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Torrent, en el Parlament en junio del año pasado
Torrent, en el Parlament en junio del año pasado

Torrent, el funcionario del independentismo que perseguía a la bandera de España

El nuevo president del Parlament lleva ocupando cargos públicos desde que tenía apenas 20 años. Aunque algunos le tildan de moderado, su trayectoria le acerca al ala dura del soberanismo.

| Rafa Rodríguez Opinión

Se llama Roger Torrent, es el nuevo presidente del Parlament de Cataluña en sustitución de la controvertida Carmen Forcadell y de él puede decirse que es un auténtico funcionario del independentismo: con apenas 38 años, no se le conoce otra dedicación que no sea la de cargo público, siempre en nombre de ERC, siempre con el independentismo por bandera.

Quienes intentan ser benévolos con él destacan sus aficiones literarias, su pasión por el ensayo y su carácter tranquilo, aunque lo más destacable que ha hecho hasta ahora contradice esa visión idílica de sus partidarios: en 2012 multó con 900 euros a un vecino de Sarria de Ter, municipio de Girona del que fue alcalde, que intentó que ondeara la bandera de España en el Ayuntamiento, tal y como marca la ley. Su pretensión acabó en denuncia y, eso sí, la reducción de la sanción a 450 euros por pronto pago.

Con Puigdemont

El otro episodio que le dio una cierta publicidad, antes de este nombramiento, fue el protagonismo que alcanzó como uno de los alcaldes más activos en la polémica visita de varias decenas de regidores a Bruselas el pasado noviembre, para participar en un homenaje a Puigdemont con la varita municipal en ristre que fue pasto de incesantes memes en las redes sociales. 

 

 

Fuera de su pueblo, poco más se conocía de quien ahora regulará las sesiones en el Parlament, un auténtico militante del soberanismo, devoto de Junqueras y con nula experiencia fuera de la política: con 20 años ingresó en las juventudes de ERC, fue asesor en su Ayuntamiento y a partir de ahí todo fueron ya cargos públicos de alcalde, concejal, diputado autonómico, portavoz adjunto de Junts pel Sí y finalmente presidente del Parlamento.

 

Un irreconocible Roger Torrent en las Catalanas de 2012

 

Una carrera meteórica para la que algunos presagian un nuevo estilo, más moderado, como gestor de la cámara catalana: sea realidad o ficción, lo que sí se da por hecho es que no se saltará la ley con la misma temeridad que llevó a su predecesora, a la que admira profundamente, al banquillo de los acusados y a la prisión preventiva durante unas horas.

Esa imagen apaciguadora, e incluso poco complaciente con Puigdemont en la actualidad, se compadece mal con casi todas sus manifestaciones de los últimos meses, siempre en la línea más dura, plagada de los mantras del separatismo: las elecciones del 21D eran "ilegítimas", los reos del procés "presos políticos" y la defensa de la Constitución "un golpe de Estado".

La evolución

En sintonía con el depuesto líder de Podemos en Cataluña, Albano Dante Fachín, y en general con los jóvenes más radicales del soberanismo, envuelve el verbo duro en guante de seda y es señalado como uno de los nombres del futuro para la política catalana.

Para ello se ha preparado, con una evolución más física que ideológica: en las ideas apenas ha cambiado, pero su aspecto ha evolucionado del chaval sin barba y gafas, con pinta de entrañable pagafantas; al de un rocoso y barbado dirigente que gusta bastante a la población femenina.

 

 

Politólogo de formación y experto en urbanismo, con un máster sobre esta materia y otro en comunicación política; Torrent fue además uno de los activos de la Associació Catalana de Municipis (ACM), la entidad que más ha defendido la confrontación con España en el ámbito municipal.

En 2012 Torrent pedía la abolición del Ejército y defendía el cannabis

El pasado 11 de octubre, el ahora presidente del Parlamento fue muy lejos y manifestó que la Declaración de Independencia era "efectiva" y que ya se había pasado el tiempo para negociar con "el Estado".  La clave es si ahora mantendrá esa posición o si, por contra, se limitará a la vieja retórica soberanista sin tomar decisiones ilegales para intentar coronar sus objetivos.

Muy en breve se despejará la incógnita: aunque en Moncloa se da por supuesto que Puigdemont no será presidente de la Generalitat y no podrá ser investido a distancia, por las manos de Torrent pasará la decisión de intentar permitir esa investidura o, por contra, frenarla con el reglamento en mano dentro de un acuerdo entre ERC, CUP y Junts que, dicen, ya está cerrado aunque aún se juegue a la confusión.

Aquel mozo de 2012

Cuando en 2012 Torrents se presentó a las Autonómicas con ERC, su partido y él redactaron un programa electoral que hoy nadie recuerda pero que, sin embargo, da buenas pistas de muchas de las cosas que ahora suceden: entonces pidieron la abolición del Ejército, la eliminación de las instituciones europeas de Luxemburgo y Estrasburgo en favor de una única en Bruselas o la legalización del cannabis.

De aquel Roger con cara de buen chico, de yerno ideal; al Torrents de ahora, apenas median seis años. Suficiente para que un mozo de un pueblo de 5.000 habitantes haya dado el salto político de su vida. Quién sabe aún si a la gloria o al vacío.