| 25 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Diana se interpone entre sus hijos y el príncipe Carlos
Diana se interpone entre sus hijos y el príncipe Carlos

La sombra de Lady Di : la mala relación entre el príncipe Carlos y sus hijos

Jaque a la monarquía inglesa. Los príncipes Guillermo y Harry no se llevan bien con su padre. No le perdonan las humillaciones a su madre. El círculo se cierra con la bruja de Camilla.

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La relación entre el príncipe Carlos de Inglaterra y sus hijos, Guillermo y Harry, es complicada. Apenas se frecuentan, y cuando lo hacen, la tensión flota en el ambiente. ¿El motivo? Lady Di. El paso de los años ha hecho que descubran la realidad del matrimonio de sus padres. Se han enterado de que su progenitor hizo infeliz a su madre, al punto que intentó suicidarse en varias ocasiones. Que nunca la quiso ni la respetó. Y lo que es peor, que fue Camilla Parker-Bowles quien dio el visto bueno a la escogida para ser la esposa de su amante. Diana era la ideal por su juventud y falta de experiencia vital. La candidata perfecta para manipular y moldear a su antojo, hasta que se reveló.

El príncipe Carlos tuvo una infancia complicada. Su carácter sensible nunca fue del agrado de sus padres. Tenía la piel demasiado fina y el duque de Edimburgo intentó endurecerlo a base de ridiculizarle ante propios y extraños. Su madre no hizo nada para frenar a su marido, tan solo la reina madre intercedió ante su hija para que cesaran esos correctivos que hacían temer lo peor. Al final, el que estaba llamado a ser el heredero al trono desarrolló  un carácter tímido, introvertido y con cierta tendencia a lo sibilino. De ahí que no viera mal utilizar a Diana de Gales en pro de sus intereses. Su fuerte nunca ha sido la empatía. Ahí estaba el desastre que muchos años antes había vaticinado su abuela materna.

En el veinte aniversario de la muerte de Lady Di, su hijo Harry ha explicado como su muerte le marcó, y no miente, aunque no cuenta una parte de la historia. No entendió como su padre pasaba página con tanta rapidez y volvía a los brazos de Camilla. Mucho menos que se casara con ella. Esos mismos sentimientos los tuvo su hermano Guillermo, aunque su sentido de la responsabilidad hizo que relativizara lo que albergaba en su interior. Harry no fue capaz. En su contra también jugó la libertad de la que gozaba dado que no estaba llamado a ocupar el trono a menos que su padre y su hermano desaparecieran. Eso hizo que se bebiera el día y la noche a grandes sorbos. Sus dudas existenciales se agravaron cuando se empezó a hablar de que James Hewitt podía ser su padre. La verdad es que el parecido entre ambos es mucho. Entre unas cosas y otras, descarriló. Le salvó la unión que mantiene con su hermano. Son una auténtica piña. Guillermo, a base de mucha paciencia y mano izquierda, consiguió que, poco a poco, remontara el vuelo.

Ahora que ya son mayores y tienen mando en plazo, Guillermo y Harry han rendido tributo a su madre. Por y para ella han aceptado participar en un documental donde la han alabado en todas las facetas. En público, se mantienen firmes en la versión oficial sobre su muerte. Sin embargo, ellos, como otros muchos, no se resisten a escuchar la versión no oficial, esa que habla de un complot para quitarse de en medio a una Diana cuya afición a los hombres de religión musulmana la había convertido en jaque a la monarquía británica. También han leído la carta, escrita de su puño y letra, donde la princesa alertaba de que su marido quería matarla provocando un accidente para tener el camino libre para unirse legalmente a Camilla, a quien Guillermo y Harry culpan de parte de la desgracia que en vida sufrió su querida madre. Para ellos, es la mala del cuento en versión femenina. El papel de malo se lo adjudican a su progenitor.

La grieta entre los príncipes y su padre se ensancha por la elección del sucesor de la reina Isabel. Aunque se ha dado por seguro que la muerte de Diana acabó con todas las posibilidades de Carlos para reinar, la soberana no sentencia sobre el asunto. Ella, cuya principal rol es no dar muestras de sus preferencias, oscila como un péndulo que va y viene entre su hijo y su nieto. Esto ha hecho que Carlos se desespere y vea a su hijo como un enemigo. Sabe que las cartas están en su contra. Sin embargo, eso no hace que tire la toalla. Al contrario, siempre que puede, reivindica su derecho como heredero. Sus sueños sobre el día que será coronado se ven interrumpidos por las pesadillas de un escenario donde interpreta el papel  de su tío, el duque de Windsor, que renunció al trono por amor a Wallys Simpson. El príncipe Harry lo tiene claro, hará todo lo que esté en su mano para que su hermano y Kate sean quienes llevan la corona.