| 24 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Pedro Sánchez
Pedro Sánchez

Un año de Pedro Sánchez, de largo el peor presidente de la historia de España

Este Gobierno ha agravado todos los problemas sobrevenidos en un tiempo terrible y ha generado otros, muy graves, que no existían y ha inducido de manera irresponsable.

| ESdiario Editorial

 

Se cumple un año de la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno y ni en la peor de las pesadillas el balance hubiera sido peor. Nada funciona en España y, a los problemas inevitables como la pandemia, se le han añadido otros irresponsablemente inducidos por el peor Ejecutivo de la democracia.

Incluso en la crisis sanitaria, motivada por un virus ajeno a la responsabilidad de cualquier dirigente, su rendimiento ha oscilado entre la negligencia, el error y el ocultismo.

Primero desechó las incontables alertas internacionales; después escondió su retraso con un estado de alarma tan prolongado como ineficaz y, finalmente, se quitó de en medio, dio por vencido al virus y ha alimentado la tercera ola con su indiferencia absoluta. La misma que le lleva, aún hoy, a esconder hasta la cifra real de fallecidos.

Grave crisis institucional

De todo ello se ha derivado una crisis económica sin precedentes, que va a hipotecar el país tal vez por décadas y se demuestra con la cadena de estragos en todos los epígrafes: el paro, la deuda y el déficit están desbocados, a niveles solo superados en el mundo por Argentina; el cierre de empresas se cuenta ya por decenas de miles y los remedios anunciados son inútiles o contraproducentes. Porque más gasto público con dinero europeo y más impuestos solo agravarán el drama.

Sánchez ha agravado todos los problemas sobrevenidos y ha creado otros nuevos en la peor gestión desde 1978

A todo eso, se le añade una crisis institucional sin precedentes, sustentada en una agenda ideológica frentista que divide como nunca a la sociedad española, resucita fantasmas absurdos del pasado y excava trincheras donde deberían construirse puentes.

En lugar de entenderse con el PP; Sánchez ha optado por hacerlo con Podemos, Bildu o ERC; convirtiendo en propia una hoja de ruta marcada por la fractura, el populismo y el desafío a la Constitución.

La degradación democrática que supone atacar a la separación de poderes; poner en discusión el papel de la Corona o avalar las aspiraciones rupturistas del separatismo completan un cuadro desolador y retratan la catadura política de un presidente que en el pasado hipotecó los valores clásicos de su propio partido y, en el presente, alquila los cimientos del país: entonces fue para llegar y ahora es para perpetuarse. Y siempre, al precio que sea.