| 20 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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En junio hemos alcanzado el ecuador de la legislatura en los ayuntamientos de España
En junio hemos alcanzado el ecuador de la legislatura en los ayuntamientos de España

A media carrera, y ya empieza la próxima

Ximo Puig acude al oráculo de las crisis deshojando la margarita de las elecciones anticipadas, no tanto para mantenerse, sino porque teme que Ábalos le pueda quitar el traje valenciano

Las encuestas son como lentejas, las tomas o las dejas según te apriete el estómago y satisfaga el gusto, y no puedes contarlas con exactitud hasta que apenas queda la última cucharada. Pero ambas son tan necesarias y alimenticias como antiguas. Los patricios y prohombres romanos las regalaban en escudilla a su clientela y de paso les pulsaban por donde iban las opiniones populares en las calles y en el foro para elegir senadores u otros importantes cargos de la República.

ESdiarioCV acaba de tomarle el pulso a la intencionalidad votante de la Comunidad Valenciana, y en Alicante, será por lo más meridional y mestizo, las palpitaciones no pintan bien para la izquierda, mientras desde la derecha ultraísta hasta el centro posneoliberal no pierden apoyos, si acaso los aumentan, demostrándose poco desgastada a pesar de que la gobernanza municipal no deja de ser un raspador cotidiano con las estrías de los más diversos problemas municipales a resolver mejor hoy que mañana.

Luis Barcala, el alcalde de Alicante, se quedaría (condicional) con tres de los concejales de Ciudadanos, mientras los otros dos irían al mazo contable de Vox que dobla ediles, con lo cual el futuro gobierno municipal está más claro de la sopa de un asilo. Otra cuestión puede ser si Barcala quisiera cambiar el ajetreo diario a dedicación completa por el cómodo sillón de rey mago como presidente de la Diputación, cargo al que también aspira el actual alcalde de Benidorm, Antonio Pérez bis, entrevistado aquí recientemente; y por descontado, designado en Génova 13, Carlos Mazón como aspirante a la Generalitat.

Por otra parte, ningún portavoz y cabeza de partido, según el muestreo, aprueban su gestión: El actual alcalde, siquiera llega a raspar el cinco quedándose en un 4,4; y tras él suspende con un 4,1 Paco Sanguino, el Talía sacado del teatro literario para meterlo en el teatro mundo, y ahora absolutamente desaprovechado por el aparato del Partido Socialista; Xavi López de Unides Podem o la duda permanente del Hamlet alicantino entre los restos comunistas y una progresía buscando ideologías, quien no pasa de 3,8; puntuación valorativa mismamente de Natxo Bellido, de Compromís en tierra extraña y con el enemigo en casa; Mari Carmen Sánchez, de Ciudadanos agonizante y con menos futuro un arroz senia pasado a gachas, baja a un 3,3 (tiempos aquellos de Rivera); y por fin con un 2,8 Mario Ortolá, mero sucursalito "voxero" de Madrid que le está haciendo la faena en ciernes de restarle al PP por la derecha, dado que es el partido más centralista conocen las Españas en singular.

Semejantes mimbres tienen los cestos de Valencia o Castellón, por lo cual todos los días Ximo Puig acude al oráculo de las crisis deshojando la margarita de las elecciones anticipadas, pero no tanto para mantenerse propiamente en la cresta de la ola subido sobre la tabla covid 19 en la CV, sino porque mucho teme que Ábalos le pueda quitar el traje valenciano de neopreno, si en Moncloa (donde se manejan las encuestas como el tocomocho, siempre con ventaja del trilero, pero sabiendo dónde está verídicamente la bola), tocan a retirada que vienen los indios negociando el tsunami.

Los valencianos hace tiempo dejaron de epatarse con quienes están obsesionados con un cerrilismo antiespañol

Es por ello que, aun a media legislatura, ya anden nuestros políticos con la mano y el verbo apuntando a las urnas. Mala cara trae el perro socialista estirando la correa de sus medios publicitadores más afines, incapaces de sacar Renaixença televisanteta o programa-programa en tabloides, para, y como toda respuesta a lo perentorio cotidiano, limitarse a pasear las momias de aquel PP de corruptos con ambición de forrarse, y hoy enterrados bocabajo para que cuanto más escarben más se hundan. Solo un atrabiliario marciano como Paquito Camps intenta demostrarse inocente creyendo que aspirar a la alcaldía de Valencia sería su absolución urbi et orbi, sin darse cuenta que mentar la soga en la casa de quienes todavía tienen ahorcados dando estertores, es como arrancarse a tiras el tatuaje, "amor de madre" del PP valenciano y, por supuesto, madrileño.

Por muchos tanteos que hayan intentado (uno más desde la época de Pujol) los independentistas catalinos sobre la viabilidad de Països Catalans, precisamente por esa su cerril cerrazón antiespañola Barcelona ha perdido todo su peso, desde el específico, al económico y político de altura solidaria respecto a un Madrid pujante. Los valencianos, donde socioculturalmente predomina el castellano, sin por ello menoscabar el valenciano-catalán, hace tiempo dejaron de epatarse con quienes están obsesionados con un cerrilismo antiespañol, sin que tampoco París les haga el menor caso. Incluso a Compromís se les está acabando la adoración catalanista, trucándola por una valencianía esquizofrénica entre Lizondo y Joan Fuster. Con toda probabilidad acusarán, y los socialistas al socaire, a Mazón y demás rutilantes peperos de no hablar valenciano. ¿Y a cientos de miles más?

Pero eso ya es otra historia sobre camisas de fuerza haciéndolas pasar por sudaderas.