Chiquetete desacredita a Raquel Bollo y confirma, así, sus peores temores

Alejado de los grandes escenarios que antaño arropaban a Antonio Cortés, Chiquetete está rememorando los momentos más dulces de su carrera profesional en su nueva gira por España. Empeñado en convertirse en leyenda viva del cante flamenco y alejarse por siempre, de las polémicas familiares que enturbiaron su carrera profesional, Chiquetete resurge de sus cenizas como el Ave Fénix, y lo hace acompañado de sus dos hijos mayores, nacidos de su primer matrimonio con Amparo Cazalla, después de que Carmen Gahona consiguiera unir limando las asperezas del pasado auspiciadas con su segunda mujer Raquel Bollo.

Carmen Gahona, mujer que es conocida por no tener pelos en la lengua, los quiere con locura y asegura a todo el que la quiera escuchar que son una bendición, pero no quiere ni oír mentar “al de la Bollo”.  Rocío a los coros y Francisco a la guitarra, más centrado en sacar disco y continuar con la estela de su padre, le acompañan en este resurgir musical. Las canciones de Chiquetete acunaron varias generaciones, transmitiendo sus letras de padres a hijos, lo que provoca que familias enteras las tatareen durante esta gira.

Y aunque Chiquetete no es el de antaño, aún conserva el color de su voz y la prestancia ante un público entregado a su repertorio, a pesar de ayudarse de un atril para no olvidar los versos de las canciones que le encumbraron a la fama, pero que si le sirven para desterrar por siempre los sonetos sueltos que tanto marcaron “la cobardía” que se asentó durante los años de turbio matrimonio junto a Raquel Bollo, reconvertida en comentarista de su vida y pasado que tantos beneficios económicos le reportaron saltando de plato en plato, y aún hoy sigue haciéndolo.

Por cierto, me cuenta mi querida amiga Rocío Siles, farmacéutica de profesión y convertida en corresponsal veraniega por las playas gaditanas, que “entre bastidores se intercambian miradas de complicidad y cariño”, y a pesar de que algunos prefieran y se atrevan a calificar esta relación de quince años como una “sociedad mercantil”, lo cierto es que son unos buenos compañeros de viaje en este trayecto llamado vida. Carmen le regala la admiración que todo artista necesita para continuar y él le brinda la fragilidad de sentirse amado.

Las miradas cómplices, no se pueden ni se quieren ocultar. “Están serenos, felices y relajados”, me insiste mi confidente, “Chiquetete la busca constantemente en el escenario con miradas de amor y Carmen, que se sabe todo su repertorio, se las devuelve entre bastidores”. Ambos intentan seguir adelante con su relación, sin más idas y venidas, que la de los kilómetros recorridos en esta gira y alejados de polémicas que puedan volver a enturbiar su relación. Atrás quedan esos años de turbulencia. La estabilidad que le dieron esos catorce años de convivencia con Carmen Gahona han tenido su recompensa, se les nota y se sienten unidos y una vez superado el bache del pasado mes de marzo, cuando el propio Chiquetete confirmaba que a pesar de adorar a Carmen no conseguían entenderse, dando por finiquitada su relación.

Una relación que sufrió los embistes de una Raquel Bollo obsesionada con minarla y quizás ahora más arrepentida que dolida, de que el heredero del artista y al que tienda su mano sea a su hijo mayor Francisco Cortés Cazalla, y no Manuel Cortés Bollo, hijo pequeño del artista, que intenta abrirse camino, sin demasiado éxito, en el difícil mundo de la música y cuyo nombre no sólo no le ayuda sino que según los entendidos no ha heredado el duende de su padre. Sólo el destino desvelará cuál de sus herederos perpetuaran la saga Cortés, evitando que antiguos episodios del pasado repitan su karma.