| 06 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Las granjas y los cerdos

El metano obtenido en los digestores anaerobios se quema y el calor obtenido se utiliza para generar vapor que se transforma en energía eléctrica suficiente para las necesidades de la granja

| Juan Navarro Edición Alicante

Las desafortunadas declaraciones de Alberto Garzón al diario inglés “The Guardian” ha generado una polémica y como no podía ser menos, se politiza y el personal opina sin tener toda la información y únicamente atendiendo a criterios políticos. Por ello, intentando evitar cualquier intención diferente de un análisis del impacto ambiental, voy a dar mi opinión sobre la explotación agropecuaria intensiva y extensiva.

Hace algunos años y por indicación de Julio de España, que siempre ha sido sensible a temas medioambientales, sobre todo en su época de Presidente de la Diputación acompañé a varios diputados y al gerente de Proaguas a conocer explotaciones agropecuarias en el este de Alemania, concretamente en la capital de Sajonia: Dresde.

La explotación, dedicada a ganado vacuno, ocupaba una extensión de más de cincuenta mil metros cuadrados que incluía establos, edificio administrativo, dos grandes digestores anaerobios, un generador eléctrico, varias hectáreas de explotación agrícola y una pequeña central eléctrica de distribución de energía para uso de la explotación.

Lo primero que llamó mi atención al entrar en los establos fue los grandes carteles que informaban al visitante hacer el menor ruido posible en la visita y que nos abstuviésemos de tocar a los animales y en segundo lugar el ambiente relajado y tranquilo que reinaba en la zona de estancia animal. Tres horas al día se sacaba el ganado vacuno para pasear por unos prados cercanos con el fin de realizar un poco de ejercicio y mejorar su alimentación a través de su ingesta de pasto.

Me explicaron que los establos estaban cubiertos de paja que se renovaba cada tres días; la paja procedía de una pequeña explotación agrícola de cebada para la fábrica de cervezas de la zona. La paja y los detritus se llevaban a un digestor anaerobio donde se les dejaba fermentar en ausencia de oxígeno; debido a la capacidad de los digestores, se aceptaban los residuos de la cervecera local. Este proceso anaerobio generaba gas metano; el temido “grisú” o gas de los pantanos que tiene una capacidad calorífica de 15 calorías por gramo. También me explicaron que los lixiviados, fundamentalmente orines, se recogían a través de una red de tuberías situadas en el suelo de los establos y se trasladaban a una balsa de lixiviados sin posibilidad de drenaje y escape a través del suelo.

Que cada uno saque sus propias conclusiones y alguien le ponga un bozal a esa quinta maravilla del Credo que no quiere que comamos carne

El metano obtenido en los digestores anaerobios se quema y el calor obtenido se utiliza para generar vapor que se transforma en energía eléctrica suficiente para las necesidades de la granja. El vapor de agua también se utiliza para extraer grasa y proteínas de los residuos de un matadero cercano mediante un horno de vapor a más de 150º C. las grasas se dedican a la industria alimentaria para fabricación de margarinas o productos similares y las proteínas para alimentación del ganado.

Una vez extraído el metano, los residuos mezclados parcialmente con los orines, se utilizaban para fabricar “compost” que servía de abono natural para la explotación agrícola de la granja. El resto de los orines se trataban en la estación depuradora de la ciudad.

El gas metano tiene un impacto 23 veces mayor que el dióxido de carbono como gases productores de efecto invernadero, por tanto, la quema del metano para obtener energía y CO2 es una práctica perfecta de protección medioambiental. Prácticamente conocemos las entradas y salidas del sistema y el impacto sobre el medioambiente es mínimo

Frente a este sistema intensivo de producción, existe la ganadería extensiva que mantiene a los animales pastando por las dehesas extremeñas o los “praos” cántabros. De esta forma el animal se nutre de forma natural con hierbas y bellotas pero tiene el inconveniente de que no hay forma de controlar los detritus y los orines. No hay posibilidad de reutilizar sus excrementos para producción de energía. Podemos suponer que los detritus se incorporan al suelo como abonos naturales y son posteriormente aprovechados por las plantas pero los orines que son un foco de alta contaminación por su contenido en compuestos nitrogenados, se infiltran en los suelos y llegan a acuíferos subyacentes. Habida cuenta la gran carga de nitrógeno que presentan los orines porcinos y vacunos y su gran volumen, podemos colegir que la amenaza de contaminación hídrica es importante y no hay posibilidad de efectuar un tratamiento para evitarla.

Asimismo, la cabaña no está todo el día en la dehesa o en el prado por lo cual habrá que disponer de unas instalaciones para recogerlas por la tarde o en días de lluvia o elementos climatológicos adversos.

Hemos repasado los dos tipos de explotación pecuaria. Querido lector: que cada uno saque sus propias conclusiones y alguien le ponga un bozal a esa quinta maravilla del Credo que no quiere que comamos carne, roscones con crema, bebidas de todo tipo, juguetes de cualquier clase pero sí que disfrutó, que se sepa, el día de su boda de excelentes chuletones y foie gras del perigord. Mira que les gusta prohibir a estos progresistas de bisutería.