| 18 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Real Madrid 2-2 Elche: Militâo cierra el paraguas de Boris Johnson

El brasileño en el alargue impidió que el Real Madrid llegara con una pulmonía a casa. La sensación de que el equipo comienza a acusar la fatiga es preocupante.

| Miguel Queipo Deportes

Eder Militâo, en el alargue, con un cabezazo tremendo, impidió que el Real Madrid llegara con una pulmonía a casa. El gol del zaguero brasileño propició el 2-2 con el que acabó el partido, un encuentro donde el Madrid jugó muy bien en el primer tiempo, pero se fue al descanso perdiendo y donde pudo darle la vuelta tras ir 0-2 abajo y con el paraguas, como el de Boris Johnson, dado la vuelta. Pero el líder liguero comienza a dar síntomas de cansancio, ante las pocas rotaciones de Ancelotti. Alguien debería tomar nota.

Al Real Madrid le pasó en la primera parte un poco como aquel vídeo viral que protagonizó Boris Johnson, primer ministro británico, con su paraguas, no se me vayan ustedes a una fiesta. Los de Ancelotti acudían a la segunda cita consecutiva con el Elche vestido con sus mejores galas, con su traje de los domingos (el de líder), peinado y perfumado a conciencia (once de gala salvo Lucas Vázquez por Carvajal) y mostrando esa sonrisa arrebatadora del que sabe que todos están pendientes de él. Pero no contaba con el dichoso paraguas, con el Elche.

 

 

 

Todo eran risas, poses. El discurrir placentero de una jornada más de trabajo del que se sabe bajo el escrutinio de todos. El Madrid llegaba, sorprendentemente, mucho más por el centro que por los costados, aunque los remates o no iban a puerta o salían excesivamente centrados. Badía, portero ilicitano, solo tenía que emplearse a fondo cuando Vinicius, que jugaba a chispazos, combinaba con Benzema. No era gol, pero la sonrisa del líder seguía dominando la escena, incluso cuando un centro chut de Lucas Vázquez besaba el larguero.

En esas, el Real Madrid decidió darse la vuelta y, como buen galán, ofrecer su paraguas a los demás. Un penalti a favor que pareció anticipado de una falta previa de Kroos. Benzema siempre los lanza a la derecha del portero, pero esta vez decidió que lo iba a lanzar a la izquierda. Resultado: a la grada. Llevaba hasta entonces dieciséis goles en dieciséis penaltis lanzados, pero la galantería es lo que tiene, que te rechazan el paraguas y ya la sonrisa sigue, pero con mueca.

El Madrid seguía siendo un vendaval, y el Elche se mantenía en el choque a duras penas, por la falta de puntería de unos blancos que jugaban bien, circulaban rápido, resucitando a un Hazard que rayó a un nivel notable, y que parecían simplemente esperar a que cayera el primero, porque iba a caer. Y por eso, Boris Johnson decidió abrir su paraguas. Y en ese momento, justó ahí, el Elche decidió ser un tornado.

Mojica en una contra encontró por el costado derecho en ventaja a Fidel (que había entrado por el lesionado Morente), metió un pase milimétrico al centro del área, Militâo y Alaba pastelearon y Lucas Boye, tan gigantón y con buen pie como, parecía, falto de gol, cabeceara de manera espectacular a la red de Courtois. El paraguas se había dado la vuelta y la carcajada de los perseguidores ligueros se escuchaba en el cielo de Madrid. Para que el líder se siguiera calando hasta los huesos. Badía  hizo un paradón tremendo a falta directa lanzada por Kroos en la prolongación del primer acto.

 

 

Quedaba el segundo, pero el Madrid siguió empapándose con su paraguas volteado. Pareció que la lluvia aún arreciaba más cuando Benzema, con problemas físicos, tuvo que dejar su sitio a Jovic, del que cuesta recordar sus highlights como futbolista blanco. Ancelotti arriesgó, metiendo a Rodrygo por Kroos, porque sin el francés la necesidad de gol obligaba a tirar de todo, hasta del metrónomo. Había jugadores madridistas (Modric, Casemiro, Hazard, hasta Vinicius) que parecían tiesos (cabe recordar que el Elche venía de jugar la misma prórroga el jueves que los locales), pero el elegido fue Kroos y Ancelotti tardaba en meterle pulmones al paraguas dado la vuelta mientras el equipo se calaba.

 

Sin Kroos, el equipo perdió la brújula y atacaba por oleadas, pero sin orden, como una especie de bombardeo de Londres en avioncitos de papel. Y como el paraguas seguía abierto, Pere Milla, el mismo jugador que fue expulsado en la prórroga en el partido del jueves, fue el encargado de hacer el 0-2 a trece minutos del final tras un muy buen control y descarga de Lucas Boye, que era una pesadilla, como todos esos delanteros altos que, desde tiempos inmemoriales, se han enfrentado al Madrid.

 

Se encontró el Madrid con un penalti VAR, bien pitado, después de que en el arranque del segundo tiempo el VAR anulara otro, bien anulado. Y Modric consiguió cerrar el paraguas parcialmente, 1-2 con ocho por delante y ya no diluviaba pero era lluvia molesta. Había que darlo todo en ese tramo. Igual de deslavazado que antes, sin tino, hasta que en el alargue apareció un cabezazo estratosférico de Militâo para hacer el empate, a centro de Vinicius. El paraguas se cerró, pero para un empate. Más allá de eso, la sensación de que el Madrid comienza a acusar la fatiga es preocupante.