| 20 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Los viajes y la teoría del atraco

Iba a hablar de los manejos de Pedro Sánchez soltando pasta para que lo voten en las próximas elecciones, del catastrofismo de la derecha y de lo chupópteros que son los independentistas

| Manuel Avilés Edición Alicante

Tenía yo que estar, en estas fechas entrañables de discursos vacíos de reyes y deseos huecos y frases hechas exhortando a la felicidad, tenía yo que estar -repito-  cantando a Belén pastores a Belén chiquitos que ha nacido el rey de los angelitos. Campana sobre campana y he comido pavo, que era la canción del instituto, que nos prohibía el director y el jefe de estudios porque pedía a las vecinas que cometiesen actos impuros y eso no parecía muy navideño.

El amor de mi vida es muy familiar y se empeña en celebrar las fiestas con árboles, belenes artísticos, niños coñazos, cuñados bebercios, discursos regios repetitivos y sin contenido, patas gigantes de cangrejo y polvorones que no son los que a mí me gustan. Yo querría irme con ella al cabo de palos, al de Gata, al de Peñas o al Algarve portugués. Donde fuera – da igual el sitio, cabo, golfo, monasterio, hospedería de  monjas, puerto o ensenada- que nadie nos diera la brasa, donde pudiésemos hacer el vago en la cama y más cosas, pero ella es clásica y se resiste por sus obligaciones, por más que me empeño en sacarla del armario ropero y familiar de toda la vida. ¡Ayyy sus obligaciones! Me dice que ha llorado, sin explicarme por qué y voy corriendo a comérmela viva y a beberme cada lágrima.

En esta pugna callada y sin aspavientos me tengo que ir a Mallorca porque ‘El gato tuerto’ va a ser presentado allí. Los mallorquines son geniales: callados, discretos, a lo suyo. Nunca sabes si van o vienen, si tiran a la derecha o a la izquierda. Amigos leales como no hay otros cuando eres admitido en su círculo. Uno – empresario hotelero de éxito que me tiene permanentemente reservada una suite de ensueño con vistas a un mar mas de ensueño todavía para que vaya con ese amor inacabable- dice que ha leído El gato tuerto y, desde ese día anda acojonado, pensando en la inversión de la carga de la prueba y en lo fácil que es quedar indefenso ante los aparatos estatales que están para instaurar la igualdad, la justicia y hacer efectiva esa definición que nos metían a la fuerza en los primeros cursos de derecho, cuando se estudiaba, que ahora con ese rollo de tener todo en la nube, le peña no da ni golpe: “Iustitiaestconstant et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi”. “La Justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo que le pertenece”. Algo que hoy no se cumple. Disfruto con mis amigos y con Soledad Bescos, una presentadora como la copa de un pino, que hace que ‘El gato tuerto’ brille más que en ningún sitio.

Mallorca -con El gato tuerto a cuestas- sigue siendo un paraíso con un único inconveniente: tiene el mar por medio. Tal vez por eso es el paraíso que hay que ser capaz de soportar si quieres vivir en él. Esa famosa frase se la dijo Gertrude Stein, mujer adelantada de la escritura modernista, a Robert Graves, el autor de Yo Claudio. Él dijo. Voy a vivir en Mallorca y ella contestó: Si puedes soportar el paraíso… Ahí está, si fuera verdad eso de la vida eterna, Mallorca sería un adelanto del paraíso en la tierra, o bien, el paraíso estaría ahí ya y, tras el fin del mundo, todos los bienaventurados  - como decían los curas- se irían a vivir a esa isla de ensueño.

Lo malo antes de llegar es someterse al atraco que supone. Saco el billete por internet, que a los ancianos nos tienen marginados para cualquier gestión por simple que sea. Ya no hay ventanillas, no hay ningún tío con gafas de culo de vaso, manguitos y visera, que te atienda. El amor de mi vida se aclara con esos inventos modernos, pero ella no está para vivir pendiente de mis carencias, ella tiene que atender sus cosas y, en la ancianidad tenemos que hacer frente solos a ese terror ante la tecnología. ¿No hablan estos lenguaraces, buscadores de votos, de que todo tiene que ser “inclusivo”? Pues no lo veo por ningún sitio y ya podrían preocuparse menos de gilipolleces: ellos, ellas, elles…niños, niñas, niñes… y preocuparse de incluir a los abuelos y no tenerlos marginados con citas previas – patada al diccionario porque no hay cita que no sea previa- gestiones por APPs, firmas electrónicas, páginas webs interactivas y la madre que los parió a todos. A ver si llegan los de la Unión Europea de Pensionistas y, además de blindar las pensiones, arreglan este desaguisado y hacen que los abuelos podamos hablar con una persona humana para resolver nuestros asuntos y no con una máquina de voz sintética a la que tienes que decirle seis u ocho tacos bien dichos para que te conteste metálicamente: le paso con un operador.

Iba a hablar del enjuague que se traen con el Tribunal Constitucional, plagado de compromisos y servidumbres

Saco el billete por internet después de mucho sufrir y, cuando me planto en el aeropuerto, con mi maleta de cabina, cinco kilos: tres camisas, un pantalón, dos gayumbos y una bolsa de aseo; me dicen que la maleta va a aparte y hay que pagar por ella treinta pavos. Osea por ir y volver de Mallorca con las camisas, gayumbos, etcétera, hay que pagar diez mil pesetas antiguas. 60 pavos. ¿Eso es un extraordinario? ¿La gente no lleva mudas para cambiarse cuando va a un viaje de tres días? ¿Hay que ser un guarro o viajar solo con un tanga? Yo, lo reconozco, desnudo gano mucho, pero tampoco quiero caer en el escándalo público gratuitamente porque no se si con tanta reforma, ya lo han despenalizado. Si hay que ir a la cárcel, voy, pero que sea por El gato tuerto y no porque me tomen por un viejo verde que anda en bolas por los aeropuertos, provocando con su físico escultural. Un atraco en toda regla. 60 pavos por llevar tres mudas y una bolsa de aseo. Me habría traído más cuenta comprar allí las camisas para ponerme y dárselas a Cáritas antes de volver. Se lo cuento al amor de mi vida, me da medio pico para que no me entusiasme y zanja el problema diciendo que estoy pasado de moda.

Iba a hablar de política, de los manejos de Pedro Sánchez soltando pasta para que lo voten en las próximas elecciones, del catastrofismo de la derecha y de lo chupópteros que son los independentistas poniéndole un precio a cada voto en el Parlamento. Iba a hablar del enjuague que se traen con el Tribunal Constitucional, plagado de compromisos y servidumbres – determinados por quienes los han puesto- y que me hace descreído con él. Iba a hablar de eso pero no.

Estoy en uno de los millones de los grupos de guasap que inundan las redes. El grupo de mi colegio: todos abuelos, todos gordos y calvos menos Pérez Tapias y yo que solo somos abuelos. Otro de nuestro colegio  - y es el tercero- acaba de ser nombrado por Bergoglio, obispo. Me entra la depresión. Yo no he llegado a nada en la vida, solo puedo hablar, como Scott Fitzgerald, desde la autoridad que me da el fracaso. Toda la vida, cárcel arriba, cárcel abajo y no he llegado a nada y estos tres, ya han llegado a obispos. ¡Cojones! Ahora tendrán incienso, monjas que le preparan el desayuno, párrocos pelotas, cónclaves reservidos, concilios con viajes pagados… y nosotros, como mucho, una plaza en los viajes del Imserso haciendo antes cola `para apuntarnos en las oficinas de la Generalitat. Mecagoentoloquesemenea.

Voy a volver al colegio a pedir el reingreso. A lo mejor tengo suerte y me admiten.

Manuel Avilés