la misma velocidad con la que salió. Ciprià Císcar -lo siento- cada vez se parece más de perfil al señor Burns. Sale Gironés. Aparece el disertador con sombrero. Con Gregorio Morán, contento y también con sombrero, Javier Paniagua, el convocante. Veo otro sombrero, pero no sé a quién lleva debajo.

Esto es serio: el presentador se parece al de El Último de la Fila. Pero está de pie junto a la primera. Entra Gironés con unos libros. Yo creo que ya somos cincuenta, y que sumamos por lo menos tres milenios. Sale Gironés, pero enseguida vuelve a entrar. Se sienta en la silla adicional de la segunda fila. Aguanta poco. Se levanta y empieza a sacar fotos. Me planta una silla a la izquierda.

Me he sentado cerca de la puerta, pero ahora la tengo cada vez más lejos. Morán empieza a hablar. Advierte de que le queda poca voz. El amplificador no para de emitir luces de colores, se ve que por las noches tiene otro uso. Los asistentes menean las cabezas buscando huecos por los que leerle los labios a Morán. Para confirmar. Paniagua, junto al conferenciante, se echa hacia atrás y se concentra mirando al techo.

Pasa una máquina de la limpieza. El señor que tengo detrás se impacienta. Ladra un perro. Alguien mueve su silla diez centímetros a la siniestra. Ladra mucho. No salgo de mi asombro cuando compruebo que le imitan dos más desde puntos distantes de la sala. En el ladrido no, en mover la silla hacia la puerta. Entra un coche por la calle peatonal en la que estamos, ¿a que parece mentira? Sale.

Se oye poco, pero bueno. Alguien cierra una ventana. Alguien cierra la puerta. Ya se entiende mejor lo que pasa en Cataluña. Lo explica Morán, que empieza por Pujol y acaba con Torra(=Abascal). Sobre el papel, claro. Lo de acabar. Lo otro he leído en una posterior reseña periodística que lo dijo. Era lo único que no estaba codificado.

Su libro se llama 'Memoria personal de Cataluña'. Lo ha escrito un asturiano que confiesa una relación no sé si dijo “agradable” o “simpática” con Valencia, y que entiende sin necesidad de ser de allí lo que pasa al norte a la derecha. Aquí abajo pone a la misma altura de su indiferencia “Hispanidad y Países Catalanes”. Miren si entiende.

Morán, de 72 años, tiene una densa trayectoria como periodista y escritor. Le censuraron una columna titulada “Los medios del Movimiento Nacional catalán”. En La Vanguardia. Nadie entiende aún por qué. También le cancelaron la edición en Planeta -salió finalmente con otra- del libro “El cura y los mandarines. Historia no oficial del bosque de los letrados. Cultura y política en España”. Tiene más libros. Entre ellos, “Adolfo Suárez: historia de una ambición”. Y cuenta muchísimos artículos a sus espaldas, desde la Transición hasta nuestros días.

Antes de la reinstauración de la democracia en España, a Álvaro de la Iglesia se le adjudicó una viñeta en La Codorniz cuyo texto era una simple regla de tres: “Bombín es a bombón como cojín es a equis. Me importa tres equis que me cierren la edición”. Morán es más serio, dónde vas a parar. Pero podía haber firmado eso. Al menos, ahora. Como yo en este momento. En mi caso bastaría escribir “Morán es a Morón como cajonera es a equis”, donde equis es un tipo de mosca.

A la hora y media, ya sin títeres con cabeza, un asistente anuncia que va a hacer tres preguntas. A la segunda salgo a buscar a Gironés. Pero debía estar dentro.