| 18 de Abril de 2024 Director Benjamín López

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse
Sánchez, en un encuentro informativo este septiembre
Sánchez, en un encuentro informativo este septiembre

Pedro Sánchez en su laberinto

Los vaivenes del líder del PSOE son, a juicio del autor, una de las causas del repunte secesionista. Sánchez no conoce, según Hernández, el significado ni de Nación ni de federalismo.

| Eligio Hernández Opinión

 

 

El apoyo mayoritario de los militantes socialistas a Pedro Sánchez en las elecciones primarias para Secretario General, ratificado en el 39 Congreso del PSOE, no tiene precedentes en los 138 años de historia del partido, si se tiene en cuenta que no ha tenido una trayectoria relevante como militante y cargo público; que carece de reconocido prestigio intelectual y académico, y que durante su mandato como Secretario General del PSOE, éste ha sufrido dos derrotas históricas en elecciones generales y en dos elecciones autonómicas(Galicia y Euscadi), que debieron ocasionar su dimisión, como hicieron Joaquin Almunia y Rubalcaba obteniendo mejores resultados electorales.

Sánchez tiene mucha responsabilidad en el intento de los secesionistas de celebrar un referéndum ilegal

Pedro Sánchez tiene mucha responsabilidad en la situación actual planteada por el intento de los independentistas catalanes de celebrar un referéndum ilegal de independencia, agravada por haber propuesto y aprobado la siguiente Resolución del 39 Congreso: “Proponemos una reforma constitucional federal, que mantenga la unidad del Estado, perfeccionando el carácter plurinacional del mismo, y que la soberanía reside en el conjunto del pueblo español, de acuerdo con los artículo 1 y 2 de la C.E”.

Caos intelectual

Tal resolución, fruto del “caos intelectual del PSOE” (Elorza), intenta la cuadratura del círculo, ya que la plurinacionalidad es incompatible con el federalismo. Ningún militante del PSOE que haya apoyado a Pedro Sánchez,  ni ninguno de sus asesores, ha sabido explicar en qué consiste la plurinacionalidad, y como se articularía ésta, ni en qué obra historiográfica o de Derecho Constitucional se fundamenta.

¿Y el debate en el PSOE?

Por eso era de esperar que se pidiera a la dirección del PSOE  abrir un debate interno para detallar en qué modelo territorial se concreta la apuesta de Sánchez por reconocer la plurinacionalidad de España.

Anticipo que no serán capaces de dar una respuesta científicamente solvente a este engendro y a los siguientes interrogantes: “¿Cuáles van a ser las nacionalidades? ¿Cuáles las naciones? ¿Cuáles las regiones? ¿Va a haber solo naciones y no nacionalidades, o va a persistir el esquema de naciones, nacionalidades y regiones? ¿Tendrán las diferentes naciones derecho de autodeterminación como se sostiene en el programa electoral de Podemos?

En esta resolución se confunde deliberadamente el concepto jurídico-constitucional de nación con el concepto de nación cultural. Desde el punto de vista jurídico-constitucional la palabra “Nación”, aparece en el artículo 2º de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789 de la Revolución Francesa :“El principio de toda soberanía reside esencialmente en la nación, y ninguna institución ni individuo puede ejercer autoridad que no emane expresamente de ella”.

Desde la I República

Definición que pasó casi literalmente a la Constitución liberal de 1868: “La soberanía reside esencialmente en la Nación, de la que emanan todos los poderes”. El artículo 40 del proyecto de Constitución Federal de la Primera República Española, redactado principalmente por Emilio Castelar, sólo consideraba a España como Nación y no reconoció el término nacionalidad.

La definición de la Nación la consagró el abate Sieyés: “El conjunto de ciudadanos que residen en un determinado territorio, en igualdad de derechos, y sometidos a un mismo ordenamiento jurídico”.

El federalismo no defiende valores de pureza étnica, lingüística o cultural, sino los del Estado incluyente y no los de las naciones excluyentes”

La nación, política y jurídicamente,  no se define, como, por ignorancia, ha hecho Pedro Sánchez, por las identidades nacionales, ni por la cultura o la lengua; porque muchas naciones son multiculturales, y si se definieran por la lengua, en Suiza, en la que se habla cuatro lenguas, habría cuatro naciones.

No cabe confundir la nación en el sentido jurídico de nuestro constitucionalismo histórico, con la llamada impropiamente “nación cultural” recogida en el artículo 2 la Constitución de 1978 como “nacionalidades” de carácter cultural (Andrés de Blas), y en el preámbulo de la Constitución en el que se dejó claro que “ La Nación Española proclama su voluntad de  proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de sus derechos, sus culturas y tradiciones, sus lenguas e instituciones”.

El Constitucional

La sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña declaró constitucional el término nación que consta en el preámbulo de éste, pero sin carácter normativo, por lo que no se entiende qué se pretende con la citada resolución del 39 Congreso del PSOE, que  jamás podrá satisfacer a los independentistas, que sólo quieren la secesión de Cataluña.

Los anteriores argumentos los debieron conocer los asesores de Pedro Sánchez si se hubieran leído el artículo del catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Barcelona Francesc de Carreras ¿Nación Española o Estado Plurinacional", publicado en el Libro de Estudios en Homenaje a Alfonso Guerra, editado por la cátedra Rafael Escudero en Tirant Lo Blanch, para no apoyar el disparate del carácter plurinacional de España, ni habrían propuesto una reforma federal para perfeccionar este concepto si se hubieran leído el artículo ¿Puede el Federalismo resolver el desafío del nacionalismo?, publicado en el mismo libro, del catedrático de Derecho Constitucional de Santiago de Compostela, Roberto Blanco Valdés, el mejor especialista en federalismo,  digno émulo en esta materia de nuestro malogrado Gumersindo Trujillo, que fuera rector y catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de la Laguna, y que ya en 1967 publicó su tesis doctoral sobre el Federalismo Español.

 

 

La nación no se define como, por ignorancia, ha hecho Sánchez, por las identidades nacionales, ni por la cultura o la lengua

 

El profesor Roberto Blanco concluye su citado artículo con, entre otras, estas perlas cultivadas: “El nacionalismo engendra las naciones, no a la inversa” (Gellner), “la naciones son un producto del nacionalismo, sin nacionalismo no hay nación”(Pep Subirós), “a los representantes de los trece estados que se federaron en 1787 en Norteamérica y a los Fundadores del Estado Federal, les hubiera parecido absurdas por completo las reivindicaciones secesionistas”, “los valores que el federalismo ha defendido no son los de la pureza étnica, lingüística o cultural, sino los del Estado incluyente y no los de las naciones excluyentes” (El Federalista).

La Nación española

Este verano he vuelto a releer el libro fundamental de Julián Marías “La España Inteligible”, que no creo que haya leído Pedro Sánchez, en el que sostiene : “España ha sido la primera nación europea en el sentido moderno de la palabra, inventora de la Nación como forma política y social, como unidad proyectiva de convivencia, distinta de todas las medievales: y que, por tanto, la unidad real de España estuviese muy avanzada en épocas en que la de las demás naciones de Europa estaba muy remota —en algunos casos, a siglos de distancia. Se subrayan algunos hechos o tendencias «secesionistas» en España, por ejemplo, durante el siglo XVII, sin advertir que en otras naciones ni siquiera podían producirse, porque no se había llegado a la unificación, es decir, que sus elementos integrantes estaban en estado de secesión o división”.

Claro que, como explica en dicho libro el ilustre filósofo, discípulo de Ortega: Siempre que se trata de asuntos humanos hay que tener en cuenta la ignorancia. Y no me refiero a lo que «no se sabe», que es siempre ilimitado, sino a lo que no se sabe y habría que saber. Esta ignorancia se convierte en un factor de perturbación, que anula incluso lo que se sabe, lo invalida, porque lo deja incompleto, mutilado, sin justificación, fuera de contexto, de manera que viene a resultar un error”.