| 17 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Asaltar los cielos

El autor rememora el auge y caída de Pablo Iglesias, con una curiosa teoría sobre cómo fue usado y qué ha quedado de aquel legado instalado peligrosamente en la sociedad.

| Samuel Vázquez / CdV Opinión

 

 

No sé si ustedes lo recuerdan pero en el amanecer de Podemos lo jóvenes burgueses que venían a tomar el cielo por asalto repetían un mantra constantemente: la deuda es ilegítima, no la reconocemos y cuando lleguemos al poder no la pagaremos porque ese dinero se necesita para políticas sociales.

Cinco años después de la enésima revolución patrocinada desde el poder para que el efecto rebaño haga mucho más fácil manejar el descontento, de lo único que han podido presumir por twitter esos mismos jóvenes después del mandato de gobierno de Manuela Carmena es de que la alcaldesa ha reducido la deuda.

Goebbels y Gramsci crearon los aparatos de propaganda más efectivos que conoció el siglo XX, y entre sus máximas estaba la de la perversión del lenguaje: si lo hacen los otros “los recortes matan”, si lo hacen los míos se llama “reducción de deuda”.

La cuenta corriente

Querían asaltar los cielos pero sólo traían debajo del brazo una escalera de pintor vieja. Hoy en España gobierna el mismo partido que gobernaba cuando estalló el 15M, y en Madrid ¿quién gobierna?, el mismo partido que gobernaba cuando estalló el 15M. Disidencia controlada, otra victoria del poder.

¿Qué es lo que ha cambiado entonces?, pues básicamente la cuenta corriente de aquellos un poco más listos a los que el establishment puso el altavoz en la mano para que guiara al rebaño y luego pagó con 30 monedas de plata. El líder de la revolución tiene ahora un marquesado.

No hay mayor victoria del establishment de poder que hacer creer cada cierto tiempo a una generación que está iniciando una revolución que va a cambiar el mundo para que al final no cambie nada.

 

Cómo se escogió al líder no fue baladí, un intelectual de baratillo desconocido para el gran público pero no para ellos. Tertuliano de televisiones como Intereconomía o La 13 donde se llevaba autenticas tundas de opinadores como Jiménez Losantos, incluida aquella mítica frase de “me recuerdas a mí cuando era gilipollas”.

Mileurista recién salido de la cafetería de la facul que se desempeñaba como profesor sustituto de una asignatura para dar una baja en la facultad donde mandaban los suyos, la Complutense de Madrid, que fueron quienes le enchufaron. Jamás obtuvo plaza alguna por méritos.

Roma no paga traidores pero el poder en España sí, vayan a ver su choza y verán como sí.  Puede que haya dos o tres personas que conocieran que el final del movimiento que iba a cambiarlo todo sería el de no cambiar nada, el resto se ha ido tirando del barco de una u otra manera según han ido descubriendo el engaño en el que es ya el mayor Juego de Tronos de la política en democracia.

La historia es así: los tiempos eran malos para el socialismo que iba a cosechar la mayor derrota de su historia, y se temía la desaparición del partido como en Italia, así que se movilizó a la parte más manipulable de la sociedad en la calle para que en vez de quedarse en casa fueran a votar, no por el PSOE pero sí para cualquier muleta que les permitiera sobrevivir.

Cinco años después de la enésima revolución patrocinada desde el poder para que el efecto rebaño haga mucho más fácil manejar el descontento

La idea era asaltar Izquierda Unida, pero los antaño comunistas eran ya una pieza más del juego del poder político y la vieja guardia no entendía de ideas, sólo de poltronas, así que no se dejaron.

No obstante IU dobló sus votos después de la epopeya de indignación dirigida desde arriba, y en el papel de engañados, como siempre, los de abajo.Eso permitió entre otras cosas no perder Andalucía, lo que se había considerado un punto de no retorno.

Pero la chavalería rebelde decidió ir por libre, y si antes les manipulaban unos, ahora con las huestes de Mariano ya en el poder serían manipulados por los otros. El PP rescató una televisión que estaba a punto de cerrar y en quiebra, y les dejaron salir mañana, tarde y noche como a Emilio Aragón en el Telecinco de los 90.

Nuevo objetivo: dividir a la izquierda, y menguar las fuerzas del partido eterno rival: el PSOE. Cuando vieron que el monstruo crecía demasiado y una serie de alcaldías de ciudades importantes dieron la voz de alarma pasaron al plan B, esas mismas televisiones que antes ponían la alfombra roja, ahora se tornaban críticas.

Sabían que la pieza era caza menor, y también sabían que la revolución no era más que esa pieza menuda y con coleta. No dejaría el poder nunca, como todo comunista ansía el poder por encima de todo y jamás lo dejará aunque todo se derrumbe a su alrededor.

El megáfono

Sea como fuere los jóvenes siempre estuvieron manipulados, por unos u otros. Desde el cole, deberíamos ya informar a nuestros chavales que la política denosta el liberalismo porque 40 millones de personas en su libertad individual somos invencibles, pero colectivizados en rebaño sólo hace falta dominar al que lleva el megáfono, el resto sólo repite los eslóganes del líder.

La situación actual es de esperpento, las huelgas y manifestaciones que desde aquella de los artesanos del Valle de los Reyes contra Ramsés siempre han sido contra el poder, se hacen ahora de la mano de este.

El poder de control del estado es ya incontrolable. Puedes ver una manifestación feminista y en la pancarta de cabeza al gobierno en pleno… y ningún joven se hace preguntas. Así los quieren.