| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Homenaje a Paco Gento en el Bernabéu.
Homenaje a Paco Gento en el Bernabéu.

Gento: se pueden hacer mejor las cosas

El cántabro hubiera merecido un funeral casi de Estado, y lo que se vio sobre el césped del estadio fue un enjuague, pero bien es sabido que el Protocolo no es el fuerte de esta entidad.

| Miguel Queipo Deportes

Ayer el Santiago Bernabéu, entre grúas y ascensores de césped a medio poner, despidió a uno de los encargados de haber llevado el nombre del club a lo más alto del deporte mundial. A Francisco Gento López, Paco Gento, el hombre de las seis Copas de Europa. Y a mí, como socio más que veterano del club blanco (36 años en unos meses) se me cayó el alma a los pies porque se me quedó muy corto.

Igual que el club estuvo a la altura de la Leyenda desde que se conoció la noticia de su fallecimiento y hasta su sepelio, con la instalación de una capilla ardiente en el Palco de Honor del estadio precedida de un pequeño museo con objetos deportivos que pertenecieron al genial futbolista cántabro, el homenaje ofrecido sobre el verde fue, sencillamente, indigno de una entidad que pretende ser ejemplar.

Recapitulemos. Dos lonas cubriendo parte de las gradas del estadio (una de ellas con la trabajadísima leyenda “Gracias, Gento”. ¿Gracias por qué? ¿Por ganar, por perder, por ser jugador, por ser presidente de honor, por vivir donde vivía? ¿Por ser simpático? ¿Por morirse?), la plantilla posando con la camiseta serigrafiada con el once y el 'Gento’ a la espalda, todos sus trofeos sobre el césped y un cuarteto de cuerda poniendo música a un minuto de silencio que fueron dos.

 

A lo mejor habrá gente que considerará que con eso el Real Madrid cumplió más que de sobra con su parte, pero hay otros que pensamos que el club blanco volvió a quedarse lejos, muy lejos, del lugar que le hubiera correspondido. Porque Gento es, y lo seguirá siendo por el resto de nuestros días, parte del escudo y la leyenda del Real Madrid. Y la entidad, el presidente, su junta directiva, la Asociación de Veteranos y la Fundación tendrían obligatoriamente que haberle rendido homenaje. Porque el Real Madrid no es El Corte Inglés y se le ha muerto el encargado de la sección de zapatillas de la planta quinta, no. Es un club deportivo repleto de triunfos, éxitos y leyendas, y los primeros que deben venerar a sus leyendas son sus directivos y ejecutivos.

El cántabro hubiera merecido un funeral casi de Estado, y lo que se vio sobre el césped del estadio fue un enjuague, pero bien es sabido que el Protocolo no es el fuerte de esta entidad. Los socios merecíamos haber podido aplaudir a rabiar a la viuda de don Paco, Mari Luz; a sus hijos, Julio y Antonio: a sus nietas Candela y Aitana. Que hubieran bajado al césped a recibir el aplauso, el cariño, el reconocimiento de una masa social que jamás deja atrás a ninguno de sus ídolos. Que a su lado hubiera estado el presidente de la entidad, acompañado de su Junta Directiva y de la tropa ingente de empleados ejecutivos del club, arropando y dando calor, en el nombre de todos los socios, a la familia.

Hubiera sido sensacional que los desgraciadamente pocos coetáneos de Gento que quedan vivos, esos que ganaban Copas de Europa en los 50 y los 60 (Santamaría, Santisteban, Antonio Ruiz, Pirri, Amancio… Auténticos ídolos de masas en otros tiempos) hubieran estado ahí, y le hubieran dedicado unas palabras al resto de socios acerca de cómo era Gento, reconfortando a un club que llora la pérdida de su presidente de honor. Quizás en vez de camisetas de esta temporada, los jugadores podrían haber lucido equipaciones históricas del fallecido Sí, quizás en vez de un acto de cinco minutillos a la carrera el asunto se hubiera estirado quince. Quizás veinte. Pero hubiera quedado bonito.

Hay gente que se conforma con demasiado poco. Gento no. Por eso ganó lo que ganó, porque siempre quería más. El cielo tiene otro madridista pesado, éste corriendo como un gamo entre los dos extremos del infinito, mientras Don Santiago, Don Alfredo y Don Pancho, entre otros muchos 'dones', sonríen por tener de vuelta a un genio cántabro.