| 23 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Espanyol 1 - Real Madrid 3: Benzema dispara al Madrid

Tercera victoria en tres partidos fuera de casa para el campeón de Liga después de ganar un extraño partido en Cornellá que el atacante galo solucionó en los últimos minutos de encuentro.

| Miguel Queipo Deportes

Sudo tinta el Madrid para ganar al Espanyol en Cornellá, pero dos goles en el tramo final de Benzema le dieron el triunfo (1-3) para permitir al campeón seguir sumando de tres en tres en Liga. Pero no fue un partido cómodo para los madridistas, ni mucho menos. Pudieron golear al principio, se llevaron un buen susto durante un buen tramo del segundo tiempo y acabaron aprovechando dos ocasiones aisladas para meterse en el zurrón la victoria.

Es complicado explicar el primer tiempo del Madrid. Realmente complicado. Los cambios de Ancelotti, tres, fueron menores de los esperados (rotó los dos laterales metiendo a Lucas Vázquez y Alaba, Kroos recuperó su puesto en la medular) y el campeón de Liga salió a merendarse al Espanyol desde el saque inicial. En ese tramo destacaron dos jugadores por encima de todos: Vinicius y Tchouameni, que ha caído de pie en este equipo, y no sólo por la marcha de Casemiro.

El francés hizo un despliegue físico portentoso. No tiene el sentido táctico de Casemiro aún, y eso costó un gol, pero sí una exuberancia en su juego que sobresale por encima del resto. Presiona, desahoga y, además, es capaz de filtrar pase con una calidad esplendorosa, como el que le sirvió en bandeja el 0-1 a Vinicius Jr.

Fue un golazo de Vini, que sigue con todas las luces encendidas (es más, consigue que no se le apaguen casi nunca, algo realmente meritorio). El brasileño se echa a su equipo a la espalda en cada encuentro, no desfallece, no para de intentarlo y desequilibra cada vez que toca el balón. Algo que se nota más cuando Benzema está a un peor nivel, como es el caso ahora mismo. Aunque conviene no decirlo muy alto porque el 9 blanco acostumbra a dejar mal a todos sus críticos con un gusto exquisito.

 


El tanto de Vinicius, en el minuto doce, hacía presagiar un paseo militar para el campeón, porque el Espanyol no llegaba a las inmediaciones de Courtois, apenas pisaba la mitad del campo de la defensa madridista, y los blancos se gustaban. Alaba, Militao y Rudiger parecían inexpugnables, algo así como el Equipo A, cada uno con sus cosas pero todos juntos indestructibles. El Madrid tuvo ocasiones para un 0-3 claro y sin embargo, cuando quedaban dos minutos para llegar al descanso, llegó la desconexión.

Primero, los blancos permitieron un remate de un ex Leandro Cabrera, tras un córner, que besó el poste izquierdo de Courtois. Y en la jugada siguiente, un error grave de Tchouameni, desaparecido de la frontal del área persiguiendo a Darder, sin que ni Modric ni Rudiger acertaran a tapar ese espacio, permitió a Joselu cumplir con la ley del ex y con la especial inquina de este fabuloso delantero canterano blanco al equipo de su cuñado Carvajal. Gol. El séptimo que le marca al Madrid en su carrera.

Ese tanto encajado, además, le sentó al Real Madrid como un cocido con sus tres vuelcos. La superioridad física sobre el campo desapareció de un plumazo, y las fuerzas se igualaron desde el comienzo del segundo tiempo, con un chavalín españolista, Rubén Sánchez, haciendo un partido de muy alto nivel. De repente, lo que antes era apabullante dominio del campeón de Liga pasó a ser un partido disputado. Los de Diego Martínez encontraron la manera de recargar las baterías y comenzaron a poner en apuros de verdad a un Courtois que evitó el 2-1 a remate otra vez de Joselu, justo antes de que Ancelotti metiera sobre el verde a Rodrygo y Camavinga, buscando la reacción. Y por momentos, funcionó.

 


El brasileño es un bisturí de cirujano, y Camavinga, un martilló pilón. Una contra montada por ellos provocó la mejor ocasión madridista cuando se superaba la hora de juego, un remate de Benzema que salvó Lecomte en una parada tan poco ortodoxa como efectiva. El Madrid, al menos, estaba sobre el campo, y poco después Benzema veía cómo el colegiado le anulaba un gol por un fuera de juego milimétrico, ratificado por el VAR. Fue, otra vez, tras una arrancada de velocirráptor de Camavinga. El VAR también decidió que un derribo de Óscar Gil a Vinicius no era penalti, pese a parecer lo contrario.

 


Y entonces apareció otra vez Rodrygo y su fútbol de seda. El brasileño se sacó un maravilloso pase al segundo palo y por allí apareció Benzema, el mismo al que decimos que estaba desaparecido apenas cinco párrafos más arriba de éste. Para mayor escarnio de quien escribe, marcó otro más, en el minuto 100, de falta directa, con Cabrera ejerciendo de improvisado guardameta perico por expulsión de Lecomte. Tres de tres para el campeón, los tres partidos fuera. Y Benzema marcando a pares pese a jugar reguleras.