| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El incendio de Segorbe el pasado junio
El incendio de Segorbe el pasado junio

¿Por qué uno es pirómano?

¿Un pirómano nace o se hace? ¿Qué provoca la transformación en un delincuente de estas características? ¿Se puede tratar? ¿Cómo se les identifica? Las respuestas piscológicas son éstas.

| Pilar Enjamio (*) Opinión

La primera diferenciación a subrayar en un incendio es el rasgo de intencionalidad o no intencionalidad. Distinguir entre azar, maldad o patología. Un error humano o despiste de tirar un cigarro o una cerilla encendida puede causar un horror que nada tiene que ver con la piromanía.

Un pirómano no es un psicótico; pero un psicótico sí puede tener rasgos de piromanía

La segunda distinción es entre piromanía y psicosis. Un pirómano no es un psicótico pero un psicótico sí puede tener un rasgo de piromanía, coexistiendo con otros signos en su anómala personalidad. En la piromanía hay intencionalidad mientras que en la psicosis no se es consciente, debido al desdoblamiento de personalidad.

Como una droga

En este último caso lo imaginario es percibido como real en una especie de alucinación. El pirómano es obsesivo compulsivo y tiene una imperiosa necesidad de eliminar esa angustia tensional, una inquietud constante. Hace fuego y disfruta contemplándolo porque en su mente distorsionada es como si quemara o eliminara hechos o situaciones.

Este acto de visionar el fuego le libera tensión y le relaja momentáneamente y conoce el daño pero tiene maldad. Se ha instaurado un círculo vicioso y, al igual que alcohólicos y drogadictos, cada vez necesitan más dosis para que se produzca el mismo efecto. Se creía que los niños con hiperactividad o hiperkinesia y trastorno de déficit de atención eran potenciales pirómanos debido a su impulsividad y a no focalizar su atención.

El caso de un menor

No lo creo, lo reduciría a la coincidencia. Se inicia a edades tempranas en niños que sufren bajo rendimiento escolar, fracaso, dificultad para relacionarse, aislamiento, frustraciones emocionales y sufrimiento por las mismas. He conocido en un hospital a un menor de 7 años en tratamiento psiquiátrico después de haber quemado varios contenedores.

Lo extraño era que estuviese en una misma habitación que un menor con sueroterapia por una gastroenteritis. Su madre lo rechazó al nacer, quedándose al cuidado de su abuela. El niño no valoraba el sacrificio de su abuela sino que la consideraba culpable de no estar con su madre.

 

Empezó a quemarle papeles y disfrutaba con ello. Lo siguiente fue quemar ropa y, además de disfrutar haciendo daño, creyó que volvería con su madre. No fue así, se hizo carga su tía. Entonces decidió quemar los contenedores. Al inicio del tratamiento afirmaba que al salir del hospital quemaría una gasolinera. Lo que empezó como una llamada de atención a su familia se convirtió en una psicopatía.

Tiranos

Ejercía bastante su tiranía y más de una vez tuvieron que advertirle apagase la televisión de madrugada porque molestaba a los enfermos. Se distraía con juegos violentos, nada aconsejable. Sabemos crean patologías en personas normales y en personalidades ya enfermas no hacen más que acentuarlas.

No podemos olvidar tampoco como causantes del fuego a los terroristas ambientales, contratados para destruir fauna y flora. Ni tampoco a los fuegos que se realizan para ocultar pruebas de un asesinato u homicidio. Recordemos el caso del matrimonio quemado con su casa. O el triple crimen de Villajoyosa, primero matando a puñaladas a dos menores y a un adulto, hijos y madre del agresor; y seguidamente quemando todo el escenario.

Debemos cuidar el ambiente, que es nuestra vida, el aire que respiramos y controlar a los pirómanos, psiquiátrica o legalmente según se tercie.

 

Pilar Enjamio es psicóloga