| 26 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Pedro Sánchez y Pablo Iglesias
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias

El Gobierno implanta el liberticidio y se entrega al separatismo a la vez

En un jornada negra, el Gobierno entrega la educación al independentismo y señala a la libertad de prensa y de expresión como objetivo político.

| ESdiario Editorial

 

España está viviendo unas horas tristes y negras por la acumulación de tragedias, desastres y escándalos con el mismo protagonista: un Gobierno negligente, sectario e irresponsable a la vez que  multiplica los estragos de a crisis sanitaria con sus delirios ideológicos, sus fracasos económicos y su sectarismo liberticida.

A la vez que la pandemia disparaba su cifra de muertos a niveles de abril, con cerca de 400 en un solo día, se ejecutaba el mayor ataque a la cohesión de España con una burda concesión al independentismo en materia educativa, la herramienta utilizada durante lustros en Cataluña y el País Vasco para generar una tensión rupturista hoy ya muy extendida.

Y se remataba tan infausta concesión con otro paso más en la implantación de la LOMLOE o "Ley Celaá", un despropósito que no aborda ninguno de los problemas reales de la educación española, resumida en tasas tercermundistas de fracaso y abandono escolar; pero ahonda en todos sus prejuicios ideológicos.

Lo mismo que se cede al separatismo en las Comunidades gobernadas por él, se lo arroga el Gobierno en el resto de España, desatando una persecución, cuando no prohibición directa, de todo aquello que contrarresta el proyecto sectario y excluyente de PSOE y Podemos

Se acosa a la educación concertada, tan pública y tan rentable para el Estado como la que más; se implanta un canon ideológico que coarta la libertad para intentar fabricar ciudadanos adaptados a su modelo; se persigue la Religión; se compran voluntades con el aprobado general; se trocea el programa lectivo en función de los intereses de cada región y se renuncia a un criterio nacional de selección del profesorado para que cada autonomía lo haga como estime.

 

Un desastre educativo, en toda regla, que hipoteca el futuro de un país ya retrasado en este ámbito a cambio del efímero beneficio para el Gobierno de un apoyo a sus caóticos presupuestos. Y quizá para que no se pueda contar la verdad como es, a la vez se ha publicado en el BOE la síntesis del liberticidio que encarna Sánchez.

El Gobierno aprovecha la pandemia y la ruina para progresar en su proyecto liberticida, sectario y empobrecedor

Su "Comisión de la Verdad" pretende convertir al Gobierno en tutor de la libertad de información en España, con la excusa de perseguir las fake news que, en realidad, nadie fabrica como Moncloa: ahí tienen un último ejemplo en la exclusiva de ESdiario sobre cómo Fernando Simón difundió una escandalosa mentira para tapar a Sánchez e Iglesias saltándose irregularmente la cuarentena en marzo.

Que con un estado de alarma vigente que reduce los controles parlamentarios y judiciales el Gobierno se atreva a arrogarse la capacidad de decidir qué es información veraz y qué no lo es, confirma la deriva autoritaria ya bien conocida con el intento de asalto al Poder Judicial , el nombramiento de una comisaria política como Fiscal General o el impúdico acoso a la cúspide de la Constitución, simboliza en el Rey Felipe VI.

Dotar a los propagandistas de Sánchez, el presidente que ha hecho del engaño, la negligencia y la mentira su única estrategia política, de herramientas legales para intervenir en uno de los derechos definitorios de la democracia; es un horror sin paliativos que no justifica el razonable objetivo de cercenar los bulos.

Las fake news son de Moncloa

Ninguno de ellos tan grave, por cierto, como los que han jalonado la trayectoria de un presidente que lo es tras haberse comprometido ante los electores a no pactar nunca con todos los partidos que ahora le sostienen. O que ha ocultado información tan esencial como el número de muertos reales por coronavirus en España.

Con España asolada por el virus y hundida por la regresión económica, padecer a un Gobierno que aprovecha esa triste circunstancia para ahondar en su proyecto ideológico es la mejor prueba de lo peligroso que es y de los pocos límites que se impone. Alguien tiene que parar esto, y de nuevo todas las miradas hay que fijarlas en Europa y en la poca prensa independiente que va quedando.