| 28 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Oltra Returns

La última palabra la tiene el Supremo, pero el destrozo ya está hecho, y mal se puede zurcir por demasiadamente que lo intenten sus lugartenientes y sargentas

| Pedro Nuño de la Rosa Edición Alicante

Como si se tratara de un estreno cinematográfico del Hollywood más fantástico arrendatario del cómic fabulando superhéroes y heroínas, la cartelería política anuncia que Mónica Oltra vuelve. Seconda puntata o asalto al poder: hagan juego...

A la derecha se le encogió el duodeno cavilando sobre los diversos golpes bajos que puede recibir de la doña, tanto si probablemente ganan las próximas elecciones, como si no: Moniqueta clama venganza y ellos/as son los sparring tras mandar la Fiscalía (¿también fachas?) a los inmaculados/as de Compromís a besar la lona del descrédito público y notorio de los imputados, que no testigos. Ximo Puig, "el desimputador", se alegró, solaz e impúdico él, presumiendo que, en la inmediata campaña electoral, la marrullería del cuerpo a cuerpo contra el ascendente Carlos Mazón será inmisericorde pugilato de la reinona Oltra, permitiéndole no despeinarse mucho el artificioso en el combate a muerte política, y así mantener su Honorable cara o jeta (según convenga) de socialdemócrata bonachón, pactista y equilibrado a quien las encuestas, de momento, tratan algo mejor que a Pedro Sánchez. Y Podemos escupió bilis al cielo de las infidelidades y quebrantamientos éticos, cabreados como están, observando atónitos las martingalas de Compromís para quitarles no sólo a los titulares electos, y personalidades de la inteligencia valenciana nieta de Joan Fuster, sino a todos los hooligans podemitas que puedan engatusar allende del PSPV.

Ahí es nada, compañeros del metal, quietos paraos, la mujer murciélago (Batwoman) regresa, si es que alguna vez se había ido. Puestos a especular, como ella acostumbra con la inocentona víctima de su exmarido, probablemente la dirigente ultranacionalista y de izquierdas violeteras, haya tomado como propia la conocida frase del derechoso Conde de Romanones: "Hagan ustedes (bases y directivas de Compromís) las Leyes, y déjenme a mí (Mónica Oltra Jarque) los reglamentos". Es decir, pongan sobre el papel los pecados capitales y sacratísimas prescripciones morales y estéticas que no se pueden incumplir, y permítanme, de grado o por la fuerza, administrar la bula de los Borgia que personal y exclusivamente me autoexima de mis presuntas y gravísimas faltas, hoy expuestas en los tribunales, que una servidora se las pasa por el liguero del vanitas vanitatis el dogma político, y por el refajo de la honorabilidad del tripartito, pues no me achanto y soy más chula y desafiante que esa Ritona Barberá q. e. p. d., que acabó infartada por los disgustos al demostrarse muy capaz de descararse contra el mundo, fuesen socialistas o el Tribunal Supremo , y que ahora mismo sería la imbatible candidata pepera a la Generalitat y a varios largos demoscópicos de Puig.

Mónica se derrumba entre sollozos y llantinas porque la Justicia la ha pillado con el carrito del helado tratando de meter a su exmarido debajo de las sayas

No, esa no es ella. Los disgustos de Oltra simulan pura escenografía llorona sobre el hombro de su sucesora Aitana Mas en imagen que se ha hecho viral y merecedora de un Pulitzer si la hubiera captado un fotoperiodista americano. A Rita le cayó una lágrima (sin despeinarse el lacado) tras perder su quinta mayoría absoluta como alcaldesa de Valencia, y la ingratitud manifiesta de su partido; Mónica se derrumba entre sollozos y llantinas porque la Justicia la ha pillado con el carrito del helado tratando de meter a su exmarido debajo de las sayas, y no por un renacido amor ceniciento, eso sería hasta cierto punto comprensible, sino por escaquearse ella propiamente del banquillo donde nunca creyó que la sentarían sus ninguneadas puñetas, apartándola del Gobierno valenciano para mostrar sus vergüenzas políticas en la picota mediática.

La última palabra la tiene el Supremo, pero el destrozo ya está hecho, y mal se puede zurcir por demasiadamente que lo intenten sus lugartenientes y sargentas, más acoquinados/as que nadie con la vuelta de la Jefa.