| 20 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El oficio más viejo del mundo

Como al Gobierno de Pedro Sánchez se le acaban los fuegos artificiales, no se le ocurre otra que sacar a pasear la cabra de la prostitución con el alarmante cencerro de prohibirla

El mal llamado "oficio más viejo del mundo", quitándole histórica verdad antropológica al de cazador-recolector en nuestros ancestros, y al de mantenedora del sembrado, cueva o refugio para nuestras muy pretéritas madres, fue, es y supongo que seguirá siendo puto y prostituto trabajo sufridor durante milenios, y por igual, tanto de indiscriminadas cacerías exterminadoras bajo el látigo o el hacha de la persecución religiosa, como y sensu contrario, de ciertos beneplácitos y consentimientos desde el poder más sórdido en opiáceos generales para apretados, salidillos y diversas frustraciones freudianas.

Y en esta especie de impasse social estamos entre quienes piensan que la prostitución voluntaria (jamás la forzada) puede ser no-negativa, si se analiza como profilaxis social que tampoco justifica males mayores, pero desde luego los evita; en consecuencia, piensan los consentidores se debe mantener cierta permisividad controlada eligiendo entre los ya experimentados modelos económicos y nacionales alemán, diferentes nórdicos, etc. e incluso mixtos según (aquí en España) entiendan las Autonomías y pormenorizen Ayuntamientos. O sea: regulación estructurada, aséptico control y recaudación de impuestos como en cualquier otro curre.

Muy al contrario tenemos a quienes optarían por el cierre total (e inviolable para siempre jamás) con derribo y cambio de negocio en puticlubs, casas de citas y masajes eróticos, páginas de contactos, más el rastreo y la detención diaria (al furgón policial, chicas) por polígonos industriales, carreteras-pasarelas de muestreo o ciertos lugares esquinados y bien conocidos por donde ronda el lumpen desgarrador del puterío cutre mayormente emigrante desde países que están aún peor que el nuestro; subrayo a éstas últimas, cuyo fin último no puede ser más desesperanzador entre provectas miserias para "arrecogidas", porque las titis de lujo, nutridas de la burguesía adinerada que siempre podrá pagarlas legalizadas o subrepticias, no tienen mayor problema en negociarse su rentabilísimo body, que bien administrado da para un cómodo jubileo en otro negocio: furcia rica, furcia pobre.

Como aquí no nos podemos estar quietos, y al Gobierno de Pedro Sánchez se le acaban los fuegos artificiales de entretenimiento general, no se le ocurre otra que sacar a pasear la cabra de la prostitución con el alarmante cencerro de prohibirla por decreto-ley. Y claro, se lía parda porque hasta sus socios en Moncloa, y arrimados de La Carrera de San Jerónimo se le subieron por la pernera del 68 o quizá 69: "prohibido prohibir" que inventasen los surrealistas. Entre izquierdas y nacional-separatismos varios cada cuál piensa una cosa y los demás las distintas.

Madrid estornuda y la Comunidad Valenciana se constipa con otro (ya innumerables) enfrentamiento entre la señora Consellera de Justicia, Gabriela Bravo, seudosocialista ella, y la compañera ultranacionalista vicepresidenta Mónica Oltra, mismamente responsable gubernamental de Igualdad y Política Inclusiva.

Poner la venda antes que la herida no es la solución sino proxenetismo político

 

Ambas echan mano del poético Barroco con los interrogantes de sor Juana Inés de la Cruz: "¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: ¿la que peca por la paga, o el que paga por pecar?"; el mal o daño hecho es asunto a corregir por la Justicia, mientras la pecadora en busca de sustento parece cosa de Política Inclusiva e igualdad con otros oficios, si así podemos considerar laboralmente a la putez, que no debe ser oficio agradecido, pero sí abonado en su doble acepción semántica.

Ximo Puig con esa irresolubilidad que lo caracteriza, y tirando por en medio entre la animadversión de sus conselleras, se refugia en el no menos barroco conceptismo quevediano presumiendo que, y, en definitiva: "Puto es el hombre que de putas fía, y puto el que sus gustos apetece; puto es el estipendio que se ofrece en pago de su puta compañía". Así pues, salomónico él, intenta con un decretazo a la valenciana vedar a las dos partes contratantes del kiki remunerado siguiendo la línea argumental de Groucho Marx.

Los bizantinos pasaron siglos discutiendo sobre el sexo de los ángeles, nuestros políticos pasarán años haciéndolo sobre el sexo pagado, y yo me apuesto una botella de Moët & Chandon (cuentan que es el habitual en los putiferios con standing), a que no consiguen proscribir desterrando para siempre la prostitución, y si lo consiguieran como dijo San Agustín: "Apartad a las prostitutas de la vida humana y llenaréis el mundo de lujuria." Teología de la vida.

El mejor proxeneta (él o ella) colgado boca abajo del palo mayor, en eso estábamos todos de acuerdo antes de empezar el nada fructífero debate. Pero con las poliédricas "Magdalenas" de Sabina, muchas de ellas autosuficientes y con una conciencia que apabullaría a tanta feminista, por cierto, enfrentadas al respecto, debemos tentarnos el seso y la entrepierna porque es un problema heredado desde las primeras civilizaciones mesopotámicas. Y no creo que esta generación sea la más lista de la humanidad pasada y por venir. Poner la venda antes que la herida no es la solución sino proxenetismo político. Estudien, que para eso les pagamos.