| 24 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Ximo Puig y el presidente del Gobierno Pedro Sánchez , durante un acto del PSOE en Castellón.
Ximo Puig y el presidente del Gobierno Pedro Sánchez , durante un acto del PSOE en Castellón.

Arde el Botánico

¿Quién va a movilizar ahora a los socialistas, ya no digamos a Unides Podem, de cara a las próximas elecciones generales?

De las elecciones vividas en democracia, y he cubierto periodísticamente todas, éstas han sido las más peliagudas en gran parte de la España autonómica y al completo en la municipal. Incluso hubo que esperar resultados fiables hasta que nos dieron las tantas observando alternancias de escaños en dientes de sierra que finalmente dejarían al Botànic en encefalograma plano.

Revirtiendo aquella famosa frase del almirante Juan Bautista Aznar, al rey Alfonso XIII tras las elecciones municipales de 1931: “¿Qué más crisis desean ustedes que la de un país que se acuesta monárquico y se despierta republicano?”, La Comunitat, País o Regne Valenciano/a (Valencià), sírvase cada cual, nos hemos ido a la cama socialcomunistas-pseudoindepens, y amanecemos en el centro-derecha europeo.

Ahora la izquierda política y mediática carga contra Pedro Sánchez como principal copartícipe de la derrota de Ximo Puig. Excusas simplistas y torticeras de un mal diagnóstico anunciado. Por supuesto que el errático Presidente del Gobierno Español es responsable de la hecatombe al erigirse en “prima donna” de una ópera no escrita (legislada constitucionalmente) para él, perdiéndose con su prepotencia y altanería habituales con un mensaje tan manido, inconsistente y entresacado de los dictadores bananeros: “yo, o el diluvio”.

 

Y claro, el pueblo ha preferido la Dana con todas sus consecuencias a la ya insoportable y farsante sequía del “paraules… paraules, pero de forment, ni un gra”, avisándole que vaya planificando su propio funeral tras asistir al desnucamiento podemita y práctica irrelevancia de Compromís entre otros socios antiespañolistas.

No ha esperado el morlaco político un segundo aviso para que lo devuelvan a toriles. Tal cual es su carácter le ha salido el majo madrileño y chulesco de los valentones y mirando displicente al respetable, mete cacho y diciendo: “aquí estoy yo”, sorpresiva y precipitadamente convoca las elecciones al inmediato 23 de julio ante el espanto de su propio partido a la baja (shocks en Ferraz) y del resto de la izquierda patocoja, que censura al Sánchez precipitado con aquella frase lapidaria del: “Vaya palizón que le dimos ellos a nosotros”.

La gran pifia de Ximo Puig ha sido poner la cabeza en la socialdemocracia, pero el corazón en la ultraizquierda y el independentismo de baja intensidad

Pero la aumentativa nariz sanchista no puede sostener por sí sola el peso de la derrota en el Levante Feliz, alguna argolla, y no pequeña, habrá que colgar del cuello de Ximo Puig. Perder la tercera metrópoli de la Comunitat, Elche, amén de ser barrido en las tres capitales de provincia, y después de haber visitado a la ciudad de las palmeras más veces que a la propia Alicante, ha sido bombazo electoral: con la excepción de Mercedes Alonso (PP), desde 1979 todos fueron alcaldes socialistas como feudo inabordable de la izquierda y mínimamente otras ciudades como Torrent, o manteniéndose la bandera azul en Torrevieja y Orihuela. Recuérdese que las remontadas de un signo u otro siempre empezaron por el sur de la Comunidad Valenciana.

La gran pifia de Ximo Puig ha sido poner la cabeza en la socialdemocracia, pero el corazón en la ultraizquierda y el independentismo de baja intensidad, entre otras razones por su especial animadversión (histórica) contra Pedro Sánchez, a quien nunca dejó de considerar un Maquiavelo con navaja trapera en el refajo, queriendo demostrar que su desequilibrado Botànic podía ser más eficaz y sostenible a la larga que los espurios pactos monclovitas con sus socios independentistas dándole votos, pero escupiendo a España, y las extrañas amigas de cama, malencaradas y faltonas de Podemos y similares tribus erráticas soltando un disparate tras otro, ineptos a la hora de movilizar siquiera a la gente LGBTI, a los sindicatos de clase o a los Verdes que te quiero verde.

 

Ahora resulta, a tenor del recuento, que somos mayoritariamente una comunidad de retrógrados, reaccionarios machistas, borreguiles esclavos de un capitalismo decimonónico, fascistas incultos para entender su divino mensaje, tontos comunales que han pinzado su voto autonómico con el municipal para dárselo a una derechona que sólo puede traer el caos porque todo lo que no sea izquierda no es (para ellos incapaces de asumir una alternancia lógica) democracia.

La pregunta inmediata parece obvia: ¿quién va a movilizar ahora a los socialistas, ya no digamos a Unides Podem (3,5%), de cara a las próximas elecciones generales en el “País Valencià”? ¿Los dirigentes absolutistas del “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”? ¿Un Ximo Puig trasconejado en la derrota? cuando bien se encargó de no dejar ni herederos ni alternativas a su culto a la personalidad.

Valencia, como tercera provincia española, ha seguido siendo grande y poderosa por la demografía manufacturera en torno al cap i casal, pero Alicante, tal que siempre, resultó decisiva.

El “menyspreu” se paga. Por lo que vamos conociendo, Carlos Mazón propondrán más consellers/as valencianos que alicantinos, como ya hiciera su maestro y mentor el avisado Eduardo Zaplana, a quien, y, por cierto, nunca debió Aznar caer en la impericia de sacarlo de la Comunitat Valenciana para egoístamente llevárselo a su “dream team” nacional. Esperemos que Feijóo aprenda del inmediato pasado.

Carlos Mazón, quien habla mejor inglés que valenciano, siempre se acordará de su padre, hematólogo, y de la corbata que le regaló dándole un buen consejo en política: “nunca aprietes demasiado el nudo, no es bueno para la circulación”. La espada de Saladino para cortar el pañuelo de seda valenciana está ahora en sus manos.