| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Según Eyre, la Reina Sofía está muy sola en Mallorca.
Según Eyre, la Reina Sofía está muy sola en Mallorca.

Pilar Eyre desvela lo que nadie cuenta de la vida de Doña Sofía en Mallorca

Oficial y mayoritariamente hay una línea de opinión sobre la Reina Emérita y sus estancias en Marivent pero hay algo que no todo el mundo se atreve a decir todavía.

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Tras mucho hablar de Don Juan Carlos y su paradero, de Corinna y sus "gestiones/declaraciones", y con los Reyes Felipe y Letizia sin agenda pública, esta semana Pilar Eyre centra la mirada en la Reina Sofía en su blog de Lecturas.

La Emérita sigue en Mallorca pero según la periodista especializada en Casa Real, sólo puede recurrir a Tatiana Radziwill, que ha puesto su fabulosa fortuna y su cariño a disposición de su prima porque "quiere ayudarla como ha hecho siempre".

Aclara que "son primas terceras", sí, pero sobre todo "amigas íntimas a las que la desgracia ha unido desde que nacieron".

Y recuerda que la "misteriosa francesa de pelo blanco y escasa coquetería, que pasea en Mallorca al lado de la Reina con su marido dos pasos atrás, esta mujer, feminista y millonaria, que ha osado plantarle cara a Juan Carlos para defender a su prima, tiene una original biografía que muy pocos conocen". 

Por ejemplo que su abuela fue "María Bonaparte, descendiente de un hermano del emperador" y una "de las mujeres más ricas de su tiempo, ya que poseía los casinos más importantes de Europa, era sufragista, paciente de Freud, después discípula y más tarde psicoanalista, con consulta en París".

Se hace eco Eyre de que "publicó tratados sobre el orgasmo femenino, cuya mayor o menor intensidad atribuía a la separación entre el clítoris y la vagina, y practicaba una operación para resolver este problema de su distinguida clientela, en la que había reinas y actrices de cine".

Más aún, "durante la Segunda Guerra Mundial, salvó la vida a Freud y familia sacándolos de la Viena nazi".

El caso es que María Bonaparte se casó con Jorge de Grecia, tío abuelo de la Reina Sofía, y "mantuvo a la familia real griega tanto cuando estaban en el exilio como cuando se sentaban en su empobrecido trono".

De su matrimonio con Jorge (que según la periodista era homosexual) nacieron dos hijos, Eugenia, la mayor, casó brevemente con el conde polaco Stanislas Radziwill, con el que tuvo a Tatiana, un año mayor que Doña Sofía.

Las dos primas tuvieron que partir juntas al exilio cuando eran pequeñas, pero ya muy precario porque María tenía las cuentas de los casinos embargadas por la guerra. Y fueron esas penalidades compartidas las que forjaron una amistad inquebrantable que solo estuvo a punto de romperse cuando se enamoraron del mismo hombre, el príncipe Harald de Noruega.

Cuando se dieron cuenta de que en realidad Harald solo quería a Sonia, volvieron a hablarse y fue Tatiana la primera que supo que Sofía se iba a casar con Juanito, y fue su dama de honor. Cinco años después, Tatiana se casó con Jean Fruchaud, médico cardiólogo, al que había conocido en la universidad, "ya que a diferencia de la Emérita tiene estudios superiores y una cultura sólida y progresista".

Así las cosas, desde los primeros veranos fue invitada fija en Marivent y cuando el matrimonio real se rompió se puso incondicionalmente al lado de su prima: "feminista por herencia y convicción, pragmática y de pensamiento liberal, siempre le ha aconsejado a su prima llevar una vida independiente y le ha ofrecido su inmensa fortuna y su elegante casa familiar en París, donde la Emérita se ha refugiado varias veces".

El caso es que en estos momentos delicados para la Corona, con Don Juan Carlos desaparecido no se sabe muy bien qué pasará con Doña Sofía: si se irá a Grecia con su hermano a Inglaterra o a París con Tatiana.

Y aquí es donde Pilar Eyre se aleja de la línea habitual sobre la Emérita en los medios rosas: "Aunque se diga hipócritamente que la rodea el cariño de todos los ciudadanos españoles, en realidad, está muy sola".

De hecho, "una de las cosas que más echa de menos es navegar, su gran pasión, pero nadie la invita a sus barcos y tampoco se siente autorizada a utilizar los de la familia por la imagen de despilfarro y frivolidad que ofrecería". Asimismo, también le duele que su agenda, antes tan repleta de compromisos, esté vacía.

En resumen; "ahora su teléfono está mudo y, además, ya empiezan a alzarse voces diciendo que en esta película en la que se ha convertido su matrimonio, al que ella parece aferrarse a pesar de todo, ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos".