| 18 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Mbappé, lamentándose después de uno de los goles del Real Madrid.
Mbappé, lamentándose después de uno de los goles del Real Madrid.

El PSG, la gran mentira del fútbol

El PSG responde a sus iniciales. Prepotente Soberbio Grotesco. Más que un equipo es una legión de mercenarios y, en algunos casos, todo un cementerio de elefantes.

| Francisco J. Molina Deportes

El PSG responde a sus iniciales. Prepotente Soberbio Grotesco. Más que un equipo es una legión de mercenarios y, en algunos casos, todo un cementerio de elefantes (ahí están Messi o Sergio Ramos). Un grupo de futbolistas reunidos a golpe de talonario que arrasa en el fútbol ficción, pero que en la realidad es todo un fracaso.  Una patraña. Una mentira.

A este PSG (Prepotente Soberbio Grotesco) hay que verle como una empresa en la que se viene invirtiendo miles de millones para codearse con la creme de la creme del fútbol europeo y poder conquistar alguna vez la Champions League. Un proyecto o sueño inalcanzable hasta el momento. Todo un gigante con pies de barro que no puede compararse con clubes como el Real Madrid, el Bayern o la Juventus.

El jeque y Leonardo podrán reunir a todos los futbolistas galácticos que quieran, pero la grandeza, el crédito y  respeto no se compran. No es flor de un día. Hay que ganárselo. El PSG (Prepotente Soberbio Grotesco) ha pecado de ser prepotente, soberbio y grotesco y lo viene pagando caro. Es un equipo de diseño, de Play Station, que se pasea por la Ligue 1 y que fracasa y ridiculiza en la Champions. En este curso quiso dar un golpe de efecto. Se superó tras fichar a Messi, Sergio Ramos o Donnaruma y se la ha vuelto a pegar.

Un equipo de diseño y glamour que piensa que va a ganar con el simple de hecho de portar en sus camisetas ciertos nombres y apellidos  El PSG (Prepotente Soberbio Grotesco) es pura ficción. Es la gran mentira del fútbol. Un equipo sin alma, sin espíritu de sufrimiento, sin un líder que le guíe. Un grupo que huele básicamente a perfume y carburante. Un grupo que gana cantidades desorbitantes de dinero, pero a la postre, títulos de pacotilla. Que se sostiene por el patrocinio de una especie de filántropo, por llamarle de alguna manera. No sabemos si el susodicho sujeto tendrá paciencia para seguir abriendo el grifo para no lograr lo que busca.

La que debe cerrarle el grifo al jeque y a Leonardo es la UEFA. Intolerable que estos sujetos bajen durante y después de los partidos a la caseta de los árbitros a coaccionarles, amenazar a quien se les cruce por el camino o a golpear las puertas. Veremos si hay castigo ejemplar para este dúo de comportamiento mafioso.

Veremos cuál es su próximo rumbo. Ya sin Mbappe, Zidane es el nombre al que aferrarse ahora para tratar de poner al PSG (Prepotente Soberbio Grotesco) en la cúspide del fútbol. Más madera.