| 20 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Nuño de la Rosa visita hoy el restaurante Thai Corner de Elche
Pedro Nuño de la Rosa visita hoy el restaurante Thai Corner de Elche

Si te gusta el picante, este es tu sitio: Thai Corner

Los tailandeses son poco dulceros, les basta con la sonrisa que no se la quitan ni cuando duermen. Dejé propina por el buen servicio, les devolví el saludo reverencial y me fui para casa

| Pedro Nuño de la Rosa La Picaeta

Hablar de la cocina Oriental generalizándola, incluso precisando en de la del Sudeste Asiático, resulta tan abstracto e impreciso como si un malayo parloteara de la cocina europea metiendo en el mismo saco coquinario un rosbif de Simpson (Londres), con una chuleta en Banshiki (San Petersburgo); o ya puestos, cualquier plato nórdico con arenque o bacalao, que yo recuerde el Karla (Copenhague), asimilándolo a una kokotxa de atún rojo de Magoga (Cartagena). Más que odiosas, son comparaciones imposibles. 

Por eso, y después que la semana anterior fuéramos a un restaurante ilicitano un tanto tótum revolutum oriental facturado por españoles, seguí el consejo de un lector y con embargo de cuchipandas, amigo, que me sugirió visitar el Thai Corner en la bulliciosa plaza San Cristóbal, donde manda en los fogones y woks el chef Aof (talmente escrito en lengua latina), tailandés que aprendió su cocina de los cinco sabores recorriendo islas con ese sentido tan nacionalista que tienen los súbditos de la dinastía Chakri y el generalato para distinguirse de chinos, japoneses, vietnamitas y por supuesto hindúes. 

Tras echar un vistazo a la carta de vinos, generalizada más en denominaciones de origen que en etiquetas (bodegas), opte por una pinta de cerveza nacional (desaconsejo las de allá), y le pedí a la atenta maître Cristina, tampoco especificó apellido, me sirvieran un menú escogido y pautado por el propio Aof. Almorcé entre comensales de ojos rasgados, señal que el lugar era auténtico, y al dejar los platos sin necesidad de lavavajillas, trasladándose respectivos gestos de aprobación, intuí que también debía ser bueno. 

Para empezar, trajeron "Pon pia phak", semejantes, pero no iguales a los rollitos de primavera chinos, estos absolutamente vegetales, más pequeños y de crujiente tenso. No fue lo que más me gustó. 

En este restaurante puntualizan, muy dignos ellos, que un mayoritario porcentaje de los productos son importados de su país nativo

Sustanciosa y pantagruélica como pocas es su sopa Tom yum, especie de cocido en un vuelco de pescado típico thai, allí camarones aquí con gambas, (no me parecieron frescas) con muchas hierbas, champiñón, una salsa similar al nuoc - mâm (nuestro antiguo garum), gusto agridulce; pero si además pides el genuino (servidor lo hizo), el picante (combinación de pimientas y ajíes thai) te hará llorar sin un motivo sentimental ni dolor físico muscular. 

Y para que no decayera la fiesta "picantona" (que dirían los mexicanos tan afectos a los "burritos suicidas"), volví al "soponcio" estomacal de Bangkok por mor de una ensalada de ternera, pepino, cilantro, menta y zanahoria con salsa de pescado (obviamente picante). Singular "mar y montaña", diríamos nosotros, que como casi todos los platos puedes acompañarlos tanto con tallarines (harina de arroz) como propiamente con arroz blanco (Thai Hom Mal) perfumado al jazmín. El único pan que conocen es el de gambas, nada que ver con el nuestro. En este restaurante puntualizan, muy dignos ellos, que un mayoritario porcentaje de los productos son importados de su país nativo. 

Al soponcio de Bangkok le siguió una ensalada de ternera, pepino, cilantro, menta y zanahoria con salsa de pescado (obviamente punzante con las papilas gustativas). Tengo estudiado que esta es una de sus más conocidas escudillas de cartón o plástico callejeras, engulléndolas a cualquier hora que acuda el hambre transitando mercadillos. Por cierto, en su afán equidistante vecinal, los tailandeses no usan palillos, sino tenedor, así que no se preocupen por esa falta de maña que solemos tener los occidentales prendiendo ingredientes a la manera oriental. 

Los tailandeses son poco dulceros, les basta con la sonrisa que no se la quitan ni cuando duermen. Dejé propina por el buen servicio, les devolví el saludo reverencial y me fui para casa temiendo una digestión cuando menos, ardiente. Nada de eso, sesteé tan plácidamente entreviendo no sé qué capítulo, ni de qué serie distópica. 

Restaurante Thai Corner 

Plaza San Cristóbal S/N 

Teléf.: 965 20 07 51 

Precio medio: 25 a 35 € 

No cierra