La selección trasalpina, verdugo de España en las semifinales, fue superior durante todo el partido que concluyó 1-1 y se hizo con su segunda Eurocopa con exhibición de Donnaruma incluida.
Parece mentira, pero la final citaba a dos selecciones inexpertas en esto de ganar Eurocopas. El país que inventó el futbol nunca había ganado el cetro continental e Italia, con cuatro entorchados mundiales, únicamente tenía un título europeo, en 1968, justo después de que España venciera la primera de las tres que tiene en sus vitrinas.
Una vez superada, o no, la rabia porque España no estuviera donde tenía que estar, ninguno de los dos equipos mintieron en la final. Inglaterra es, pese a la pléyade de buenos jugadores ofensivos con los que cuenta en su plantilla, solo defensa. Italia, la segunda selección del mundo, después de esa que ya ustedes saben, con mejor posesión y dominio de balón, se levantó del tempranero gol y, sin perder su identidad, igualó mediada la segunda parte.
El encuentro comenzó con la jugada soñada por los 50.000 aficionados ingleses que se juntaron, primero para beber y después para ver el partido en Wembley, y por los millones de seguidores que querían un trofeo de su selección 55 años después de aquel Mundial que le esquilmaron a Alemania. El caso es que Kane sacó un balón hacia la banda derecha de Trippier, donde el lateral del Atleti puso un buen centro que concluyó con un notable gol del carrilero del lado contrario, Shaw.
El gol revolucionó al público inglés, pero dio al cicatero seleccionador Southgate la excusa perfecta para no arriesgar lo más mínimo. Y se fue encerrando, poco a poco, y desaprovechando el importantísimo efecto negativo que había tenido el tanto del lateral del Manchester United en la moral italiana.
Tanto fue así que, a partir del minuto 25 del partido, Inglaterra no volvió a aparecer. Italia no lo paró de intentar, aunque sin demasiadas ocasiones, pero con un Chiesa, el mejor jugador del partido, enchufado constantemente. El primer tiempo ya concluyó con claro dominio italiano, que se tradujo en absoluto nada más comenzar la segunda parte.
A Italia solo le faltaba el gol para hacer justicia en el marcador y ese estuvo a punto de llegar gracias a un fantástico remate de Chiesa, que desvió Pickford con la punta de los dedos. Pero solo era cuestión de tiempo y Bonucci acabó empatando en el minuto 66 después de una jugada que fue una perfecta demostración del inmenso dominio italiano, con remates constantes hasta que el balón sobrepasó la línea de gol.
Así se vivió el gol de @bonucci_leo19 pic.twitter.com/h2M5R8tiAv
— Arturo Carral (@arturinik) July 11, 2021
El tanto del central de la Juventus solo hizo que reforzar la idea de jugar italiana, esa que le ha valido para protagonizar una racha inmaculada de superioridad en Europa y que solo minusvaloró hasta la expresión más enana la España de Luis Enrique.
Y el equipo de Mancini olió la sangre y se fue a por una victoria que merecía de manera absoluta. Inglaterra estaba como ese púgil sonado que no sabe por donde le vienen los golpes, pero en su pecado estaba la penitencia ya que Southgate ha quedado en evidencia como un entrenador que ni el Clemente de los mejores tiempos.
La lesión de Chiesa y la salida de un espontáneo a Wembley afogonaron en cierta medida la superioridad trasalpina y equilibraron una final, que se acercaba, como ya ocurrió con las dos semifinales, a una nueva prórroga.
El tiempo añadido comenzó mucho más equilibrado que los 90 minutos reglamentarios. El cansancio afectó, sobre todo, a Italia, e Inglaterra amenazó con algo más que remates irregulares de sus defensas. Sin embargo, la ocasión más clara de la primera parte de la prórroga fue italiana, pero, al igual que sucede con España, el combinado trasalpino tampoco tiene nadie que marque goles.
Con los penaltis en el horizonte, Grealish fue el encargado de darle un segundo aire a Inglaterra, que estaba siendo superior a pesar del enorme partidazo, uno más, que estaban jugando los históricos centrales italianos, Bonucci y Chiellini.
Con solo 6 minutos por delante, Italia debió quedarse con un futbolista menos ya que Jorginho le puso los tacos en el muslo a Grealish y el árbitro, Kuipers, concluyó el asunto con una tarjeta amarilla a todas luces insuficiente.
Southgate, el ridículo seleccionador inglés, puso en peligro por completo a su equipo introduciendo dos cambios, Jadon Sancho y Rashford, cuando su equipo defendía el último córner del encuentro. Italia estuvo a punto de sorprender y no le hubiera venido nada mal a los ingleses para demostrar la inutilidad de quien los dirige desde la banda. Pero, aún así, llegaron los penaltis.
La tanda la abrió Berardi, que inauguró el marcador. El primer tanto inglés fue de Kane, pero Pickford paró el lanzamiento de Belotti y Maguire puso por delante a Inglaterra. Bonucci, el autor del gol italiano, marcó para igualar la tanda y Rashford, que solo había salido para los penaltis, envió el balón al palo. Después de 6 penaltis, la final iba 2-2. Bernardeschi puso por delante a Italia y Jadon Sancho, también recambio de Southgate en el final de la prórroga, erró ante el acierto de Donnaruma. Si Jorginho marcaba, la Eurocopa sería para Italia y, al contrario de lo que sucedió contra España, el brasileño falló. Pero Shaka falló el definito e Italia se proclamó campeona de Europa.