| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Ni ley mordaza ni maltrato a inmigrantes ni reforma laboral inhumana

Sánchez ha construido su carrera sobre falsedades ideológicas que se derrumban con estrépito en cuanto se analizan con honestidad. Europa lo hace ya.

| ESdiario Editorial

 

 

En solo 24 horas, tres de los cinco grandes mantras demagógicos de los partidos que ahora gobiernan en España se han derrumbado con estrépito, zaheridos por las resoluciones e informes de instituciones y entidades que analizan la realidad sin la lupa ideológica y electoral de cada país.

De un lado, el Tribunal de Estrasburgo ha concluido que España no conculcaba los derechos humanos al "devolver en caliente" a los inmigrantes que llevan años asaltando las vallas de Ceuta y Melilla, derribando con ello una recurrente acusación contra el anterior Gobierno que empezaba con este asunto y terminaba extendiéndolo a todas las áreas por la supuestamente represiva "Ley Mordaza".

Que Sánchez se haya aprestado a mostrar su "respeto" al fallo europeo, junto a la existencia de éste, es una prueba manifiesta de la infinita demagogia que se practicó en la oposición, para agitar conciencias y movilizar votos.

 

Y también del giro que se da cuando se alcanza el Gobierno: de repente ya no es un problema repatriar a inmigrantes llegados por cauces ilegales, como demuestran los rotundos datos de devolución a África, hasta de menores de edad, en vuelos fletados por el Ministerio del Interior. ¿Ahora ya se puede? ¿Antes era una agresión y de repente es gestión política?

 

 

Por otro lado, el FMI ha concluido que la reforma laboral, impulsada por Rajoy en 2012,  ayudó a mejorar el empleo y la igualdad de ingresos sin un impacto sustancial en el riesgo de pobreza general". Que el contundente informe coincida con la posible derogación de esa herramienta, como viene anunciando Sánchez desde hace años, refleja el impacto negativo de la política cuando ésta acaba siendo rehén de sus propias palabras.

La moraleja de este asunto no puede ser más evidente: no se puede articular una propuesta política sobre la base de generar enemigos inexistentes, apelar a las emociones antes que a los hechos y despreciar la tozuda realidad, todo con el fin de generar un escenario de tensión y arañar unos cuantos votos.

El frentismo

Porque lo mismo que se ha dicho sobre el empleo o las libertades, podría decirse sobre otros dos mantras del Gobierno: ni España es un país que denigra a la mujer ni, desde luego, aquí campa a sus anchas el neofranquismo.

Sobre ambas premisas falsas se intenta construir un edificio político frentista, sin embargo. Y sería bueno que no hicieran falta más resoluciones de nadie para, simplemente, despreciar esa forma tan burda de hacer política.