| 14 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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El deplorable espectáculo de una izquierda convertida en una jaula de grillos

Sánchez e Iglesias han pisoteado la imagen democrática de España con un impúdico y fracasado cambalache de cargos que retrata su único proyecto: lograr y conservar el poder.

| EDITORIAL Editorial

 

 

La variopinta, enfrentada y a menudo folclórica izquierda española dio un espectáculo deplorable en el momento más solemne tal vez de la liturgia democrática, la investidura del presidente del Gobierno. Todas las insensateces, contradicciones, caprichos y superficialidad de sus dos principales líderes, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, quedaron en evidencia con estrépito en una sesión vergonzosa que terminó en fracaso.

Desde 2015, ambos partidos han hecho lo imposible por desestabilizar la política española, forzando repeticiones electorales y mociones de censura para, una vez lograda en las urnas la posibilidad de conformar Gobierno, fracasar en el intento con un ruido inaceptable y por unas razones lamentables.

Lo único que unía a formaciones tan dispares como PSOE y Podemos y a otras tan extravagantes y perniciosas como ERC o Bildu era su odio casi enfermizo por el PP y Rajoy; y una vez derribado ese tótem se han exhibido sus vergüenzas. Que no son pocas.

Arrogantes y codiciosos

De un lado, las de un arrogante Sánchez que, con solo 123 diputados, se ha saltado la obligación elemental de buscar socios estables y acuerdos concretos para completar sus contadas fuerzas parlamentarias; exigiendo a rivales como PP y Cs que le apoyaran mientras negociaba en público, con un impudor sin precedentes, los cambalaches de puestos y sillones con Iglesias.

Y de otro, Podemos, que tras lograr convencer a la opinión pública de que la dificultad de una coalición era achacable a la negativa de Sánchez, ha dilapidado un acuerdo que le otorgaba, nada menos, una vicepresidencia y tres ministerios.

Sánchez e Iglesias llevan desestabilizando a España desde 2015 para, al final, ser incapaces de entenderse en nada

Si incomprensible es que un aspirante a presidir España con 52 diputados de menos se permita reclamar cheques en blanco a todo el espectro parlamentario; ridículo resulta que un partido en caída desaproveche la posibilidad de acceder al Gobierno por un exceso de codicia.

Y la combinación de ambos factores retrata muy negativamente al conjunto de una izquierda que ha hecho lo imposible por lograr el poder, hasta el punto de pactar con independentistas, pero luego no sabe qué hacer con él cuando lo tiene.

Otro candidato del PSOE

La salida a esto no pueden ser unas nuevas Elecciones Generales, que serían las cuartas en cuatro años; ni tampoco que PP y Cs le regalen a Sánchez la investidura para que, a continuación, vuelva a apoyarse en sus socios de moción de censura mientras denigra a sus eventuales apoyos para desbloquear la situación.

Esto solo tendría sentido con Sánchez fuera, otro candidato del PSOE, y un programa de pactos de Estado firmes en ámbitos tan relevantes como el territorial, el económico, el laboral y el educativo. Justo donde menos clara está la posición en esa jaula de grillos.