| 29 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Junqueras, en su última salida de prisión
Junqueras, en su última salida de prisión

El cruel instante para Junqueras que resume su guerra abierta con Puigdemont

El pulso fraticida entre los dos "gallos" del independentismo se ha escenificado en público con una imagen increíble en pleno mitin de Puigdemont en Perpián. Es ésta.

| Rafa Rodríguez España

Ocurrió durante apenas un instante, pero es en realidad la imagen más relevante del mitin de Puigdemont en Perpiñán en el que, una vez, más, desafió al Gobierno y anunció que su "lucha" continúa y no desistirá de ella hasta ganar la independencia.

El aquelarre tuvo la firma de Junts pel Catalunya, uno de los partidos instrumentales de Puigdemont, capitaneado en su ausencia por Quim Torra. Pero quería pasar por una fiesta de todo el independentismo y, para ello, cedió un pequeño papel a Oriol Junqueras.

Había que disimular y cumplir y, dadas las circunstancias del líder de ERC, en prisión aunque ya con permiso para salir a "trabajar" tres días por semana, solo se les ocurrió emitir un mensaje suyo grabado desde la cárcel para dirigirse a los allí congregados.

Cuando se oyó la voz de Junqueras por megafonía, se escucharon los abucheos. Puigdemont no hizo nada

Cabría esperar una larga ovación, pues al fin y al cabo para el soberanismo es un héroe por el que, día sí y día también, la Generalitat y su partido claman "amnistía y libertad". Pero sucedió todo lo contrario: al escucharse su voz por la megafonía del recinto, una parte del público se calló y otra, muy relevante, abucheó al líder de ERC.

No era un aliado, sino el enemigo, una prueba más del duelo fraticida que ambos partidos, con sus jefes de filas, libran de cara a unas Elecciones Catalanas que resolverán quién ostenta la hegemonía del separatismo. Se están jugando los garbanzos y el rival del bando propio es peor considerado, incluso, que el adversario constitucionalista.

Los silbidos

Por si había alguna duda, todas las intervenciones de los dirigentes del Junts ahondaron en la idea que explica los silbidos contra Junqueras: para Puigdemont, su antiguo vicepresidente es una especie de "autonomista" que se doblega ante el Estado, y la mesa de negociación impuesta por ERC a Sánchez sería una prueba de ello. Aunque la encabece Torra, paradójicamente.

 

Y para ERC, Puigdemont es un fugado que no ha pagado el precio penitenciario que su jefe de filas sufre y, además, que no entiende cuáles son los plazos y el procedimiento para lograr el objetivo: el unilateralismo es inviable; sentar a negociar al Estado, el único camino.

Los abucheos a Junqueras se coronaron con un desprecio más, indirecto, por boca de Clara Posantí, dirigido al corazón de ERC ante unas 100.000 personas: pidió, nada menos, que nadie se deje "embaucar por fotos de mesas y diálogos de engañifa". Un mensaje a la línea de flotación de los "compañeros" republicanos, silbados por primera vez en público.

 

 

La propia ERC ha estado muy tibia en la promoción del mitin de Perpiñán y ha optado por silenciar el desprecio a su presidente cuando se escuchó su mensaje grabado, lo único que los republicanos han colgado en las redes sociales sobre el veto. La tensión se masca en el ambiente, y cada día que pase y se acerque a los comicios, será más evidente.