DANA
Hogares en ruinas y vecinos sin poder volver a casa un año después de la riada de Valencia
No se trata de las casi 1.500 viviendas que han resultado inhabitables o las más de 300 demoliciones, sino de una casuística más común desgraciadamente: damnificados que padecen la insuficiencia de las ayudas públicas

Enrique sacando escombros en su casa de Paiporta arrasada por la riada
La reconstrucción de las riadas no ha avanzado al mismo ritmo para todos. Cuando se cumplen 365 días de la tragedia histórica, la imagen en las calles devastadas por el terremoto líquido refleja el contraste entre el color de aquellos comercios que ya han vuelto a la normalidad con el gris predominante de persianas bajadas o de andamios y obras. Pero la gravedad del problema supera lo aparente, llega hasta el corazón de los hogares.
Es el caso de Enrique, de Paiporta, para quien la emergencia continúa. Por fin ha vuelto a incorporarse a su puesto de trabajo tras un año de baja psicológica. Su casa sigue en ruinas. Es él quien con sus propias manos se enfrentó a una labor colosal sacando los escombros de los restos que quedaban, con las mismas manos con las que, a día de hoy, todavía sigue luchando para levantarla. La reflexión a todas las instancias un año después es: ¿qué ha fallado para que aún haya vecinos que no ha vuelto a su casas?
El 29 de octubre se encontraba dentro de su coche cuando la avenida se lo llevó. La corriente le arrastró hasta otro municipio colindante. "A las 7 de la mañana -12 horas después- llegaba a un bar de La Cruz Cubierta (Valencia) sin zapatillas con la idea de poder cargar el móvil", recuerda. Vivía en un bajo y, al regresar, no daba crédito a lo que veía: "Mi gato estaba nadando". "Sentía que no era mi casa", confiesa señalando que el agua entró ferozmente alcanzando dos metros de altura. Su casa que quedó completamente devastada por dentro.
"El seguro no lo cubrió todo y tuve que ponerme a trabajar yo para abaratar los costes", explica. Se armó de valor y comenzó a tirar los muros que presentaban daños severos, como muestran las imágenes que ha querido hacer públicas. Ahora expresa alegría porque "ya veo el final", pero aún no ha podido volver a su casa. No tiene los suministros básicos como la luz, pues la instalación eléctrica todavía está por hacer. Tampoco están lucidas las paredes, ni el suelo cambiado. Un año después, lo que se ve es solo la estructura de una vivienda en la que los únicos muebles son los sacos de cemento y yeso.
En la misma situación se encuentra Toni, de Paiporta, quien abre las puertas de su casa a ESdiario. "Lo que era", matiza. Parece que el tiempo no haya pasado por sus interior. Continúa inhabitable. "Estoy trabajando yo poco a poco", cuenta. Enseña el salón, el baño, la cocina... todas las estancias están completamente destruidas. La marca del agua aún está presente en las vigas del techo, demostrando que la riada sumergió la vivienda por completo.
No se trata de las casi 1.500 viviendas que han resultado inhabitables o las más de 300 demoliciones, sino de una casuística más común desgraciadamente: damnificados que padecen la insuficiencia de las ayudas públicas. No hay estadística que refleje esta realidad imposible de cifrar sin llamar puerta a puerta.