| 10 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Los cadáveres troceados de animales y expuestos en bandejas apenas duraban unos minutos en supermercados
Los cadáveres troceados de animales y expuestos en bandejas apenas duraban unos minutos en supermercados

Una oportunidad para reflexionar: ¿es necesario consumir tanta carne?

La compra irracional ha supuesto que los mataderos hayan estado estos días trabajando de forma intensiva ejecutando a miles de animales

| Raquel Aguilar * Edición Valencia

Estos días nos hemos visto en la obligación de cambiar nuestra forma de vida. Una pandemia, provocada por un minúsculo trozo de ARN en forma de virus que se va extendiendo como la pólvora por todo el mundo, ha puesto nuestros hábitos patas arriba.

Estos días comenzaron enseñándonos lo mezquinas que podemos ser a veces las personas, y lo fácil que es dejarse llevar por un miedo autoimpuesto.

¿Quién no ha visto los estantes de papel higiénico de los supermercados esquilmados día tras día antes de imponerse el estado de alarma?

Si bien esta absurda situación ha dado lugar a miles de ingeniosos memes, hay otras consecuencias de este demencial miedo al desabastecimiento que no tienen ninguna gracia, al menos, para mí.

Ver metros lineales de frigoríficos destinados a la venta de carne vacíos una y otra vez, me ha resultado tremendamente doloroso.

¿Por qué esa necesidad imperiosa de comprar carne? ¿Acaso el coronavirus se combate comiendo animales? ¿O es que tenemos previsto darnos un festín? Y si no vamos a comerla, ¿qué vamos a hacer con ella? Recordemos que es un producto perecedero. ¿Vamos a tirarla entonces a la basura? ¿Hemos pensado qué implica ésto?

Aunque lo presenten en coloridas bandejas, previo descuartizamiento para que, en lugar de ver el cuerpo al que pertenecieron sólo veamos filetes, chuletas, alitas o muslos, la realidad es que esa compra irracional ha supuesto que los mataderos hayan estado estos días trabajando de forma intensiva ejecutando a esos miles de corderos, pollos, pavos, terneros, cerdos y otros animales cuyos cadáveres troceados en bandejas apenas pasaban unos minutos en el supermercado.

¿Qué problema habría en no comer carne, aunque fuese unos días?

Hay personas que llevamos años sin hacerlo y nuestra salud no se ve para nada afectada. Al contrario, distintos organismos oficiales, entre ellos la OMS, han advertido de las consecuencias que el consumo de carne tiene en nuestro organismo. Por citar alguna de ellas, cada vez los antibióticos resultan menos efectivos a los humanos porque los tomamos en exceso a través de los animales que nos comemos. O el aumento de enfermedades cardiovasculares y enfermedades crónicas del hígado, que se han asociado también a un exceso de consumo de animales.

¿De verdad en un momento en que nuestra salud está en cuestión vamos a seguir machacándola?

Estos días de reclusión para la mayoría de personas, en que nuestro ritmo de vida ha aminorado forzosamente la marcha, es un buen momento para plantearnos muchas cosas.

A mí me gustaría proponerte una reflexión.

Siempre he pensado que la mayoría de personas no queremos voluntariamente hacer daño a nadie, tampoco a los animales. Sin embargo, el sistema en que vivimos inmersos, se encarga de lavarnos la conciencia a base de ocultar aquello que no queremos ver.

Pero que algo no se vea, no quiere decir que no exista.

Cada vez que veas un trozo de carne, cierra los ojos e imagina la cara del animal del que procede.

Y es que cada año se ejecutan en España 850.000.000 animales sólo para consumo humano.

850 millones de animales tienen una vida de reclusión y miseria para ser finalmente ejecutados y acabar en nuestros platos, e incluso muchos de ellos, en la basura.

¿De verdad es necesario consumir tanta carne, cuando a golpe de click tenemos sencillas, deliciosas y nutritivas alternativas alimentarias sin sufrimiento animal?

Sé que enfrentarse a este reto no es fácil, no te voy a engañar. También sé que es muy probable que no lo hagas. Al menos, ahora. No es fácil enfrentarnos a aquello que no nos hace sentir bien.

Sin embargo, si algún día decides dejar de comer animales sí puedo decirte que sentirás alivio. Porque en el fondo, sabemos aunque no queramos verlo (y te lo digo porque yo también comí carne durante muchos años), que nos estamos comiendo a alguien y no algo. Y eso no es algo de lo que enorgullecerse.

Estos días se presenta ante nosotros una ocasión única de reflexionar hacia donde queremos ir, como individuos y como sociedad.

Tal vez sea el momento de que valoremos considerar a quienes son de otra especie y cuestionarnos que el hecho de que padezcamos las personas las consecuencias de un virus, no debería implicar que los animales sufriesen, todavía más, por nosotros.

 

 

*Coordinadora provincial de PACMA en Valencia