| 23 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Isabel Bonig se pone en peligro

| Vicente Climent Edición Valencia

En la movida madrileña de los 80 Alaska, entonces con los Pegamoides, cantaba: “De pronto una cara, me caigo de espaldas, eres tu otra vez, oh no, odio, odio por ti”. Alaska podría ser hoy Isabel Bonig; la cara, la de Vicente Betoret; y odio, la palabra de moda en el PP. Cuentan que hasta Mariano Rajoy la esgrimió para describir el mal (odio de todos los demás) del que temía iba a morir Soraya Sáenz de Santamaría en el 19º Congreso del PP, y vale muy bien para describir al PPCV aquí y ahora.

Cuando a uno no le dan un cargo, malo. Pero cuando encima se lo dan a su enemigo, peor. Y eso ha pasado con la cúpula de los populares valencianos: le han dado despachos en Génova a muchos de los que -ya lo advertimos- estaban siendo poco o nada tenidos en cuenta por la organización valenciana. El paradigma es Vicente Betoret, ex-presidente provincial en Valencia, al que Bonig y compañía descabalgaron montando un pollo cuando se tenía que elegir mesa organizadora del congreso provincial en el que Betoret pensaba ser reelegido. Gestora, y hala, a otra cosa.

Este jueves hubo otro pollo con los mismos protagonistas en el centro: Isabel Bonig afeó a Pablo Casado el nombramiento de Betoret para una secretaría ejecutiva nacional (la Provincial) a la voz -según todas las crónicas- de “no es la persona adecuada”. ¿La ocasión elegida?, la primera disponible: la comida de Casado con líderes regionales tras el Comité Ejecutivo celebrado este jueves en Barcelona.

¿Por qué se ha descarado indisimuladamente la presidenta popular valenciana con el presidente español del PP, cuando hasta ahora ha venido apareciendo como formalmente neutral aunque en realidad trabajara en favor de los rivales de Casado (Sáenz de Santamaría) y Betoret (Mari Carmen Contelles)? Pues seguramente porque se siente rodeada.

Casado sabía quién es Betoret y qué sentimientos le inspira a Bonig. Previamente. Y después hizo lo que hizo, y le nombró lo que le nombró. Y no olvidemos que la Gestora provincial la puso Madrid, y Madrid la puede quitar en cualquier momento. Y que eso Bonig podría tomárselo como una desautorización (más) en toda regla. Tampoco le ha venido bien a la lideresa ver cómo se organizaba una cena de “casados” sin Casado este jueves en el Ateneo de Valencia. Toda una demostración de contrapoder. De hecho Bonig no acudió a este acto de agenda gastronómica pese a ser invitada a última hora. O quizá por ello.

Bonig es candidata a la presidencia de la Generalitat. El primero que la proclamó fue precisamente Pablo Casado, cuando era vicesecretario del PP. Y eso no parece que vaya a cambiar, salvo que Bonig quiera. O Casado le apriete. Para esto último bastaría conque hubiera más desafíos.

La confección de las listas municipales, especialmente la de Valencia, puede ser clave. Bonig tiene su candidato, pero no descarten que Génova (que es quien decide) tenga otro. Eusebio Monzó sigue sin ser militante del PP. Luis Santamaría ya está en la Junta Directiva. Además, los cristianos de María José Catalá no paran, y la madre de Esteban González Pons no le ha levantado el veto a volver a Valencia, que se sepa, pero habrá que estar atentos a las aspiraciones de María Dolores de Cospedal.

Yo sólo digo una cosa: si Casado ha sido capaz de no integrarse en la lista de Soraya, de conseguir que Soraya no se integre en su estructura, y de no nombrar a una mujer como secretaria general del partido, Casado es capaz de todo. Y Bonig, desde luego, está demostrando que también.

Betoret es diputado autonómico.