Entre la resurrección y el miedo hostelero

Ayer, y  en la este años más obligadamente constreñida comida navideña (no pasábamos de cuarenta y tantos) celebrada por la Asociación Provincial de Hostelería de Alicante en el CdT capitalino, y a la que también acudió el alcalde Luis Barcala con toda una cohorte de concejales/as, empezando por la edil de turismo Mari Carmen Sánchez, pudimos medir el pulso de nuestros restauradores y hosteleros (además de afines y servicios relacionados), relativa y felizmente recuperados del duro sorpasso inicial que sufrieron con la pandemia mutante; y también el temor actual a un recrudecimiento, no por menos grave ante el retraimiento por presumibles contagios para futuros clientes, tanto o más severo en el haber y deber de las cajas registradoras de bares y restaurantes, que ya andaban bastante esquilmadas, y en muchas ocasiones sostenidas por créditos, después de aquella cerrazón vía decreto gubernamental e inapelable para evitar la "peste covid" del siglo XXI.

El pavor general a que Ximo Puig un día se levante con la pata izquierda atada a Compromís más podemitas diversos, y ordene y mande otro enclaustramiento hostelero por ordenanza indiscriminada, era de presupuestario biruji común entre los asistentes, quienes defendían sus draconianas medidas de seguridad frente a las de cualquier hogar donde, por la propia familiaridad, solemos ser más permisivos.

María del Mar Valera, presidenta de APEHA, gobernadora del ramo y que no se calla una ni bajo del agua, estuvo singularmente agradecida al Ayuntamiento, y no solo al de Alicante, sino a otros tan importantes en la hostelería como el de Benidorm o Torrevieja y Dénia. Y es que las perspectivas desde el lejano periscopio de la Generalitat, que como su nombre indica lo generaliza todo, no es la misma percepción que tienen por proximidad específica los consistorios con sus bares, restaurantes y hoteles, intrínsecamente en aquellas ciudades cuya principal industria y sustento es el turismo, amén de una climatología que invita al ciudadano a salir para "restaurarse el estómago" que diría Boulangier. Por cierto, no lo hicieron nada mal los alumnos del centro educativo presentándonos un menú usual y bastante contemporáneo.

Cerca del 10% del PIB de nuestra provincia depende directa o indirectamente de ese sector

Hablé con los dos intervinientes presentadores de la gala, María del Mar Valera y Luis Barcala. La primera me dijo que precisamente y en estos tiempos de crisis, cuanto más se apunten a la asociación hostelera, mayor podrá ser su presión y refuerzo  ante las autoridades esencialmente autonómicas, pero también municipales, y no es que se queje de carecer de suficientes socios, sino que el momento así lo demanda, aunque después se quieran dar de baja cuando pase la plaga vírica; pero en las mesas de negociación hay que poner números de establecimientos y empleados para que los políticos (de todas las siglas y pluripartitos) establezcan facilidades consensuadas, antes que decretazos obligando a echar persianas y personal a la intemperie. Argumentar que cerca del 10% del PIB de nuestra provincia depende directa o indirectamente de ese sector, está todo dicho y cuantificado.

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El alcalde, que está que se sale después de una hoja de ruta que conduzca a que le aprueben los Presupuestos Generales (todavía en negociación) apoyándole desde Vox a los socialistas, es decir, como no se las ponían ni al falangista Agatángelo Soler, y ahora anda "con el tumbao que llevan los guapos al caminar", asegura que ningún antecesor en el edificio consistorial había apoyado tanto a la hostelería como lo está haciendo "su equipo", pero añadía que no nos podemos confiar ante algo tan etéreo como peligroso y sobre el cual virus ni siquiera los científicos o mandamases sanitarios de distintas Autono-suyas se acaban de poner de acuerdo. Así que seguirá con eventuales cierres defensivos (el palo), pero también animando a la "responsabilidad colectiva" (la zanahoria). De momento puede presumir del aumento cuantitativo y cualitativo de terrazas y veladores, como de acoquinar 17.000.000 € para las medianas y pequeñas empresas, cuyo mayor montante va para ayudas a los hosteleros; aunque según éstos, estas y éstes todavía tendría que ser más permisivo en exteriores donde el riesgo de contagio resulta comprobadamente menor.

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