| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Concentración en Bilbao para denunciar el control talibán en Afganistán / H.Bilbao / Europa Press
Concentración en Bilbao para denunciar el control talibán en Afganistán / H.Bilbao / Europa Press

¿Dónde están las feministas?

¿Dónde andan Ione Belarra, Irene Montero y demás compañeras de las igualdades? ¿Van a organizar alguna expedición o similar por la liberación de las mujeres afganas?

| Manuel Avilés Edición Alicante

Soy poco o nada proamericano. A estas alturas de la vida, prácticamente no soy nada. Intento examinarme, ver mi currículum cochambroso y solo soy un desastre con todas las letras. Repito otra vez una frase luminosa de Scott Fitzgerald:  hablo desde la autoridad que me da el fracaso. Dejémoslo ahí, no voy a contar mi vida. Soy muy poco proamericano. Ellos – luego los rusos y ahora los chinos- con su potencia económica, industrial y militar, se han erigido en los gendarmes del universo. Sin que nadie les haya dado el nombramiento ni la toma de posesión – imprescindible para ejercer cualquier cargo- ellos deciden quién es bueno, quién es malo y a quién hay que meter en vereda mandándole unos cuantos portaviones y unos batallones de marines. 

Así empezó el problema en que ahora andamos metidos, hace treinta o cuarenta años y, si me apuran, hace unos siglos, que las evoluciones políticas y sociales nunca se dan de golpe y porrazo. Siempre tienen una evolución soterrada que, en un momento determinado, estalla y sale a la luz. Hoy tengo pocas ganas de reírme y verán que mi escrito carece del tono juerguista de otros anteriores. 

Llevo una semana encerrado en casa con el abanico y los pies en la palangana que es el remedio de los pobres contra la ola de calor, comiendo bocadillos de choped y vasos de gazpacho cuyos elementos, por cierto, compro en la tienda de un paquistaní. Este gobierno de los desheredados – acordaos de aquello de “somos los de abajo y vamos a por los de arriba- no es capaz de poner coto a los beneficios estratosféricos de las eléctricas que suben sus tarifas para mantener sueldazos y dividendos. No hay cojones de poner un precio social para evitar que una hora de ventilador obligue a pedir una ampliación de la hipoteca. España arde – como todos los veranos- desde Galicia a Castellón y desde Ávila a La Palma. ¿Por qué? Porque los trabajos en beneficio de la comunidad son una mierda pinchada en un palo – son puro teatro- y los bosques empiezan el verano siendo una bomba de relojería, llenos de broza y matorral que prende al menor chispazo. Eso sin contar a los hijos de puta – no tienen otro nombre- que dolosa o imprudentemente ocasionan los incendios. No olvidemos que el 90% tienen su origen en el hombre y no en una tormenta seca o un rayo despistado. 

El gran incendio que nos ocupa –quería hablar de él desde el principio- es Afganistán. La historia viene de lejos. Por no remontarnos a Mahoma – un exaltado delirante, político que se creía visitado por Dios que le dictaba su palabra para que la pusiera en un libro, un camellero que no sabía escribir, como tampoco sabía Jesús de Nazaret y ninguno escribió una sola letra. Nos iremos solo hasta el siglo XVIII cuando Ibn Saud, un reyezuelo con ansias de poder, se alió en la península arábiga con un santón Abdul Wahab, doctrinario ultra ortodoxo, retrógrado e integrista. ¿Les suena dinastía saudita y wahabita? Pues ahí empezó el asunto. 

El reyezuelo y el santón fundieron sus intereses político-económicos, disfrazados de teológicos y surgió la simbiosis de la que ambos se beneficiaron. Religión, política y economía siempre van unidas, siempre son instrumentos de poder, aunque utilicen argumentos trascendentes y de ultratumba. 

Sigamos con la historia. 1 a A principios del siglo XX surge una figura importante y no demasiado conocida en España: Sayyid Qut. Economista y pensador importante, islamista sin el menor resquicio para la razón y jefe ideológico de los famosos “Hermanos musulmanes” junto con Hassan Al Banna, otro fundador.  A este movimiento habría que dedicarle un artículo entero. Sayyid Qut extendió una idea que sigue viva en ese mundo: El islam como religión, como ideología y como forma de vida es superior a la manera de entender el mundo occidental.  

Los Hermanos musulmanes – directamente entroncados con los wahabitas- están en la raíz de Al Qaeda y de todos los movimientos panislamistas y de instauración de califatos y de repúblicas islámicas dirigidas por la Sharía. A ver si nos enteramos y dejamos de decir bobadas y de hacerlas, que esto no está solo en los países islámicos, que solo hay que darse una vuelta por los barrios populosos de cualquier ciudad española. 

A finales de los setenta, los rusos intentan invadir Afganistán y se monta una buena. Como los países poderosos siempre se enfrentan a través de terceros, ellos ponen las armas y las estrategias y otros ponen la sangre y los muertos. Los americanos arman a un grupo que empieza a funcionar entonces y que se enfrenta a los soviéticos en un terreno que conocen como la palma de su mano. Esos son los talibanes y por allí andaba ya, en busca del imperio divino del islam, Osama Ben Laden. También andaba un líder – un tuerto, muy alto del que tuvimos noticias que huía en una moto en sus últimos días- conocido como el Mulá Omar, el príncipe de los creyentes, una especie de papa islámico, líder religioso incontestable. Este Omar murió y su segundo – fundador también de los talibanes, los estudiantes. No sé qué cojones estudian- Abdul Ghani Baradar es ahora el puto amo, que diría Wyoming, de todo el negocio. Este hombre es el líder del movimiento que ha puesto en fuga al ejército afgano y que se ha instalado en Kabul casi sin disparar un tiro.  

Aquí está, esbozado rápidamente, el problema: Surge el radicalismo islámico, se presenta como la solución vital para todos los creyentes, se extiende e implanta por la fuerza su convicción de que el mundo se divide en “la Umma- la comunidad de creyentes-“ y los otros que son gente carente de importancia, pura morralla. El islamista radical desprecia radicalmente al no creyente – lean islam y libertad de Mohamed Charfi; lean La Yihad de Gilles Kepel; lean Los orígenes del fundamentalismo de Karem Armstrong o lean el mío que ya he citado y no les caliento más la cabeza con citas-.  

Dicen que las mujeres van a ser felices con la Sharia y que van a respetar sus derechos solo dentro de la Sharia

Toman posesión de un país abandonado a su suerte por todos los que estuvieron allí metiendo la cuchara durante veinte años – incluidos nosotros que algún muerto dejamos en aquel secarral. Lean en el Digital Policial la columna de Ricardo Magaz “Morir por nada”, un policía lúcido que sabe de lo que escribe-. No han acabado de irse los gendarmes del mundo y los talibanes, que inspiran terror por sus métodos y sus convicciones, ponen en fuga al ejército regular y hasta el presidente sale por patas sin disparar medio tiro. 

Todos se bajan los pantalones hasta los tobillos y dicen que hay que hablar con ellos. Perfecto. Les aviso de que una de las políticas del islamista es la práctica de lo que llaman “Teoría del disimulo”: en pos de la creación y el triunfo del califato islámico, o sea del triunfo de la Sharia como ley universalmente válida, están autorizados a mentir, a presentarse como corderos dialogantes cuando nada hay más lejos de la realidad.  

Todas las religiones son totalitarias y dictatoriales. Todas afirman poner en práctica el mensaje y la voluntad divina – que interpretan sus ministros terrícolas, o sea mulás, ayatollás, pastores, curas, obispos…- y que no admite la menor discusión porque Dios no puede equivocarse.  

Ahí están los talibanes – no sé qué hace la ONU, la OTAN, la UE, el Banco Mundial, el FMI…- practicando el disimulo y diciendo que van a ser buenos, dialogantes y perdonadores. Estemos al loro y pendientes. Dicen que las mujeres van a ser felices con la Sharia y que van a respetar sus derechos solo dentro de la Sharia. Conditio sine qua non: La Sharia.  Esos derechos incluyen no estudiar, no trabajar, no salir sin la compañía de un hombre y ponerse el burka, entre otros. 

 

Me reconcome una duda, me rae las entrañas y me devora los hígados: ¿Dónde están las feministas acérrimas? ¿Dónde esas que viven del rollo y de la propaganda? He visto alguna manifestación tímida y espontánea de algunas mujeres – estoy con ellas- protestando, pero no he visto pronunciarse a Boti Garcia, reconocida activista, directora general de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI. No he oído nada de Beatriz Gimeno, activista licenciada en semíticas, que fue directora del Instituto de la Mujer y creo que esposa de Boti. ¿Dónde andan Ione Belarra, Irene Montero y demás compañeras de las igualdades? ¿Van a organizar alguna expedición o similar por la liberación de las mujeres afganas? Avísenme que voy, aunque sea para llevar el botijo ¿Nos quedamos pasivos hasta ver cómo se desenvuelven los talibanes? ¿Nos acojonan los moros integristas por sanginarios?  

Mi amiga – gran lectora y miembro del Grupo de Novela Histórica al que me honro en pertenecer, María Romero- dice textualmente: “Yo también estoy esperando a todas esas feministas tan espantadas por chorradas y que, cuando ocurre lo que está pasando, se les cierra la boquita y no se les escucha decir ni mu. Eso sí es espantoso”. Ni un punto ni una coma que añadir.