| 11 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Los agricultores han repartido patatas entre las personas que han pasado por el punto de protestas
Los agricultores han repartido patatas entre las personas que han pasado por el punto de protestas

Trasvasar o morir

La última tractorada en Madrid con miles de labradores ha provocado que el Gobierno valenciano mandara a Mireia Mollà (Compromís) la consellera que quiere imponer el catalán en la Vega Baja

Teresa Ribera, Vicepresidenta cuarta, y, al paso que vamos de este Gobierno habrá más "vices" que ministerios, es jurista madrileña, y funcionaria de alto standing con importantes cargos directivos gubernamentales, muy preocupada últimamente por los trasvases entre cuencas acuíferas y regadíos, aunque probablemente no haya bebido otra agua en su vida que la embotellada, y tal vez en su infancia urbanita, creyese que los productos hortofrutícolas expuestos en los supermercados se criaran en la trastienda de las grandes superficies para después ser teletransportados hasta los expositores.

Por ella se inventó el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, hipotético remedio político-burocrático (muy del tono podemita) que debe vigilar y promover el paraíso español de los "Verdes", al tiempo que repuebla la España vacía con migraciones a la inversa, de ciencia-ficción catastrofista. Y ahora, después de una actuación fugaz y casi invisible en armisticios con la pandemia, reaparece espectacularmente para montar un pollo-show despertando a la hidra de las siete cabezas, más conocida como: "La guerra del agua", por el trasvase Tajo-Segura que enfrenta a Castilla-La Mancha con todo el Levante español, aunque la cosa hídrica también tiene su retruque entre Aragón y Cataluña versus la propia Cataluña del Sur, la Comunidad Valenciana, Murcia y Almería.

Ahí es nada, la España fértil, cerca del 50% de las frutas y hortalizas que consume Europa, muy importante lo de "tempranas" (temporalidad que despierta impotentes celos competidores de otras Autonomías y países mediterráneos), y proporciona una buena porción a la tarta de nuestro PIB, al corte y punto de ser uno de los pocos sectores productivos que ha crecido durante la maldita enfermedad. Pero, y, además, como me gusta metaforizar: no hay planta que deba regarse con harta frecuencia y rente tantos beneficios económicos como el turista. O sea, sol y agua son la mejor fotosíntesis de nuestra Hacienda, y eso no se lo inventa el hombre, sino que viene dado por la naturaleza, a la cual, eso sí, puede ayudar la tecnología.

 

Ximo Puig ha demostrado ser tan buen dirigente político en la Comunidad Valenciana, algo debe agradecerle también a la rueda de la fortuna frente a la Covid-19, sin quitarle su innegable meritoriages sanitario, pero, cruel paradoja la suya, visiblemente ninguneado en el ámbito nacional, como se viene demostrando, para oprobio de los valencianos, cuando, valga el último botón de muestra, Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha muy recientemente sacó pecho en Toledo diciendo que Pedro Sánchez, allí presente como presidente del Gobierno, le daba la razón en lo de acortar sensiblemente el caudal trasvasado del Tajo al Segura, ergo le ganaba la batalla política y agropecuaria al castellonense un, quien no pudo o supo responder sino un cabreado chitó trasconejado de vuelta a casa.

En una cosa están todos los expertos de acuerdo, de una vez por todas hay que hacer un Plan Hidrológico Nacional de vasos comunicantes entre las diferentes cuencas

La última tractorada y "autobusada" en Madrid con miles de labradores alicantinos, murcianos y almerienses, ha provocado que el Gobierno valenciano mandara en su representación a la manifa agrícola a Mireia Mollà de Compromís, curiosamente la consellera que quiere imponer por ovarios el catalán en la Vega Baja, para que declarase "El Gobierno de Sánchez no está teniendo una actitud colaborativa con nuestras propuestas" y que "el Gobierno valenciano no puede quedarse de brazos cruzados", proponiendo la política ilicitana el añadido colaborativo al trasvase, con desaladoras y depuradoras, en claro desconocimiento de que tanto unas como  otras, si es cierto que acaban con sales y detritos, no lo es menos que pierden los nutrientes necesarios para toda agua de regadío y que una cosa es baldear las calles, y otra muy distinta regar bancales.

 

Como siempre he vuelto a consultar con los expertos, que también como siempre discrepan. Sin embargo, en una cosa están todos de acuerdo, de una vez por todas hay que hacer un Plan Hidrológico Nacional de vasos comunicantes entre las diferentes cuencas. Algo que ya reconociera el ínclito Pujol cuando mandaba en Cataluña más que la Virgen de Montserrat, y propuso con la boca pequeña el trasvase desde la desembocadura del Ebro, hacia abajo, pero con caudales medidos y pautados para no perjudicar el Delta; algo que quiso llevar a cabo Aznar desde Aragón, pero Rajoy no tuvo los bemoles de llevarlo a buen fin aun contando con una mayoría absoluta que no necesitaba apoyos nacionalistas; trasvase que, para recordatorio de socialistas y podemitas varios ya diseñaron en la II República los políticos con sentido de Estado. Y por seguir en memorándums históricos, ya es triste que fuera el dictador Franco el único capaz de llevar a cabo el traslado de aguas un Tajo-Segura que hoy riega desiertos de ayer y da de comer a decenas de miles de españoles, mientras nuestros próceres actuales siquiera han podido dar a luz el trasvase entre el Júcar y el Vinalopó, donde podría crearse una zona semejante, o mayor, al Ejido almeriense.

"Las buenas labores son honra de labradores" apunta el refrán. "Ni obra buena, ni una palabra mala" decían del maquiavélico Marqués de Villena. Aplíquenselo a nuestros políticos y a los trasvases. Un día puede arder el río Segura y las huertas volver al páramo.