| 20 de Abril de 2024 Director Benjamín López

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse
La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, interviene durante el acto 'Empieza todo' de la plataforma Sumar, en el que Díaz presenta su candidatura para la presidencia del Gobierno.
La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, interviene durante el acto 'Empieza todo' de la plataforma Sumar, en el que Díaz presenta su candidatura para la presidencia del Gobierno.

Y el único Izquierdismo en el Patio de Monipodio

¿Aplicar los remedios (de clase, de género, de futuro sanitario, socio-económico…) propuestos por un colectivo político, encima minoritario, mal avenido, que deberemos cumplir el sufridor?

 

Hoy la ciudadanía que votó izquierdas allende de la socialdemocracia, no sabe, ni le contestan, si Podemos (ganar cuota de poder); si es coherencia o resentimiento contra el maquiavelismo de Iglesias: el prefijo Más (añadiendo un toponímico); o si Yolanda Díaz logrará Sumar, o, todo lo contrario: restar – quid pro quo – como arlequinada polichinela veneciana en manos de Pedro Sánchez (divide et impera) en nuevo mandato como autócrata de La Moncloa y aspirante a Carlomagno redivivo.

Quienes ya hayan entrado en edades maduradas recordarán, tal vez con la nostalgia de un pasado infinito, aquellas alborotadas asambleas de los años 70: todos contra el Régimen, y a la vez peleados a muerte ideológica entre ellos mismos (PCE, Movimiento Comunista, Liga Comunista Revolucionaria, FRAP, “troscos”, acracias varias, nacionalistas que hoy no pasarían de regionalistas, y un largo etcétera en melé permanente). La universidad era una fiesta al son de los Rolling Stones, Bob Dylan, Paco Ibáñez o aquel Serrat bipolar y genial que lo mismo valía para musicar al poeta del proletariado Miguel Hernández, que para “titiritero” en Eurovisión.

Yolanda Díaz tiene el inestimable apoyo de Compromís (cautiva y desarmada Mónica Oltra), pero el ala dura de Unides Podem, fiel al tándem de Galapagar, ha colocado la pancarta “No pasarán”

No sé si seguimos igual, 50 años no son nada sumando tangos, o hemos vuelto al punto de partida de La Transición que acabó diluyendo a tanto grupúsculo de cuatro coleguillas, e incluso al único movimiento político movilizador de masas que había dado la cara contra Franco y su Policía Social en el propio y arriesgado ring de la piel de toro, o sea-sé:  el Partido Comunista (léase ahora “IU”, motejaba “Izquierda Desunida”).

Aquí en la Comunidad Valenciana, País o Regne, sírvanse ustedes mismos, los camaradas podemitas prolongan y propagan los ecos de la refriega madrileña. Yolanda Díaz tiene el inestimable apoyo de Compromís (cautiva y desarmada Mónica Oltra), pero el ala dura de Unides Podem, fiel al tándem de Galapagar, ha colocado la pancarta “No pasarán” en las trincheras contra la ministra-vestuario, pero no tanto por tacharla de revisionista respecto a las ideas fundacionales de 2016, algo que ha quedado para los libros de historia contemporánea, sino porque están más que convencidos de que es el submarino amarillo espía, a las órdenes de Pedro Sánchez, buscando mayorías, si no absolutas, sí determinantes a la hora de dictar próximos gobiernos y cambiar cromos, sean municipales, provinciales, autonómicos o esencialmente nacional, que tendrá la vara de mando y la caja registradora.

Las encuestas cantan, y los idus de mayo no soplan a favor de la izquierda de la izquierda desestructurada por egolatrías y regaladas nóminas a costa de la Hacienda pública. Feijóo, como buen gallego, domina la indeterminación positiva, a pesar de haberse convertido en el mono de feria para tertulianos/as paniaguados y ministros/as atizándole inclementemente aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, e intentando comerse al rey enemigo, ni siquiera adversario, antes que a las torres, alfiles o caballos.

Cuídate Carlitos de los amigos de ayer, de los dosieres envenenados contra tu partido y, sobre todo, de los despreciados/as con dosieres que, después de manipularse, son dagas.

Por supuesto, en el Levante feliz, los sondeos, aunque más halagüeños que los nacionales, van equilibrando la balanza a favor de Carlos Mazón, a quien se le revisa desde la partida de nacimiento, pasando por sus inicios en política, la Cámara de Comercio (esencialmente) a las cuentas blancas y negras (como en tablero de la cosa pública) en la Diputación alicantina. Pero una cosa es morder, y otra, muy otra, hacer presa. Aun así, parafraseando a Shakespeare: cuídate Carlitos de los amigos de ayer, de los dosieres envenenados contra tu partido y, sobre todo, de los despreciados/as con dosieres que, después de manipularse, son dagas.

Nadie cavila a estas alturas del entrenamiento, que ya es partida, otros gobiernos ajenos a coaliciones, sean PP-Vox o PSOE-baraúnda de siglas rojiverdes. Ciudadanos no tiene quien le escriba favorablemente y sus políticos/as en activo yerran por los despachos pidiendo caridad en las próximas listas; el ejemplo de la vicepresidenta de la Diputación y concejala en San Juan (Alicante) es un claro ejemplo de pedigüeña arrodillada en la Puerta de los Dolores, si bien, de arriba abajo, de Pilar de la Horadada a Vinaroz, los desheredados de Albert Rivera lloran como criaturas huérfanas lo que no supieron defender como gobernantes u opositores en ejercicio de sus funciones. Una pena, pues nuestro auténtico liberalismo habría sido la bisagra necesaria entre las dos Españas que han vuelto a abrir hostilidades más acá de lo que la Historia nos ha enseñado.

Y es que, cuando uno observa un a esta tropa multidisciplinar de indocumentados becarios universitarios tiene que volver a la recurrente y muy sabida cita de Groucho Marx: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. ¿No es buscar un problema travestir la Constitución del 78 dejándola en incoherente Manifiesto Surrealista parisino (1924)? ¿Aplicar los remedios (de clase, de género, migratorios, de futuro sanitario, socio-económico…) propuestos por un colectivo político, encima de minoritario, mal avenido, que deberemos cumplir el sufridor y muy mayoritario resto reconvertidos en carne de progromo podemita?

Las próximas elecciones municipales y autonómicas serán el proemio de las Generales con su órdago a la grande. O se vota revertir al bipartidismo, o, como mucho tripartitos, en coherencia europea, o podríamos acabar en masiva actualización del cervantino Patio de Monipodio donde nada es lo que parece y mandarán los polos opuestos para asombro e hilaridad de una desternillada Bruselas. Al tiempo.