| 28 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Los que hablan en la intimidad con Rocío Flores saben que su madre tiene razón

El problema de la hija de Rocío Carrasco y Antonio David Flores es que ella sigue manteniendo una cosa en petit comité y muchos años después que los expertos juristas tumbaron varias veces.

| Isabel Rábago Chismógrafo

 

 

El pasado miércoles España se paralizó ante el desgarrador testimonio de Rocío Carrasco. Un episodio en el que relató el peor momento de su vida. El día en el que tras recibir "una paliza" de su hija se tuvo que enfrentar a una denuncia falsa por maltrato habitual.

Rocío siempre protegió a su hija. Lo hizo el día que tuvo que ir a urgencias y el médico le comunicó que iba a dar parte de las lesiones a la Justicia. Rocío le suplicó que "nada se filtrase". Lo hizo también el día que se negó a declarar ante la Guardia Civil porque "si llego a testificar es como si la hubiera denunciado y nunca he querido denunciarla, Nunca lo he hecho".

Lo hizo en sede judicial cuando no quiso confirmar alguno de los episodios violentos con su hija "porque no quería que le cayera más de lo que tenía". Lo hizo cuando le pidió mediante un requerimiento a su padre, Antonio David, que no filtrase nada sobre el procedimiento de su hija. Requerimiento que no tuvo efecto ya que Gustavo González ha admitido que fue el padre de la menor el que le llamó para que fotografiase el día que Carrasco asistió a la Guardia Civil para declarar con la esperanza, suponemos, de captar la imagen de la hija de la Jurado detenida.



Lo hizo y lo ha hecho siempre hasta que ha necesitado contar un episodio "contra natura" en el que una hija agrede a su madre, para explicar qué circunstancia le impidió tener contacto con Rocío Flores durante estos casi diez años.

La información que nos llegó a todos los periodistas durante este tiempo ha sido una información sesgada. Hasta el punto de que se nos dijo que una orden de alejamiento era la causa del distanciamiento ente madre e hija y el pasado miércoles hemos descubierto que "nunca hubo orden de alejamiento. Mis médicos me aconsejaron no tener contacto con mi hija".

Lo de la orden de alejamiento de Rocío Flores fue una información sesgada

Lo de la orden de alejamiento es la interpretación que hicimos muchos, yo me incluyo, del hecho de que la madre "no podía estar en contacto físico con la menor" y yo aquí entono la mea culpa. El miércoles fue una noche terrorífica en la que descubrimos los detalles de informes y documentos judiciales que ponían de manifiesto que Rocío Flores en aquel momento "no siente arrepentimiento del hecho". Llegando incluso a sorprenderse cuando le comunican que ha sido encausada por "haber pegado una paliza" a su madre. Según los datos de la Fiscalía, la entonces menor, hoy una mujer de 24, años negó haber agredido a su madre.



Una versión ratificada por su padre desde el momento en el que recurrió la sentencia condenatoria ante la Audiencia Provincial.

El hecho delictivo fue ratificado por dos juzgados: el Juzgado de menores y un órgano superior que no cuestionaron una instrucción en la que no sólo se tuvo la cuenta las testificales de la menor y su madre agredida, sino también la del chófer, el director del colegio, la tutora de la menor y los adultos que acompañaron a Rocío Flores en un testimonio que fue desestimado por la falta de coherencia por parte del tribunal.

Antonio David y Rocío Flores rechazaron la "mediación" con Rocío Carrasco

Este miércoles Rocío leyó la sentencia de su hija que la condenó a varios meses ofreciéndole una mediación que "ella y su padre rechazaron porque consideraban que era una aberración". La pena de trabajo para la comunidad fue sustituida por seis meses de libertad vigilada. Tiempo en el que a pesar del daño que le infringió la menor, Rocío llamaba para preocuparse por la evolución de su pequeña.

Muchos se preguntan por qué madre e hija a estas alturas no pueden solucionar lo que unos llaman "disputa familiar" pero que dos instancias judiciales han sentenciado como "maltrato habitual durante al menos tres años y medio". Rocío Carrasco fue contundente "yo no puedo tener una relación con mi hija que me ha pegado una paliza".

Una afirmación rotunda e incontestable que sólo pueden entender quienes han pasado por su proceso.

Los cercanos a Rocío Flores certifican que no está arrepentida

Además, cree firmemente que "mi hija no está arrepentida". Y es que casi diez años más tarde los que hablan en la intimidad con Rocío Flores aseguran y afirman que ella sigue negando que agredió a su madre y que ella vivió "un infierno en esa casa".

El problema de Rocío Flores es que la Justicia le dio la razón a su madre en dos ocasiones y que su testimonio referido a que Rocío Carrasco la maltrataba de manera habitual, un fiscal y un juez lo desestimaron gracias al resto de testificales y a las contradicciones de la menor.

Rocío se abrió en canal y relató como durante dos años tuvo sobre sí el peso de ser juzgada por una denuncia falsa de maltrato continuado en el hogar contra su hija. Un delito castigado de entre seis y dos años de cárcel. La Justicia en esta ocasión funcionó y al final la denunciante fue la condenada. Un episodio difícil de digerir y de entender si lo vemos con los ojos de pertenecer a "familias normales" donde el insultar y pegar a un progenitor está fuera de todo tipo de imaginación.