| 29 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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La plantilla del Real Madrid, celebrando el triunfo ante el Valencia en la Copa del Rey.
La plantilla del Real Madrid, celebrando el triunfo ante el Valencia en la Copa del Rey.

La dinastía de la Copa

Ha terminado la mejor competición deportiva de España. Cuatro días de apasionante baloncesto y mal trato a la afición del Madrid. Y eso que los del basquet somos "sanetes".

| Pablo Lolaso Deportes

Se acabó. La mejor competición deportiva se acaba de terminar. Cuatro días de locura, pasión, robos, cánticos, bailes, besos, cervezas, pintxos, emociones y, envolviendo todo eso, un baloncesto brutal acaban de llegar a su fin. Explicaré más adelante mi opinión sosegada sobre el tema del (mal) trato a la afición del Madrid, pero de momento nos quedaremos con lo bueno, que es el 99%. Ocho aficiones hermanadas. O siete más una. 

Esta competición es increíble. Un sueño en una realidad deportiva nacional que más que sueño es una pesadilla futbolera. Y hablando de fútbol, este modelo de Copa, que sería perfectamente exportable -con modificaciones temporales-, es absolutamente inviable por una sencilla razón: sería imposible juntar a ocho aficiones de fútbol en una misma ciudad. Si en baloncesto hay cuatro cazurros de quince mil, el porcentaje sube en el deporte de los pies, donde además también sube la masa total de aficionados. Se huele la camorra.

¿Por qué todo este odio? ¿Es por el poder económico? ¿Por ser una sección de un club de fútbol? ¿Es por ganar títulos? Debe de ser por otra cosa, porque esos mismas preguntas nos llevan al Barcelona, y no reciben el mismo trato

Los del básquet somos sanetes, no tendemos a ser agresivos y, como mucho, somos un poco malhablados. Eso sí, la Copa se ha convertido en la convención anual de antimadridistas. La Copa es un torneo donde siete aficiones se unen con un objetivo común: ir en contra de todo lo que lleve camiseta blanca. De lo que no terminan de darse cuenta es de que todo este circo no tendría sentido sin el Real Madrid. Somos ese villano, para vosotros, totalmente necesario para que haya película. Lo malo es que hace ya muchos años que ningún héroe nos derrota.

Pero ahondemos en el por qué. ¿Por qué todo este odio? ¿Es por el poder económico? ¿Por ser una sección de un club de fútbol? ¿Es por ganar muchos títulos? Debe de ser por otra cosa, porque esos mismas preguntas nos llevan al Barcelona, y no reciben el mismo trato.

Pues en estas el Madrid lo ha vuelto a hacer. Desde que llegó un señor que comparte mi nombre con alguna letra menos han estado en juego 23 títulos. De estos, se han llegado a 17 finales y se han ganado 13 títulos. Leyenda. Dinastía. Mientras salía del Buesa iba pensando en quién me iba a centrar al escribir esto que estáis leyendo. Y no me puedo centrar en nadie. No recuerdo un equipo más coral que este en mi puta vida. Desde Laso, Redondo y Chus en el banquillo, Trapero poniéndolos como toros y hasta Pepe, que desde que alguien se cagó en su puta madre delante de toda España se convirtió en el mejor utillero del planeta. Luka con diecisiete jugando con más madurez que cualquier a los treinta y dos. Randolph sumando y sumando sin parar. Nocioni saliendo de su cápsula de hibernación siempre dispuesto a morir por el equipo. Felipe siendo padre por la mañana en Madrid, volviendo a Vitoria por la tarde para capitanear y levantar un trofeo más. Ayón siempre con el cuchillo entre los dientes. Y paro ya, por no aburrir, pero cada uno aporta su granito.

Llul el jugador más determinante de Europa

Y sí. Al final me tengo que centrar en alguien. Sergio Llull es historia viva del Real Madrid. Cuando podía haber elegido irse a otro lado a ganar más (dinero) prefirió quedarse aquí para ganar menos (dinero) pero más de todo lo demás: prestigio, ambición, cariño, valor. Sergio Llull es ya, desde mi modesta opinión, el jugador más determinante de Europa. Y no va a parar ahí. Quiere ser algo al acceso de muy pocos: el mejor de la historia del Real Madrid. Con el equipo a las espaldas, su barba desaliñada y el pelo alborotado, se llena el zurrón de mandarinas y de lo que no son mandarinas y gana partidos sin pararse a pensar en otra cosa. Potencia, garra y explosividad; o templanza y cabeza fría, cuando el partido así lo requiere.

Y sí. Fue campo atrás. Y esta será la Copa del campo atrás, para muchos. Pero es injusto y absurdo quitarle valor a este Real Madrid por un error puntual. No tiene sentido no reconocer el campo atrás como tampoco lo tiene no reconocer que el Madrid gana porque es el mejor. Sin más. Nos vemos en Gran Canaria 2018.